Un estudio liderado desde VIU asocia el consumo de edulcorantes a obesidad, diabetes o hipertensión
Video alumni VIU Cristina Diaz, investigación efectos ASB
La creciente conciencia entre la población, de los diversos problemas de salud que supone un consumo excesivo de azúcares añadidos, ha disparado en años recientes el consumo de una amplia gama de edulcorantes. La mayoría de ellos sin calorías, se proponen como una alternativa sana frente al azúcar, perfecta para quienes busquen adelgazar o llevar una alimentación más saludable, pero sin renunciar a los sabores dulces.
Sin embargo, tal como lo ha advertido recientemente la OMS en su directriz sobre los edulcorantes no azúcar, estos parecen entrañar una serie de riesgos que cuestionan seriamente su uso como un sustituto ‘sano’ del azúcar. Debido al gran impacto y alcance que el tema tiene sobre la salud pública, resulta fundamental generar conocimiento nuevo sobre estos efectos en el organismo humano. Precisamente eso es lo que se ha hecho desde la Universidad Internacional de Valencia, con la realización del estudio “Artificially Sweetened Beverages and Health Outcomes: An Umbrella Review”.
El estudio, liderado por la alumni VIU Cristina Diaz en base a su TFM, contó con la participación del docente e investigador VIU (y tutor de su TFM) Dr. Juan Pablo Rey. Junto a ellos, colaboraron investigadores de distintos puntos del globo pertenecientes a instituciones como Harvard, Western Sydney University, University of Sydney, Yonsei University, Universidad de Santiago de Chile (USACH) y la UCAM. Además, la investigación ha sido publicada en ‘Advances in Nutrition’ una de las revistas médicas revisadas por pares más prestigiosas del sector de la nutrición.
La investigación de Dias y Rey, se centra en el consumo de bebidas endulzadas artificialmente (ASB) y arroja una serie de conclusiones que resultan preocupantes, entre ellas que los consumidores habituales de ASB pueden tener un mayor riesgo de padecer obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión e incidencia de enfermedades cardiovasculares.
Para conocer más sobre la investigación, sus resultados, y la opinión personal de los investigadores sobre las aplicaciones prácticas de sus resultados en nuestros hábitos alimenticios, entrevistamos a Cristina Diaz y al Dr. Juan Pablo Rey. Las entrevistas serán publicadas en dos entregas, comenzando por la realizada a Cristina Diaz.
Diaz es enfermera y ejerce en el hospital Dr. José Molina Orosa, en Lanzarote. Ha realizado la Maestría Oficial en Ciencias Avanzadas de la Nutrición Humana de VIU, es máster en investigación, prevención y tratamiento de heridas crónicas y cuenta con una extensa formación en temas como obesidad, nutrición deportiva y nutrición hospitalaria, urgencias y emergencias, UCI y farmacología. A este rico bagaje formativo suma una amplia experiencia profesional en centros privados, como mutuas laborales, cardiología, laboratorios y en la clínica Hospiten.
¿Cómo surge la idea de realizar esta investigación? ¿Qué te motivó a escoger este tema?
Siempre me ha interesado cualquier tema relacionado con la salud. Supongo que mi interés viene, en parte, por mi profesión, y en parte, porque considero que la prevención en la salud es fundamental para tener una vida larga y con calidad. Parte de esa prevención es la nutrición, y por eso quise formarme en este tema, para también poder ayudar a mis pacientes, amigos, familiares e incluso a mí misma. Cuando topé con Juan Pablo, tuvimos varias tutorías para valorar la temática, ya que había varias cosas que nos interesaban. Al final, optamos por investigar sobre este tema, cuando en una charla con Julio Basulto, se le preguntó sobre los edulcorantes artificiales, y la respuesta que recibimos fue que lo único que producen en el organismo es aumentar el peso, puesto que su consumo hace que la persona seleccione productos más palatables, pero que a su vez son más calóricos. Esta respuesta nos hizo dudar sobre los efectos reales de los edulcorantes. Entonces empezamos a leer qué decía la literatura hasta la fecha, y lo sorprendente fue descubrir que existía muchísima controversia. Ello nos hizo aumentar muchísimo más nuestra curiosidad.
Diversas bebidas, algunas endulzadas con edulcorantes, expuestas en los estantes de un supermercado
¿Cómo fue el proceso para llegar a publicar en una de las revistas más importantes sobre nutrición?
Fue un proceso bastante largo y costoso. Hubo que dedicar mucho tiempo a buscar, leer, seleccionar, valorar y realizar cálculos estadísticos. Momentos de incertidumbre y de nervios. La suerte que tuve al trabajar con Juan Pablo fue su experiencia en el campo de la investigación, y que consiguió obtener ayuda de otros investigadores veteranos. He aprendido muchísimas cosas con él y me ha encantado la experiencia, que sin duda repetiría. Quizás, lo más valioso que he aprendido es que una sola persona no puede llevar a cabo un trabajo de investigación. Se necesita un equipo, un grupo de personas que tengan la habilidad de buscar, cribar, realizar cálculos estadísticos, de tener enfoque crítico y autocritico.
¿Vas a seguir desarrollando esta línea de investigación?
Mi idea es realizar un doctorado. Es un título que me ayudaría muchísimo a mejorar en mi profesión. Y si pudiera realizar un doctorado sobre cualquier tema de nutrición, ya sería genial. Me haría mucha ilusión. También me encantaría poder hacer ese trabajo con Juan Pablo, pero no sé si él podría y querría ser mi tutor.
En vista de los resultados de vuestra investigación y de las recomendaciones de la OMS respecto a los endulzantes artificiales ¿Qué recomendarías a alguien que quiera prescindir o disminuir el uso de azúcares libres, pero quiere seguir endulzando ciertos alimentos puntuales? ¿Existe un umbral de uso moderado de endulzantes artificiales que no tenga efectos negativos sobre la salud? ¿Son menos nocivas alternativas al azúcar como el xilitol o el extracto puro de estevia (sin otros añadidos)?
Bueno, yo recomiendo a todos mis compañeros de trabajo y familia que evite tomar edulcorantes. Para mí, aunque sabemos que los azúcares simples no son recomendados, pero me siento más segura echando un poco de azúcar al café, que usar un edulcorante. En realidad, yo no tengo la respuesta de qué debería hacer una persona que quiere seguir endulzando los alimentos. En mis prácticas en VIU, aprendí de Noelia, la nutricionista, que se podría intentar ir reduciendo la cantidad de endulzante hasta acostumbrarse a tomar los alimentos sin endulzar, únicamente con su sabor natural. Personalmente, creo que es posible. A mí me ha funcionado. No necesito azúcar ni ningún otro producto para tomar el café con leche de la mañana, ni tampoco lo necesito para el té o las infusiones. A quienes les guste los zumos de frutas, pienso que ya son lo suficientemente dulces como para potenciar su sabor. Y los yogures saben bien sin endulzar, o se le puede añadir fruta natural o desecada.
En cuanto al umbral, no hemos estudiado la cantidad de edulcorante que se considera segura, sólo su consumo o no y sus efectos sobre la aparición de determinadas enfermedades. En mi caso personal, prefiero no consumir ninguna cantidad de edulcorante. Pero yo veo esta temática como el alcohol. Ya se sabe que su consumo incrementa el riesgo de cáncer, y que, además, su ingesta es directamente proporcional con el desarrollo del cáncer. Sabiendo esto, hay gente que prefiere no consumir absolutamente nada de alcohol, otros querrán tomar un poco, y otros tomar mucho. Eso ya depende de cada uno. Y con los edulcorantes es lo mismo. Nosotros hemos descubierto que su consumo incrementa el riesgo de cáncer y otras patologías, pero ahora es el consumidor el que debe decidir sobre su alimentación y su salud.
¿Cómo fue tu experiencia en VIU? ¿Qué es lo que más destacarías de tu título y de la Universidad?
Pues en esa época, justo venía de hacer un máster no oficial en otra academia, donde me enseñaron unos contenidos un poco distintos a lo que luego aprendí con VIU. Ese choque de pensamiento me hizo pensar que VIU estaba equivocado en un inicio, y que lo que enseñaban estaba obsoleto. Pero luego me di cuenta de que la otra academia seguía una línea de pensamiento diferente, y mi conclusión fue que el campo de la nutrición es un mundo un poco controvertido, cambiante e incierto. Al final, aprendí con VIU cosas de las que era muy ignorante, como todo el tema de las políticas alimentarias. Me pareció un campo totalmente innovador y me ha ayudado a entender muchas de las noticias que veo en la televisión, por ejemplo. Me siento más conectada con el mundo y estoy muy agradecida. Al final, estudiar en VIU ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Me siento que ahora sí tengo herramientas que me ayudan a comprender la nutrición humana. Entiendo lo que significa la ingesta mínima recomendada de los alimentos, por poner un ejemplo, y así muchísimas cosas más. Para mí, este máster realmente merece la pena hacerlo, sobre todo aquel que le interese la nutrición, porque aporta una base fundamental para poder seguir creciendo en conocimientos sobre la nutrición humana.