Personas mayores en las zonas afectadas por la DANA: consejos y recomendaciones para su bienestar psicológico

Aunque los efectos destructivos de la DANA en la Comunitat Valencia y otras regiones de España han afectado a todos los segmentos de la población, los adultos mayores, debido a sus características particulares, enfrentan una serie de retos que se suman a los existentes para las personas más jóvenes. Situaciones de poca o nula movilidad, soledad no deseada, poca o ninguna conexión con medios digitales y distintas afecciones crónicas más frecuentes con la edad; son algunos de las problemáticas que afectan a este grupo de edad y que, debido a la devastación dejada por la DANA, pueden incrementarse o volverse más prevalentes. 

Para entender cómo puede afectar esto a la salud psicológica de las personas mayores, y qué se puede hacer a nivel preventivo y de intervenciones, hemos contactado con el experto de VIU, Dr. Jesús González Moreno. Psicólogo, doctor en Psicogerontología especializado en envejecimiento y demencias, el Dr. González Moreno cuenta con amplia experiencia en el ámbito de la atención a personas con discapacidad, demencia y/o dependencia. En VIU desarrolla su labor docente e investigadora como director del Máster Oficial en Psicología General Sanitaria e Investigador Principal del grupo de investigación Gerontología y psicología del envejecimiento (GEROPSIE) de la Universidad.

Una parte importante de la población afectada directamente por las consecuencias de la DANA son adultos mayores ¿Cuáles son los principales problemas, sobre todo a nivel psicológico, que les afectan y que pueden llegar a afectarles en estas circunstancias? ¿Son más propensos a desarrollar ciertas patologías o trastornos psicológicos?

En cuanto a los problemas más específicos, las posibles dificultades de movilidad son un factor que complica mucho la evacuación y la asistencia. Además, la interrupción de tratamientos médicos para enfermedades crónicas y la posible pérdida de conexiones sociales pueden aumentar el aislamiento y la percepción de indefensión. 

A nivel psicológico, los problemas que enfrentan en una primera instancia son similares a los que puede experimentar cualquier otra víctima primaria o secundaria. Algunos de estos efectos incluyen el estrés agudo, intensa respuesta de alerta, dificultades para dormir o concentrarse, y miedo e incertidumbre sobre lo que pueda ocurrir en el futuro. También pueden experimentar tristeza y depresión, especialmente si han perdido pertenencias importantes o enfrentan una falta de apoyo familiar, lo cual incrementa la sensación de soledad y vulnerabilidad.

En respuesta a si los adultos mayores son más propensos a desarrollar problemas psicológicos en esta situación, es importante señalar que no tienen por qué serlo necesariamente. De hecho, muchas personas mayores cuentan con recursos de resiliencia que han desarrollado a lo largo de sus vidas, lo que puede jugar un papel protector. La experiencia de haber superado situaciones difíciles, como la Pantanada de Tous o la riada de Valencia, les puede haber dotado de estrategias de afrontamiento y una capacidad de adaptación que a menudo se subestima. Esto demuestra que, aunque son un grupo vulnerable, también poseen una fortaleza que les ayuda a enfrentar las adversidades de una manera más eficaz. 

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Considerando las particularidades que presenta la población de adultos mayores en el ámbito de la salud mental ¿Qué debería hacerse desde las instituciones para dar respuesta a sus necesidades en este campo, en este contexto específico?

Considerando las particularidades que presentan los adultos mayores en estas situaciones (como sus posibles limitaciones de movilidad, necesidades médicas específicas y mayor riesgo de aislamiento), es fundamental que las instituciones tomen medidas adaptadas para dar respuesta a sus necesidades. Existe además un riesgo real de que este colectivo quede invisibilizado o que sus necesidades específicas no sean tenidas en cuenta en la respuesta a la emergencia. Por ello, es necesario mantener un contacto personal vía telefónica o presencial, lo que permite detectar posibles necesidades, ofrecer ventilación emocional y brindar un apoyo cálido. Para esto, se requiere contar con personas capacitadas que trabajen habitualmente con adultos mayores o que conozcan sus especificidades y puedan atender estos casos de manera efectiva. La presencia de profesionales con experiencia en atención gerontológica es clave para proporcionar una atención integral y adecuada, garantizando que las intervenciones tengan un impacto positivo en su bienestar.

La soledad no deseada ya es de por si un problema importante para la población adulto mayor ¿Cómo puede verse agravada ante esta situación y de qué forma puede intentar mitigarse, teniendo en cuenta las circunstancias?

En el contexto de la DANA, hemos visto cómo esta situación se ha agravado debido a los efectos devastadores y las tareas posteriores de limpieza, que han dificultado el movimiento de muchas personas mayores. Esto, evidentemente, ha favorecido un sentimiento de soledad no deseada en un primer momento. Sin embargo, también hemos observado cómo tanto los voluntarios como los organismos públicos han tratado de facilitar la situación, lo cual sin duda ha aportado ciertos beneficios. No obstante, es fundamental que el contacto no se limite a intervenciones puntuales. El impacto psicológico de un evento de estas características puede prolongarse durante meses, por lo que es necesario desarrollar y mantener medidas que prevengan la soledad no deseada y fomenten la sociabilización. Esto incluye la creación de programas de acompañamiento, actividades comunitarias y servicios específicos que se pueden desarrollar en las zonas afectadas, así como es de vital importancia que se recuperen lo antes posible recursos de interacción y apoyo continuo si existían previamente.

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Más allá del entorno familiar directo ¿Qué papel pueden jugar y qué pueden hacer las personas que quieran ayudar a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas adultas mayores afectadas por esta catástrofe?

Estas personas pueden contribuir de varias maneras, empezando por mantener un trato cálido y cercano. Es importante ofrecer apoyo emocional, escuchar activamente y estar disponibles para ayudar a cubrir necesidades básicas, como el acceso a alimentos, medicinas y transporte. No obstante, es esencial que esta ayuda se ofrezca sin caer en paternalismos o infantilización; es decir, sin quitarles a los adultos mayores la capacidad de tomar decisiones y actuar por su propia voluntad. Respetar su autonomía y dignidad es clave para fortalecer su autoestima y bienestar. Acompañarlos de manera respetuosa y permitir que participen en actividades a su ritmo puede fomentar su sentido de independencia y pertenencia, lo cual es vital en su proceso de superación.

Volviendo sobre un punto que has comentado anteriormente, se suele percibir a la población mayor como más vulnerable en una situación así, pero también existen un importante número de voces que señalan que se trata de una generación que ha vivido numerosas desgracias que los han preparado para ser más resilientes frente a una tragedia como esta ¿Cómo es de cierta esta apreciación desde tu visión profesional?

Bueno sobre esto algo he comentado ante, desde mí punto de vista esa percepción de la resiliencia de las personas mayores frente a situaciones de catástrofe tiene un gran fundamento. Las personas mayores han vivido numerosas experiencias difíciles a lo largo de sus vidas, lo que les ha permitido desarrollar estrategias de afrontamiento y una capacidad de superación notable. Sin embargo, es importante mencionar que, aunque estos recuerdos de enfrentarse a adversidades pasadas pueden fortalecer su capacidad de resiliencia, también pueden traer consigo recuerdos negativos que revivan el trauma y afecten su bienestar. Esto subraya la importancia de un acompañamiento cuidadoso y empático, para que se sientan comprendidos y apoyados sin revivir el dolor de forma perjudicial.

Estoy convencido de que, gracias a su increíble capacidad de superación, las personas mayores, junto con el apoyo de voluntarios y profesionales comprometidos, pueden salir adelante y superar el impacto de eventos como la DANA. La clave está en un enfoque de apoyo continuo y sensible que reconozca tanto su fortaleza como sus necesidades específicas.