Dr. José Miguel Arce Martínez: en defensa de la cultura, el arte y las humanidades en la era digital
El Dr. José Miguel Arce Martínez es un torrente de creatividad, conocimiento y apetito por aprender. Dueño de un CV tan extenso que resumirlo en un párrafo biográfico como este resulta imposible, en VIU ejerce la docencia en el Pregrado en Comunicación y en el Pregrado en Educación Infantil. Hace ya unas semanas publicamos la primera parte de la entrevista que le realizamos, centrada en su faceta de comisario. En esta ocasión, la conversación con el experto multidisciplinar se centra en el mundo de la cultura, las artes y las humanidades, un entorno en que el Dr. Arce Martínez se maneja con la soltura y pasión de quien ha dedicado su vida y esfuerzos a perseguir lo bello y lo verdadero por sobre lo rentable y lo eficaz.
Desde tu perspectiva multidisciplinar ¿Cómo ves el panorama sociocultural actual?
La sociedad sufre cierto letargo intelectual, está algo descentrada o anda “distraída” como diría Facundo Cabral, y corre el riesgo de cronificarse en este estado por mucho tiempo. Hoy más que nunca en medio de la sociedad del consumo, del capitalismo salvaje, del ritmo frenético propiciado por las nuevas tecnologías y el dominio de lo digital, se imposibilita el pensamiento sosegado y reflexivo. Falta tiempo para el uso de la razón, de la creatividad que se deriva de ésta.
Los modelos referenciales que comúnmente se dan por válidos son personajes vacíos, en ocasiones esperpénticos, que saben dar la nota discordante, o plantear algo transgresor para hacer ruido, sin nada provechoso que ofrecer para cultivar el intelecto o sensibilizar el buen gusto. Los llamados influencers: youtubers, tiktokers, instagramers… son mayormente oportunistas que viven de la anécdota, del chascarrillo, de lo impertinente y encandilan a las masas por el descaro de su cuidada imagen, tocando la misma flauta con que Hamelin engatusaba a sus huestes infantiles, que ahora se llaman seguidores o “followers”, que siempre los anglicismos quedan más “cool”…, para arrastrar a la masa, susurrando al oído con su melodía como la voz de las sirenas o el canto de las nereidas. Son vendedores de humo o encantadores de serpientes, que generalmente ofrecen una visión superficial, parcial o tendenciosa de la vida. Parece que todo el mundo sabe de todo y opina de todo, pero deberían aplicar lo que para sí asumía el filósofo Frege, quien solo hablaba de lo que sabía de verdad y por eso permanecía siempre callado. Muchas veces estos advenedizos comunicadores se limitan a ordenar información ajena y la cacarean como si fueran luminarias tocados de gracia. Por otra parte, los medios de comunicación se limitan a ofrecer en su programación formatos que únicamente reportan beneficios, de tal modo que la oferta de programas se va empobreciendo paulatinamente en variedad y calidad. No hay una televisión pública “democrática” que cuide también el gusto de las minorías. Esa televisión hay que buscarla fuera de lo convencional, a través de canales de pago o haciendo uso de internet para visionar videos de interesantes.
Hilando un poco más fino, en este mismo sentido ¿Cuál consideras que es el estado de actual de las humanidades y su futuro próximo?
Las humanidades desde la era digital y la tecnologización de la cultura a los ojos del ciudadano parecen prescindibles, sin embargo, el humanismo es lo único que conforma el mundo interior de las personas, pero en la escala invertida de valores en el que nos encontramos, el ser humano en su inconsciencia se ve impelido a salir de sí mismo para proyectar expectativas basadas en optimizar absolutamente el tiempo en aras de la obtención de capital. Se habla de la eficacia y eficiencia en función de los beneficios económicos obtenidos, no se potencia el crecimiento interior de la persona y todo se resume y reduce a los resultados. Sólo es bueno si es rentable, el tiempo se destina en acaudalar. Cuando nada es suficiente, mientras se pueda tener más se vive para trabajar. Por eso el ciudadano no se siente capacitado de decir “no” cuando se le ofrece una buena oferta laboral. Se loa al pudiente, tenido por sabio por el mero hecho de alcanzar la condición de rico. El gongorino dicho “poderoso caballero don dinero”, eclipsa todo lo demás. En el pensamiento antiguo griego se hablaba de que sólo algo era “bueno”, si era verdadero o bello, en nuestros tiempos sólo es “bueno” aquello que nos colma de pingües beneficios. Somos herederos del pragmatismo materialista y de un reduccionismo positivista exacerbado que provoca la alineación del ser.
Ante el valor del tener en detrimento del ser, las humanidades se ven como algo accesorio. Una bagatela. Con frecuencia cuando emprendo algunos proyectos, incluso mis progenitores o mi mujer, arrastrados por la inercia imperante, me preguntan qué me reporta lo que pretendo, aludiendo en exclusiva a la retribución económica, como si todo se redujera a lo económico. La respuesta les suele sorprender, y contrariados acaban por cuestionar mi voluntad de embarcarme en empresas que me aportan poco más que satisfacción personal. Pero el mero hecho de prestarte a hacer algo que no se le ha puesto precio no significa que sea despreciable, o que se mire con indiferencia. Es algo que me enoja en demasía… Hay un interés generalizado en lo monetario. Cuando se cubren las necesidades básicas de la pirámide de Maslow tenemos que superar lo productivo y alcanzar el umbral de lo creativo como seres pensantes. No somos máquinas de hacer dinero, sin embargo, frente a los ojos de la masa se torna un valor decadente lo improductivo. La maldita frase hacer algo “por amor al arte” implica o denota altruismo, pero implícitamente está mal vista, connota falta de valor. Según esta sociedad lo que no tiene precio carece de valor. Paradójicamente el arte se asocia a lo sublime pero también a lo insustancial.
¿Hasta qué punto consideras que son necesarias las humanidades en educación? ¿Qué importancia tienen?
Para poder valorar lo cultural o artístico se requiere de sensibilidades innatas o adquiridas con el tiempo. El gusto se educa, pero si nuestro sistema educativo sustrae la filosofía, que nos garantiza la capacidad de pensar por nosotros mismos; excluye la música clásica que nos permite tener sensaciones sinestésicas mediante la forma de arte más abstracta que existe; ningunea la historia que es la que contribuye a tener una visión global del mundo evitando anacronismos, y con la modalidad de historia del arte capacita el goce estético del llamado síndrome Stendhal; anula a las letras, que fomentan la comunicación y la expresión escrita -ni siquiera desarrollamos la expresión oral u oratoria-; y trata el arte como una herramienta meramente lúdica, un pasatiempo del pinta y colorea, y no como una plataforma de creatividad multidisciplinar de primer orden, que fomenta la motricidad fina, la capacidad espacial, etc, entonces la población está “mal-educada”, nuestro plan de estudios parte del pensamiento fijo, mientras que en otros países se habla del pensamiento flexible, metodologías de carácter constructivista, con contenidos innovadores y enriquecidos.
El mundo de lo sensitivo y de lo emocional tiene su caldo de cultivo en las humanidades, éstas son las que caracterizan al ser humano como persona sintiente, no sólo pensante… En ellas se encuentran tres cualidades: sensación, emoción e intuición, que aportan significado a nuestras vidas como elemento diferenciador.
Y centrándonos en el campo de las artes ¿Cuál crees que es la importancia de las disciplinas artísticas en nuestras sociedades? ¿Te parece que su presencia es acorde a esta importancia?
Dentro de las Artes Plásticas, la escultura es la menos demandada por los elevados costes que requiere su logística o el almacenaje, además consta de un menor número de escultores que de pintores. La inversión de arranque que tiene que hacer un escultor no es nada desdeñable. La pintura sigue teniendo muy buena acogida desbancando al dibujo a nivel de exposiciones. Curiosamente la técnica al óleo es la más valorada, porque arranca de toda una larga tradición desde el renacimiento. Parece que representar con técnica al óleo sea distintivo de calidad.
En el mundo de las letras o artes literarias, la poesía está totalmente en peligro de extinción; a la historia tampoco se le presta la atención que se merece, motivo por el cual en ocasiones repetimos los errores del pasado; y los conocimientos de geografía distan mucho de lo deseable. La filosofía y su falta de profesionalización pone en riesgo su pervivencia en el sistema educativo, de hecho, ha habido conatos por sustraerla, algo aberrante. En el ámbito musical, la música clásica y su elaborado lenguaje está en declive para los oídos poco experimentados propensos más a la escucha rápida del ritmo percutido que del fraseo melódico y por la falta de dedicación en las escuelas. El escuchante no está preparado para detenerse en los adagios, la vida corre demasiado deprisa, y en su frenesí parece que no hay tiempo de pausa. Frente a lo superflua y telegráfica que es la música actual ni que decir que la Ópera, llamada “arte total” por Wagner, corre el riesgo de desaparecer. Las grandes producciones requieren de un desembolso importante, se evita asumir riesgos. Carentes de subvenciones es inviable montar una representación salomónica. Aunque los gustos del público hayan cambiado tampoco el espectador puede permitirse grandes dispendios. La Ópera inmortal pasa a adaptarse a musical, pero aun así se requiere fomentar las sensibilidades. La decadencia de la moral y el fracaso del humanismo, propicia otra escala de valores, la cultura lejos de ser una prioridad deseable se sitúa en último lugar. Por el contrario, las ciencias están completamente sobrevaloradas, cuasi convertidas en una religión como motor de la economía.
¿Qué futuro les espera a los museos después de la llegada de Internet y los derroteros del metaverso?
Los museos están implementando la tecnología en sus salas y exposiciones. Están actualizándose y adaptándose bastante bien. Las visitas guiadas o audioguías han pasado a mostrarse a través del QR. Virtualmente se puede acceder a sus salas 3D, e incluso acercarse a las obras mediante un registro fotográfico de altísima resolución. Está claro que no es lo mismo visionar la producción artística, que contemplar un original in situ, el aura o carga simbólica que desprende es incomparable. Entramos en contacto con la proporción real y todas las cualidades que desprende. Eso no obsta para que la visión de “lo macro” en forma de megapíxel aporte otra perspectiva válida y complementaria frente a la muestra del original.
Hay una tendencia a verlo todo desde la ventana del ordenador, donde podemos tener visitas virtuales de los recintos expositivos. Pero perdemos la percepción real de la obra de arte, desde su noción seminal que se magnifica hasta las cualidades sensitivas.
Más allá del ordenador, el mejor sitio para preservar el arte como obra única es el museo, donde hay espacios adaptados y controlados atmosféricamente, equipo humano de cualificados restauradores y conservadores, que controlan el fondo de obra y la intervienen si es necesario para reparar o consolidar piezas.