¿En qué consiste la mediación escolar?
Son mayoría los profesores, alumnos y padres que consideran que, en los últimos tiempos, se ha producido un notable aumento de los conflictos en el ámbito escolar, lo que está conduciendo a un deterioro progresivo de las relaciones interpersonales en las escuelas. Esta situación está provocando un creciente interés por la mediación escolar, la cual, pese a no ser la panacea ni un instrumento mágico, sí puede considerarse una herramienta válida para mejorar la gestión de una buena parte de los conflictos.
La forma habitual de gestionar los conflictos en el ámbito educativo, consistentes en amonestaciones o expedientes sancionadores, no siempre resultan efectivos, ni sirven para arreglar un situación de violencia en el aula, incluso algunas veces contribuyen a intensificarla, lo que empeora el problema y lo alarga. Una alternativa puede ser la mediación escolar.
La composición del órgano mediador
La mediación en el ámbito escolar se articula a través de la creación de un órgano mediador dentro del propio centro cuya constitución puede variar:
- Puede estar formado exclusivamente por alumnos.
- En ocasiones se opta por un grupo de trabajo mixto configurado por alumnos, profesores e incluso por personal no docente.
Con independencia de por quien esté constituido, con un grupo de mediación lo que se pretende es transmitir habilidades de comunicación, asertividad (poder expresar las opiniones y los puntos de vista, sean correctos o no), identificación de emociones, empatía y escucha activa.
Fases de resolución de un conflicto
El proceso de gestión de un conflicto, desde su gestión a su resolución a través de un órgano de mediación escolar, se divide en las siguientes 5 fases:
- Evaluación del conflicto. Una vez se ha detectado una situación conflictiva, ya sea por la observación de algún miembro del equipo mediador o por alguna solicitud externa, se debe valorar si el caso puede ser tratado a través de una mediación o, por su gravedad, tiene que ser directamente sancionado o tratarse por otra vía.
- Preparación previa de la mediación. Una vez se ha decidido el equipo que va participar en las reuniones, donde debe primar la confianza mutua, se deben establecer unas normas de obligada aceptación. A partir de aquí hay que escuchar las distintas versiones del conflicto. investigar el caso y recopilar pruebas sin posicionarse, de momento, a favor de una u otra parte
- Compartir ideas de resolución del conflicto. Entre todos los miembros del grupo de mediación se deben aportar propuestas de resolución del conflicto. En esta fase es fundamental fomentar la cooperación, intentando que las partes afectadas sean capaces de llegar a acuerdos concretos.
- Llegar a un consenso. La idea es pactar, entre todos los implicados, un acuerdo consensuado que satisfaga, en la medida de lo posible, a ambas partes. Es importante dejar los puntos muy claros, con una hoja de ruta donde conste, de manera muy clara y detallada y con fechas concretas, las acciones que se deben llevar a cabo.
- Cerrar la mediación. Por último, es aconsejable que, pasado un tiempo prudencial, las personas afectadas y el mediador o los mediadores se vuelvan a encontrar para valorar en qué momento se encuentra el conflicto. En esta revisión se incide en lo que ha funcionado y en lo que no y, si cabe, se plantean otras pautas de actuación. La mediación finaliza preguntando qué les ha aportado y qué grado de incidencia ha tenido para la resolución del conflicto.