Panel de Expertas VIU | El presente y el futuro de la Enfermería: Desafíos y la necesidad ineludible de cambios
Panel de expertas enfermería VIU
La falta de enfermeras a nivel mundial debe ser tratada como una emergencia sanitaria global. Lo afirma el Consejo Internacional de Enfermería (CIE) en su informe “Recover to Rebuild: Investing in the Nursing Workforce for Health System Effectiveness”. El CIE es una federación de 130 asociaciones nacionales de enfermeras (ANE), que representan a más de 28 millones de enfermeras a nivel global. Por lo que resulta evidente que no se trata de una afirmación lanzada a la ligera, sino que es hecha desde el conocimiento profundo del sector y desde la preocupación más sincera por el bienestar colectivo.
Para entender mejor la realidad que motiva esta aseveración, y qué soluciones existen para la problemática que describe, nada mejor que acudir al conocimiento directo de quienes ejercen la enfermería en sus múltiples ámbitos de actuación. Para ello, le planteamos tres preguntas básicas sobre el tema a tres de nuestros expertos: El Dr. Vicente Gea Caballero, doctor en Enfermería y Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de VIU; Ana Cristina Cabellos García, Enfermera, doctoranda en Enfermería clínica y Comunitaria y directora de la Maestría Oficial en Enfermería de Cuidados Intensivos*; y Patricia Marín Maicas, Enfermera, doctoranda en Enfermería clínica y Comunitaria y directora de la Maestría Oficial en Cuidados de Enfermería de Urgencias y Emergencias
Nuestras enfermeras. Nuestro futuro. ¿Cuáles son los desafíos fundamentales a los que se enfrenta la enfermería, como profesión, de cara al futuro?
La enfermería como ciencia, y las enfermeras, así como el sistema de atención a la salud, se encuentran mundialmente y también en España en proceso de crecimiento y transformación. No en todos los países a la misma velocidad, pero la figura de la enfermera está siendo cada vez más valorada como agente clave de salud y de los sistemas, independientemente de su naturaleza. Un mayor desarrollo competencial en la práctica asistencial de las enfermeras es uno de los grandes desafíos que deben ayudar a transformar los sistemas, acorde al gran cambio académico e investigador que ya se ha llevado a cabo. Dejar de hacer para poder hacer es muy importante para las enfermeras, pero más para el sistema nacional de salud. Dejar de hacer prácticas de dudosa efectividad y basadas en la costumbre, para incorporas prácticas de valor que hayan mostrado su eficacia en la resolución de los problemas de salud de la población. Para ello, potenciar las intervenciones independientes y colaborativas en las que la enfermera es plenamente responsable de los procesos es clave para ese mayor aprovechamiento de una figura de gran potencial como son las enfermeras. Inmerso en un mundo globalizado, diverso, multicultural, con una inversión de la pirámide demográfica que se traduce en cronicidad y dependencia desde etapas sorprendentemente jóvenes, en un sistema muy biologizado y poco preocupado por la promoción de la salud o la prevención de enfermedades, sin atención a las comunidades y grupos, o el enfoque intersectorial de la salud fruto de las desigualdades que provocan que estar enfermo no sea producto del azar, sino de tu condición social.
Otro elemento clave en este contexto es el liderazgo. Este cambio no es posible alcanzarlo sin un liderazgo transformacional, que sea interiorizado, reconocido y compartido por las enfermeras, para permear al resto de actores del sistema sanitario, a los responsables políticos y en especial, a la sociedad. Tener figuras que asuman ese liderazgo de cambio, de modernización y de innovación, es lo que permitirá que se confíe en otra forma de hacer las cosas y otra forma de organizar, gestionar y administrar los servicios sanitarios, que es lo que permitirá prestar una atención clínica distinta a la conocida y que sabemos que puede mejorar en tiempos, en procesos y en eficiencia; también en calidad, en cercanía y en accesibilidad. Pero podemos mejorar mucho en algo que las enfermeras hacen extraordinariamente bien; atención emocional, apoyo psicosocial, abogacía de los y las pacientes, alfabetización poblacional en salud, reducción de las desigualdades sociales en salud, trabajo y desarrollo comunitario… y un largo etcétera de valores y acciones que afectan a lo que llamamos salud global, en la que las enfermeras deben tener un gran protagonismo. Siempre que el sistema de salud y sus responsables no se permitan la incoherencia de despreciar el valor y protagonismo que las enfermeras pueden tener en un modelo de atención novedoso, innovador y actual.
¿Crees que con el COVID ha cambiado de forma permanente la percepción general acerca del papel profesional que ejercen las enfermeras? ¿Qué ideas generalizadas quedan aún por cambiar para que el público general entienda de verdad el rol que tienen las enfermeras y la importancia de su trabajo dentro del sistema sanitario?
Sin duda, la pandemia pasada de COVID19 ha visibilizado más que nunca el rol de las enfermeras, aunque es posible que esa visibilidad se haya centrado en una parte de las profesionales. Es posible que la mayor visibilidad y relevancia haya recaído en la atención sanitaria grave, urgente como la llevada a cabo por enfermeras de urgencias, unidades de cuidados intensivos, unidades de diagnóstico de COVID19 o plantas hospitalarias transformadas en salas COVID19, que ha dejado claro a toda la población que su trabajo es insustituible y vital. Sin embargo, otras funciones menos percibidas, pero no menos relevantes, como puede ser el papel de las enfermeras de los servicios de Salud Pública, poco conocido, o el Plan de Vacunación en la pandemia, organizado y llevado a cabo magistralmente en esencia por enfermeras, haya trascendido menos de cara a la opinión pública. También una gran parte de los contactos telefónicos en pandemia para realizar el rastreo de contactos y seguimiento de pacientes positivos fue realizada por enfermeras, otra acción clave para el control de la enfermedad y del paciente. O el rol de la atención primaria y en concreto de las enfermeras de atención primaria y comunitaria, grandes olvidadas y casi invisibles en pandemia, pero primera línea de atención y verdadero colchón para el control de los cambios en la incidencia de enfermedad. Sin su trabajo discreto, todo habría sido muy distinto. Quiero recordar como, en los peores momentos de la pandemia, cuando no había material de protección y no se sabía nada del virus SARSCOV2, siguieron acudiendo a los domicilios para prestar atención a las personas dependientes, crónicas, inmovilizadas o terminales, la no prescindible atención domiciliaria, exponiéndose personalmente al riesgo de enfermar gravemente o contagiar a sus familiares.
Quiero decir con ello que, sin su participación activa, su conocimiento y su experiencia, nada de habría sido posible, siempre en el marco del trabajo en equipo en el que todos somos imprescindibles, pero que si un actor falla, la atención se desmorona. Es decir, no es viable prescindir de las enfermeras. Esto no lo duda la Organización Mundial de la Salud o el Consejo Internacional de Enfermeras. Como nadie por ejemplo pone en duda que la estrategia y la ejecución de la vacunación de COVID19 ha sido un éxito pocas veces visto en un plan sanitario, y la población debe saber quién estuvo detrás de ese éxito de forma mayoritaria. Fue un éxito de todo el sistema de salud, sí. También de otros profesionales, por supuesto y sin duda. Pero es un buen ejemplo de un plan en el que las enfermeras han tenido una responsabilidad especial.
Estudiantes Enfermería VIU
Enfermeras estudiantes de VIU nos comparten sus reflexiones sobre la enfermería
Y sin embargo, aunque las enfermeras en muchas ocasiones son el profesional mejor valorado de los sistemas de salud por usuarios/as, no siempre la sociedad las percibe como profesionales para resolver problemas, sino como parte del proceso de cuidados en los que el médico asume el liderazgo, siendo el cuidado una responsabilidad propia y autónoma. Incluso cuando el trabajo se lleva a cabo en equipos no jerárquicos y multidisciplinares. O lo peor, cuando la responsabilidad total es de la enfermera y aún así no se le reconoce, acepta e incluso se cuestiona. Nos queda mucho por hacer ver a nivel social y de opinión pública.
En España, por ejemplo, en pocas décadas, las enfermeras han pasado de ser ayudantes técnicos sanitarios no universitarios, a diplomadas universitarias en enfermería, a graduadas en Enfermería, especialistas, y doctoras. Actualmente en España parece que va consolidándose la figura de Enfermera de práctica avanzada, con competencias avanzadas clínicas. Una transformación imparable que no puede no trasladarse al campo asistencial, con más autonomía, más liderazgo, mayor capacidad de gestión, más responsabilidad y un cambio competencial acorde al nivel académico actual. Es posible que esto lo desconozca la población y no hayamos sido capaces aun de visibilizarlo y cambiar la opinión de un sector más escéptico que en realidad no conoce bien la capacidad actual de las enfermeras y su competencia en la resolución de problemas de salud de las personas.
El informe Recover to Rebuild, publicado por la ICN - International Council of Nurses, señala en sus conclusiones que “a menos que haya un número suficiente de enfermeras que estén bien motivadas, educadas y apoyadas, el sistema de salud mundial no se reconstruirá” ¿Cómo se consigue este objetivo? ¿Qué se debe hacer desde las instituciones y organizaciones para alcanzarlo?
Bueno, este es un tema que me encanta. Todos los organismos conocidos mundialmente coinciden en esto: sin las enfermeras, el sistema no se transformará. Y enfermeras no hay. La escasez de enfermeras es un problema grave a nivel mundial, pero en España es mayor. Se aprecia poco porque socialmente nos hemos centrado en identificar al médico como figura única resolutiva del sistema, un grave error de concepto y enfoque, siendo su responsabilidad esencial e insustituible, pero no única. Eso nos ha llevado a que los recursos de enfermería se hayan estimado en función del número de médicos del sistema. Grave error el nuestro. La necesidad de enfermeras debe calcularse en función de la necesidad de cuidados, y las competencias reconocidas, que son muchas más de las que en la práctica, un sistema como el nuestro, clásico, conservador y poco dado al cambio, se empeña en frenar. Por intereses, por estático, por miedo. Pero mientras no se cree un plan nacional de cuidados, con direcciones generales de cuidados, no centrados sólo en la enfermedad sino también en la salud desde un enfoque salutogénico de construcción de salud, y no de recuperarla cuando ya se ha perdido, nada cambiará. Y no sólo la salud individual, lo habitual, sino la salud de grupos y comunidades, en sus entornos de vida. Con este enfoque innovador, la necesidad de enfermeras que ya han anticipado otros países más atrevidos y valientes es diferente, muchísimo más alta. Y ahí enmarca bien lo que dice la ICN, enfermeras suficientes, motivadas, educadas y apoyadas. Justo lo que ahora se echa en falta: no hay suficientes enfermeras, su trabajo se centra en la atención casi exclusiva a la patología, y cuando se proponen planes distintos, muchas veces no son respaldados, por lo que el apoyo percibido es nulo. Aquí también queda mucho camino por recorrer, que debe ser el camino del liderazgo y de creer que un modelo mejor es posible, no aferrándose al modelo de atención primaria de 1978.
Nuestras enfermeras. Nuestro futuro. ¿Cuáles son los desafíos fundamentales a los que se enfrenta la enfermería, como profesión, de cara al futuro?
La enfermería ha sido una disciplina que ha ido evolucionando y tecnificándose a lo largo de los años y que pensamos que algo que va a continuar ocurriendo. Considero que uno de los retos fundamentales a los que se puede enfrentar la profesión en un futuro es precisamente a continuar ejerciendo el arte de cuidar garantizando que las personas y sus familiares siguen siendo el centro del cuidado y por tanto debemos seguir insistiendo en garantizar la humanización del cuidado fomentando la comunicación eficaz y la capacidad de decisión del paciente.
¿Crees que con el COVID ha cambiado de forma permanente la percepción general acerca del papel profesional que ejercen las enfermeras? ¿Qué ideas generalizadas quedan aún por cambiar para que el público general entienda de verdad el rol que tienen las enfermeras y la importancia de su trabajo dentro del sistema sanitario?
Sinceramente, considero que quizá durante algunos meses es posible que la percepción hacia los profesionales sanitarios y sobre todo hacía enfermería, cambiara y se visibilizara más el trabajo que ejercemos, pero creo que actualmente la sociedad vuelve a tener la visión sesgada de que somos una profesión con poca relevancia dentro del sistema sanitario. Son muchos los pacientes que nos han transmitido que no conocían las funciones de la enfermería ni sabían las implicaciones de nuestro trabajo hasta que por desgracia no han necesitado ser atendidos por un proceso de enfermedad, tras ese proceso, valoran mucho más nuestro trabajo y fundamentalmente destacan que somos los que más tiempo pasamos junto a ellos y mejor solemos conocer sus necesidades. Creo que sería importante visibilizar más el trabajo que realiza enfermería y cómo el cuidado profesionalizado también implica formación e investigación para que el público en general entienda que somos una profesión que podemos liderar proyectos de investigación y tomar decisiones en materia de salud con total autonomía.
El informe Recover to Rebuild, publicado por la ICN - International Council of Nurses, señala en sus conclusiones que “a menos que haya un número suficiente de enfermeras que estén bien motivadas, educadas y apoyadas, el sistema de salud mundial no se reconstruirá” ¿Cómo se consigue este objetivo? ¿Qué se debe hacer desde las instituciones y organizaciones para alcanzarlo?
Este objetivo la verdad es que es difícil de conseguir, pero con esfuerzo y unanimidad por parte de las instituciones gubernamentales podría conseguirse. Las enfermeras españolas somos las mejores formadas de Europa y en cambio a menudo debemos emigrar de nuestro país para poder ser reconocidas, considero que la motivación de la enfermería pasa por reconocer realmente su autonomía y sus funciones, fomentar las posibilidades de desarrollar investigación entre este colectivo, elaborar planes de crecimiento profesional (carrera profesional) reales y acordes a las necesidades que planteamos los/as enfermero/as y una mayor inversión en salud ajustando las ratios de enfermera-paciente de manera que se puedan garantizar unos cuidados de calidad.
Nuestras enfermeras. Nuestro futuro. ¿Cuáles son los desafíos fundamentales a los que se enfrenta la enfermería, como profesión, de cara al futuro?
Esencialmente, considero que el principal reto de la profesión los próximos años será hacer frente a la escasez de enfermeras. Gobiernos de todo el mundo, representantes de las organizaciones que velan por la salud de los ciudadanos, los propios profesionales de enfermería y los ciudadanos deben unir sus fuerzas para ser capaces de garantizar un sistema sostenible de profesionales que pueda hacer frente a las necesidades de salud de los ciudadanos. Adicionalmente, y no menos importante, el envejecimiento de la población, la desigualdad, el imparable avance de la tecnología, los efectos no deseados del cambio climático, la aparición de nuevas enfermedades transmisibles y no transmisibles, así como ser capaces de garantizar el bienestar de los profesionales suponen indiscutibles desafíos para las enfermeras de todo el mundo.
¿Crees que con el COVID ha cambiado de forma permanente la percepción general acerca del papel profesional que ejercen las enfermeras? ¿Qué ideas generalizadas quedan aún por cambiar para que el público general entienda de verdad el rol que tienen las enfermeras y la importancia de su trabajo dentro del sistema sanitario?
La pandemia ha puesto de relieve la importancia crítica del trabajo de las enfermeras visibilizando que son esenciales en el cuidado de las personas, en la promoción de la salud pública, así como en la prevención. La pandemia supuso un cambio en el diseño de muchos procesos asistenciales. Este hecho impactó directamente en el trabajo diario de las enfermeras, que pusieron de manifiesto su capacidad de adaptación. Pero esta cuestión, era y sigue siendo interpretada por los dirigentes (legisladores y gestores) de forma errónea entendiendo la adaptación como versatilidad, lo que en la práctica se traduce en que las enfermeras “valgan para todo”. Tal y como está planteado el modelo sanitario y competencial de las enfermeras en nuestro país, una enfermera puede trabajar en cualquier servicio, de un día para otro y sin formación previa. Y por supuesto, huelga decir que no requiere el mismo cuidado un niño prematuro de 800 gramos en estado crítico, que un paciente oncológico, un paciente trasplantado, un paciente dializado o la asistencia a un atropello múltiple. Y esto, en España se produce cada día, en cada turno. Sirviendo como ejemplo incluso que hay enfermeras que comienzan su turno en Cuidados Intensivos, luego las envían a urgencias, a continuación, a Oncología pediátrica y acaban su turno en quirófano de urgencias. Sinceramente, esto debe de cambiar de forma urgente.
El informe Recover to Rebuild, publicado por la ICN - International Council of Nurses, señala en sus conclusiones que “a menos que haya un número suficiente de enfermeras que estén bien motivadas, educadas y apoyadas, el sistema de salud mundial no se reconstruirá” ¿Cómo se consigue este objetivo? ¿Qué se debe hacer desde las instituciones y organizaciones para alcanzarlo?
Dar valor al trabajo que las enfermeras realizan día a día pasa por el reconocimiento laboral, social y competencial del trabajo que desempeñamos. En relación al reconocimiento laboral un aspecto que se debe atender con urgencia en nuestro país es la necesidad de ordenar el desarrollo profesional de las enfermeras, estableciendo los cauces habilitantes específicos para permitir especializarse. Esta especialización debe conllevar la creación de puestos de trabajo definidos, delimitados competencialmente, remunerados adecuadamente y estables laboralmente, y no mediante bolsas de empleo generales en las que no se tiene en cuenta ningún criterio (salvo el tiempo trabajado) a la hora de asignar contrataciones.