La educación emocional en la prevención de las conductas adictivas
La inteligencia emocional puede adoptar un papel relevante en el desarrollo personal y social de los adolescentes, favoreciendo su ajuste psicosocial y actuando como estrategia de fomento de diversas habilidades interpersonales e intrapersonales que la literatura científica ha considerado como factores de protección para el uso de drogas. Según diversos estudios, una elevada inteligencia emocional se relaciona con mejores niveles de ajuste psicológico; menor propensión a la impulsividad, sentimientos de ansiedad, afecto depresivo y tendencia suicida; mayor cantidad y calidad de relaciones interpersonales y de apoyo social; un mayor rendimiento académico al afrontar con mayor facilidad las situaciones de estrés; con una menor probabilidad a manifestar comportamientos disruptivos, agresivos, violentos o delictivos; y un menor consumo de sustancias adictivas.
Se propone el desarrollo de programas preventivos de drogodependencias con componentes relacionados con la inteligencia emocional, siendo importante su implementación desde la infancia para reducir la probabilidad de tener problemas con las drogas en la etapa adolescente, así como para hacer un uso inadecuado de las tecnologías de la información y comunicación.