Marcos Antón, Dr. en Comunicación y docente VIU: “Es más fácil adquirir nuevas capacidades y conocimientos técnicos, que desarrollar un pensamiento crítico u otras habilidades creativas. Eso las hace muy demandadas en todo tipo de entornos laborales”
Marcos Antón es director del Máster en Gestión de Esports en VIU. Doctor en Comunicación, Publicidad y RRPP, y autor de la primera tesis en español sobre esports, su especialidad investigadora. Ha desarrollado su carrera profesional en los medios de comunicación y trabajado en diversos proyectos del sector del videojuego y los deportes electrónicos, así como desempeñado su labor como consultor educativo y creación de proyectos.
Con motivo del Día Mundial de la Creatividad y la Innovación, celebrado este 21 de abril pasado, nos pusimos en contacto con Marcos para que nos compartiera su visión acerca de la importancia de la creatividad y otras ‘soft skills’ tradicionalmente relacionadas con el ámbito artístico y de humanidades, en el mundo laboral actual.
En un momento que se habla mucho de automatización y el reemplazo de trabajadores por diferentes aspectos de las nuevas tecnologías (IA, robótica, etc.) ¿Cuál es la importancia de formarse en habilidades tradicionalmente consideradas ‘blandas’ como la creatividad, el pensamiento crítico y abstracto o la originalidad e innovación?
Detrás de toda gran máquina hay un gran diseñador. Los robots, las IA y las grandes innovaciones tecnológicas siguen hablando un lenguaje binario y nos comunicamos con ellas a través de la programación. Pero hace falta mucho más que código para que una máquina haga su trabajo de manera correcta en un proceso automatizado.
Cuanto más avanzan los procesos de automatización y las inteligencias artificiales más necesarios son pensadores capaces de proyectar y plantear el uso y funcionalidades de esa tecnología. La originalidad y la innovación no surge de manera automática, requieren de procesos de investigación y experimentación, y en esos procesos necesitamos humanos creativos capaces de desarrollar nuevas soluciones para hacernos la vida más fácil.
Aunque tradicionalmente gran parte de estas habilidades se han asociado a las áreas de Artes, Humanidades y Comunicación ¿Consideras que actualmente son aplicables a otros sectores profesionales? ¿Nos puedes dar ejemplos de esta aplicación?
Desde luego. Hay perfiles tradicionalmente asociados a áreas técnicas o informáticas como los programadores, donde la creatividad se está convirtiendo en una competencia ideal para muchos de estos perfiles laborales. Otras áreas tan poco humanísticas como la ingeniería industrial o la aeroespacial requieren de grandes creativos. Es imposible aterrizar una nave en Marte sin hacer uso de la creatividad desde el primer minuto en el que se diseña la misión.
Otro ejemplo son los videojuegos una industria en constante innovación, más allá de la dimensión cultural. Cada vez hay más juegos y aplicaciones interactivas centradas en mejorar la experiencia del usuario, facilitar la accesibilidad, desarrollar los entornos virtuales… O incluso la creación de aplicaciones que van más allá del entretenimiento, como podrían ser los serious games. En todos estos ejemplos hay mucho más que un humano interactuando con una máquina, es mucho más que pulsar botones o pantallas táctiles, y la creatividad en el proceso de diseño de estos productos y servicios es esencial para marcar la diferencia.
¿En tu experiencia personal existe una demanda activa de estas habilidades en distintos sectores?
Es algo cada vez más demandado, al menos en los entornos laborales y educativos en los que he desempeñado mi carrera. Estamos en un momento muy interesante en el que es relativamente fácil adquirir nuevas capacidades y conocimientos técnicos, pero no tan sencillo desarrollar un pensamiento crítico o diferentes habilidades creativas.
Por ejemplo, las redacciones están repletas de jóvenes y ambiciosos periodistas rebosantes de capacidad técnica, pero muchos no han aprendido los pilares esenciales de la profesión ni son conscientes de la responsabilidad que tiene su oficio. Y eso está acabando con el oficio mismo en mitad de una crisis sin precedentes inmersa en un fenómeno de ruido informativo donde los bulos y las noticias se cruzan a la misma velocidad.
Es precisamente aquí donde las universidades tienen un papel clave y se juegan el futuro de la educación superior. Está claro que pueden enseñar procesos técnicos y automatizados en periodos de tiempo reducidos; todos podemos aprender a programar en un lenguaje o utilizar un programa informático con una buena guía y dedicación. Pero lo realmente complicado es aprender a utilizar esas herramientas técnicas de una manera creativa para diferenciarnos del resto y encontrar la originalidad en nuestras creaciones y soluciones.
¿Consideras que las titulaciones de Artes, Humanidades y Comunicación tienen en este momento un campo de aplicación laboral que trasciende el que se le presupone tradicionalmente?
Son ramas que, desde algunos sectores, se han querido condenar al ostracismo, e incluso han sido maltratadas en algunos planes educativos y hoy estamos pagando algunas consecuencias. Sin embargo, es sencillo constatar cómo una buena formación en Artes, Humanidades y Comunicación pueden aportarnos competencias completamente transversales que vayan más allá de la capacitación técnica o la empleabilidad directa. Hablamos de formar a ciudadanos responsables, no solo a futuros trabajadores. Detrás de todo gran inventor hay un artista que ha contribuido al progreso de una manera determinada. Detrás de todo gran profesor hay un comunicador y un pensador capaz de conectar con sus alumnos y dotarles de una actitud crítica y un pensamiento libre. Alumnos que serán capaces de cuestionar lo establecido y encontrar soluciones claras a los problemas complejos. Algo completamente esencial en el momento de incertidumbre y crisis global que vivimos actualmente y que definirá el futuro de nuestras sociedades.