La teoría del conflicto, de las plazas multitudinarias a la oficina
La teoría del conflicto surge de la idea de que el desacuerdo y la pugna también son parte de las dinámicas naturales de la sociedad. Del mismo modo lo son el acuerdo y el convenio. También es una rama de la teoría sociológica; toma por objeto de estudio manifestaciones de pequeña o gran escala.
Las que pueden representar un cambio de paradigma o revolución de alguna estructura social. Pensar el conflicto es una forma teórica de resistir al pensamiento funcionalista. Según este, las personas se organizan por grupos con roles y estructuras fijas, al servicio de alguna élite.
Las características principales de la teoría del conflicto
Estudiar los conflictos significa analizar el poder que los motiva. Cuando nos ocupamos de definir en qué consiste la teoría del conflicto, intentamos comprender a un grupo que se considera superior. Buscamos cómo este ejecuta acciones que tienen el fin de conseguir un beneficio o un privilegio total, o que sencillamente intentan legitimar su autoridad.
De este punto derivan todos los problemas asociados con la clase. El dominante que pretende beneficiarse de cualquier modo, provoca que exista una distribución no equitativa de los recursos de una nación. También una división poco justa de la autoridad, de oportunidades laborales o de ciertos beneficios. Es decir, procede sin tomar en cuenta principios de justicia o más bien apropiándose de sus mecanismos.
Sin embargo, es importante considerar todas las escalas de esa dinámica víctima-agresor; lo comprendido entre lo individual y lo grupal. Lo que nos lleva a las características de esta rama de la sociología, desarrollada entre los años 50 y los 60 del siglo XX.
- Partiendo de un dominante y un dominado, el conflicto no se concentra únicamente en lo masivo, en organizaciones, clases o comunidades. También las discrepancias entre individuos específicos están en las competencias de estas teorías.
- La teoría reconoce la importancia del conflicto y su presencia constante en las interacciones humanas, pero no lo promueve como circunstancia continuada. Por el contrario, busca cómo llegar a negociaciones que, además de solventar las disputas, supongan transformaciones sociales.
- El Estado y la ley son dos de las principales fuentes de donde las teorías del conflicto toman sus bases. Sin embargo, sobre la premisa de las disputas particulares, esta rama teórica busca particularidades más allá de la ley como, por ejemplo, en la moral.
- Está ligada a los principios de negociación y a la llamada teoría de juegos. Esta última pertenece al área de las matemáticas. Se basa en analizar la lógica detrás de la interacción de las personas, en lo que podríamos denominar juego de incentivos.
Es decir, estudia y crea modelos para entender las decisiones que consiguen asegurar una respuesta favorable por parte de otra persona. Como un favor que se espera que sea devuelto.
Sin duda, la manipulación es inevitable. Pero puede ser fácilmente distinguida de las manipulaciones que hace el poder. En las manipulaciones que supone la teoría de los conflictos hay un sentido ético y genuino propio de algunos acuerdos. Muy distinto a los sentidos implicados en una imposición.
La teoría del conflicto social
La sociedad es el principal objeto de estudio de las teorías del conflicto, vertiente de la sociología. Las injusticias que se producen a raíz del dominio ejercido por un grupo conducen a la mayoría de los conceptos manejados en este campo.
Si hay algo clave en la sociología es la lucha. Plantea que la clase dominante, procurando por todo medio legitimarse y quedarse con los recursos, instaura un conflicto de clases del que ella se excluye. Aquellos que no perciben provecho de estos medios, las clases oprimidas, suelen mantener una contienda entre sí. Esto sin dirigir sus esfuerzos hacia la cúpula que incide más directamente en su condición.
Muchos de estos principios vienen de la teoría del conflicto Karl Marx. Este se basó en gran parte en las complejidades de la Revolución francesa y buscó una revolución más efectiva y definitiva. Pero volver teoría el conflicto social significa buscar el origen de las manifestaciones más concretas de combate. Y por ello tampoco se basa en una descripción de los casos particulares de violencia. Solo pasando por la teoría se pueden percibir principios que puedan comprender muchas variantes de conflicto.
Sabemos que el enfrentamiento involucra más que contacto físico entre las partes. La mayor incidencia la tiene la forma de pensar de las personas. En particular, es decisiva su lectura e interpretación de lo que tiene lugar en la vida pública y privada. La teoría lo reconoce, empleando estrategias de áreas tan dispares a la sociología como la matemática. Es su intento por comprender esta parte interna de lo social.
Con la teoría de juegos busca una lógica que pueda llevar a tomar las mejores decisiones para que uno se beneficie de otros. Por ese sentido de anticipación implícito en negociaciones, estudiar un pregrado en psicología es una gran elección si te interesa la teoría del conflicto social. Cuando se mezclan fundamentos sociopolíticos con los relativos al pensamiento, existen mayores vías de acción para conseguir una transformación en las estructuras sociales.
La teoría del conflicto Karl Marx o la doctrina del siglo XX
Si hay una corriente de pensamiento que ejerce influencia como ninguna en las cuestiones sociológicas es la del alemán Karl Marx, del siglo XIX. En parte porque lleva preocupaciones tan antiguas como el conflicto y la igualdad al contexto moderno, tan marcado por el mundo laboral.
Tanto él como Georg Simmel están entre los más importantes contribuidores a estos estudios. Pero las reflexiones sobre el conflicto en sí se han desarrollado desde alrededor de 1960. Específicamente, por teóricos como Max Gluckman, Ralf Dahrendorf, Thomas Schelling o Julien Freund.
El pensamiento marxista moldea las características principales de la teoría del conflicto. Sostiene que el fundamento de nuestras sociedades, nuestra historia e incluso nuestra cosmovisión, tienen origen en las interacciones más prácticas que ocurren entre los humanos. Puntualmente, clases, pues la sociedad está dividida según el oficio, que lleva por defecto a los individuos a organizarse en estructuras piramidales; jerarquías por clase.
Abstracciones como la ley, la religión y la cultura serían una superestructura formada a raíz de luchas de clases, subsistencia, economía y suministros: la infraestructura. Y según la teoría de Marx, este orden abstracto subsiguiente es el que se encarga de legitimar cierta relación de dominante-dominado.
Karl Marx formuló buena parte de sus conceptos analizando la Revolución francesa, pero su pensamiento materialista impulsó muchas pugnas posteriores. Percibía la historia como un conflicto progresivo hacia una revolución efectiva que llevaría a una sociedad sin clases. Una revolución que provendría de la infraestructura: la clase obrera.
Muchos países donde la presencia obrera era alta, aunque no los más industriales y modernizados, tomaron estas consideraciones como sustento para explotar revueltas. Es el caso de varios países de América Latina. En el siglo XX, antecedentes como la Revolución francesa y, sobre todo, Marx, impactaron con fuerza en México, Argentina y Cuba. La Revolución mexicana es uno de esos ejemplos de enfrentamiento a gran escala donde las nociones marxistas estaban implícitas.
Los aprendizajes y las dimensiones actuales de la teoría
Los resultados insatisfactorios de las revoluciones y las grandes disputas, como las de la Guerra Fría, sugerían algo diferente a Marx. Se ha pensado que, por principio, los giros de una revolución solo pueden transformar versiones pasadas de la organización social. Por ello se considera que no instauran órdenes limpios. Entonces, problemas superados pueden tener cabida de nuevo.
La teoría del conflicto recientemente estudia el tema desde la mirada contenida, reconociendo el impacto de uno y otro desacuerdo desde su potencial transformador. Sin limitarse a la revolución tradicional de gran escala.
Este giro de perspectiva también ha llevado a redimensionar los términos: de clase dominada a oprimido o, incluso, desventajado; sea un grupo o un individuo. Hoy también se habla más allá de una grandilocuente lucha de clases. Es decir, se ve más allá de la masa. Actualmente, se consideran los choques de intereses entre un jefe y un empleado, o entre algún vendedor informal y un cliente en práctica de regateo. Los estudios más ortodoxos de filosofía han dado paso a la formación como la de una maestría en mediación y gestión del conflicto.
Como habrás notado, en los últimos tiempos se han hecho protagónicos los conflictos relativos al machismo y la migración. Asuntos que resuenan con especial estruendo en Argentina y en México, respectivamente, y que calan en el ámbito laboral e institucional. Partiendo de conceptos como micropoder y derivados como micromachismos, los teóricos están atentos a esos espacios más pequeños. Los ambientes ejecutivos o burocráticos donde las estructuras pretenden fijarse.
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