
Etapas del Parkinson: entendiendo la evolución de la enfermedad en Colombia
Las etapas del Parkinson suelen manifestarse de manera diferente de una persona a otra. La velocidad en la que los síntomas avanzan se ve condicionada por varios factores, entre ellos el tratamiento farmacológico, la historia clínica, las terapias no farmacológicas y las condiciones emocionales, entre otros. No obstante, podemos distinguir cada etapa de la enfermedad en función de los síntomas que presente el paciente para considerar el tipo de tratamiento más adecuado.
En Colombia los estudios sobre el Parkinson forman parte del contexto académico que investiga las condiciones neurológicas degenerativas. En VIU puedes formarte para reconocer estos desórdenes neurológicos que inhiben la producción de dopamina en las células del cerebro. Conocer la enfermedad a partir de fundamentos clínicos te permite ser parte de una comunidad científica que profundiza en el conocimiento de cómo afecta esta patología a hombres y a mujeres a fin de limitar su impacto en la calidad de vida de estas personas.
Los estudios sobre el Parkinson son continuos y requieren una actualización constante de los tratamientos aplicados. El enfoque está dirigido a pacientes de más de 50 años. Sin embargo, hay preguntas aún por responder cuando la enfermedad aflora a partir de los 30 años.
Desde su descubrimiento en 1817 por el médico británico James Parkinson, esta condición se ha convertido en la segunda enfermedad neurodegenerativa más padecida después del Alzheimer. Además, es una de las que más compromete la calidad de vida de quienes la padecen.
¿Qué es la enfermedad de Parkinson?
La enfermedad de Parkinson puede comprenderse metafóricamente de la siguiente manera: es una interrupción del baile armónico que ejecuta el cuerpo en su rutina diaria. Esto es debido a que las neuronas dejan de producir las cantidades necesarias de dopamina, una sustancia química importante, entre otras tareas, para activar la motricidad fina.
El Parkinson hace que esta coreografía pierda coordinación, puesto que se enfrenta al reto de una condición neurológica progresiva que merma el correcto desempeño del cerebro. Es decir, afecta a las áreas responsables del control del movimiento. El cerebro produce poca dopamina, el químico indispensable para transmitir señales entre las células nerviosas que coordinan el movimiento equilibrado y sutil del cuerpo.
Como resultado de la disminución de este químico, las personas afectadas llevan a cabo movimientos que escapan de su control. Paradójicamente, en las primeras etapas, el Parkinson alterna la rigidez y los temblores, esto se traduce en muchas dificultades para desplazarse y moverse con autonomía.
Las 5 etapas del Parkinson
En la enfermedad de Parkinson se pueden distinguir 5 etapas en las que los síntomas se van agravando poco a poco a lo largo del tiempo. Ahondamos en cada una de las 5 etapas del Parkinson.
Etapa I
La persona afectada de Parkinson comienza a tener ligeros movimientos involuntarios en una parte del cuerpo, arrastrará los pies al caminar y sentirá algo de rigidez. Además, puede experimentar temblores en un solo lado del cuerpo. Dichos cambios interfieren en la postura, en el desplazamiento y en las expresiones faciales.
Etapa II
El equilibrio se altera en ambas partes del cuerpo, el paciente tiene dificultades para caminar y comienzan los problemas para ejecutar movimientos (bradicinesia). La rigidez hace acto de presencia, aunque la persona mantiene su independencia física.
Etapa III
En esta etapa intermedia la persona se inclina hacia adelante y le resulta imposible erguirse y caminar recto. La movilidad es lenta y la falta de equilibrio dificulta la rutina al vestirse y comer.
Etapa IV
Los síntomas anteriores se acentúan, el paciente camina y cumple su rutina diaria con asistencia. Se sugiere recurrir al acompañamiento psicológico para manejar los cambios emocionales derivados de las limitaciones físicas.
Etapa V
La inmovilidad detiene el cuerpo, el paciente necesita atención completa para realizar necesidades fisiológicas básicas como ir al baño o comer. En ocasiones, puede experimentar delirios y alucinaciones.

Contexto y evolución de la enfermedad en Colombia
En Colombia el contexto clínico del Parkinson ha experimentado una significativa evolución en los últimos años. Según diversos estudios se registraron más de catorce mil nuevos casos de la enfermedad en personas mayores de 30 años. En consecuencia, se han priorizado los estudios enfocados a las condiciones genéticas del Parkinson juvenil.
Los estudios epidemiológicos en Colombia muestran que por cada mil personas mayores de 50 años, 4,7 padecen la enfermedad que nos ocupa. En este contexto, es prioritario cuantificar los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD). Esto permite evaluar el peso socioeconómico y emocional que esta patología impone al paciente.
Además, los datos mencionados evidencian la necesidad de la investigación y de la formación continua a la que puedes acceder en Colombia de la mano de la Maestría en Neuropsicología Clínica. Esta formación pone en valor las políticas de salud pública que consideran tanto el tratamiento como la prevención y la investigación de los procesos neurodegenerativos.
Diagnóstico y seguimiento de las etapas
La evaluación clínica realizada por un neurólogo hace posible presentar un diagnóstico definitivo de la enfermedad. El objetivo es seguir la evolución de la enfermedad en sus diferentes etapas.
Las siguientes pruebas se aplican para conocer el diagnóstico del Parkinson:
- Evaluación neurológica. Se examina la postura del cuerpo, su tono muscular y la marcha. También se evalúa el movimiento, la rigidez y el temblor.
- Pruebas de imagenología. Principalmente, se trata de la resonancia magnética y de la tomografía. Sirven para descartar otras enfermedades con síntomas similares, puesto que no hay pruebas específicas para el Parkinson.
- Respuesta a medicamentos. En algunos casos, se desecha la posibilidad de otra enfermedad administrando medicamentos específicos para el Parkinson. El diagnóstico se confirma con el alivio de los síntomas.
Implementar estas pruebas para concretar un diagnóstico, favorece un adecuado seguimiento de las etapas del Parkinson con opciones terapéuticas precisas.
Opciones terapéuticas según el avance de la enfermedad
El Parkinson no tiene una cura definitiva. Sin embargo, existen terapias que ralentizan el avance del proceso neurodegenerativo. Cada etapa toma en cuenta procesos diferentes:
- Terapia en la Etapa I. Los síntomas leves requieren vigilancia clínica. Se trata de monitorear los síntomas con consultas periódicas. Esta terapia inicial evalúa posibles cambios en el tratamiento y el acompañamiento psicológico.
- Terapia en la Etapa II. Los síntomas moderados que merman la movilidad bilateral del cuerpo reclaman fisioterapia para reducir la rigidez muscular. Igualmente, se modifica la dosis o el tipo de tratamiento con un seguimiento médico más frecuente.
- Terapia en la Etapa III. Aparte de la fisioterapia, es necesario incorporar dispositivos que faciliten la movilidad del paciente. Al tratarse del inicio de los síntomas avanzados, en ocasiones, es conveniente el apoyo de un auxiliar clínico en las tareas diarias.
- Terapia en la Etapa IV. Los síntomas son severos y aumenta la dependencia del paciente. En esta etapa, también puede hacer acto de presencia o incrementarse el desgaste emocional. Por tanto, al acompañamiento de cuidadores es importante agregar o reforzar la terapia psicológica.
- Terapia en la Etapa V. La dependencia completa del paciente requiere ayuda por parte de cuidadores, pues la rigidez del cuerpo y la debilidad muscular le impiden moverse. Esta terapia paliativa afronta de manera integral las complicaciones y proporciona comodidad al paciente.
Cabe destacar la importancia de los tratamientos orientados a los síntomas no motores. Estos síntomas incluyen alteraciones del sueño, depresión, ansiedad, demencia y agotamiento. Para mitigar dichas secuelas y mejorar la calidad de vida del paciente suele optarse por una terapia farmacológica personalizada.
El papel de los profesionales en cada etapa del Parkinson
La singularidad de cada etapa diversifica el papel de los profesionales de la siguiente manera:
- En la primera etapa, el neurólogo diagnostica y provee de un tratamiento al paciente con el correspondiente seguimiento periódico. También es importante la participación del fisioterapeuta, para monitorear la movilidad, y del psicólogo, para acompañar el impacto del diagnóstico.
- En la segunda etapa, el neurólogo ajusta los medicamentos a la sintomatología, el fisioterapeuta incluye ejercicios específicos y un terapeuta ocupacional gestiona las actividades diarias del paciente.
- En la tercera etapa, el neurólogo evalúa la efectividad del tratamiento. Solo así podrá sugerir una intervención quirúrgica. En esta etapa el fisioterapeuta, el terapeuta ocupacional y personal de enfermería contribuyen de manera interdisciplinaria al bienestar del paciente.
- Las dificultades de la cuarta etapa autorizan al neurólogo a introducir ciertos ajustes en el tratamiento, al tiempo que los cambios del terapeuta ocupacional están dirigidos a las comodidades del entorno. Por otro lado, el fisioterapeuta intensifica su apoyo en la rehabilitación corporal.
- En la etapa avanzada, que corresponde a la quinta etapa, el neurólogo propone los cuidados paliativos para gestionar las complicaciones de la enfermedad. Además, el fisioterapeuta ayuda a mitigar el dolor, mientras que el trabajo psicológico y de enfermería orienta a la familia en la búsqueda de servicios de apoyo.
En definitiva, con independencia de la etapa en la que nos hallemos, cada profesional debe recabar esfuerzos en un trabajo multidisciplinario con el fin de que el paciente reciba el mejor cuidado posible.
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