Expertas VIU | La Crisis del Agua: dudas y respuestas de una realidad inescapable
Video Crisis del Agua
La palabra sequía se ha convertido en una acompañante habitual a cualquier conversación que involucre la climatología y más específicamente las lluvias. Ha pasado de ser un murmullo que asomaba por el horizonte a una realidad omnipresente que amenaza con transformar las nociones de normalidad que articulan nuestra existencia diaria.
El estudio Drought in numbers elaborado en 2022 por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), señala que tanto el número como la duración de las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000. Además, más de 2300 millones de personas se enfrentan a una situación de estrés hídrico en 2022 y cerca de 160 millones de niños están expuestos a sequías graves y prolongadas.
Ante este panorama alarmante surgen una multitud de dudas ¿Qué podemos hacer para enfrentar los diversos problemas que dan origen a esta crisis del agua? ¿Qué podemos hacer para paliar sus consecuencias? ¿Existen soluciones? Para arrojar un poco de luz sobre estas cuestiones, le pedimos a nuestra experta, la Dra. Maria Isabel Cerezo Sánchez, directora de la Maestría Oficial en Ingeniería y Gestión Ambiental de VIU y doctora en Ciencia y Tecnología que nos respondiera algunas preguntas al respecto. La Dra. Cerezo Sánchez es, además, licenciada en Ciencias del Mar, máster oficial en Ingeniería del tratamiento y reciclaje de aguas residuales y máster oficial universitario en profesorado de educación secundaria obligatoria y bachillerato, formación profesional y enseñanza de idiomas, con especialidad en Ciencia y tecnología.
¿Qué implica exactamente la crisis mundial del agua y el saneamiento de la que habla la Organización de las Naciones Unidas?
Para poder hablar de la crisis mundial del agua, hay que entender que el agua es un derecho fundamental, lo cual hace necesario que todas las personas tengan un abastecimiento suficiente y continuo para el uso personal y doméstico, lo que representa, según la (OMS), entre 50 y 100 litros de agua por persona y día para cubrir las necesidades más básicas. Si tenemos en cuenta que, en la actualidad, aproximadamente 2.200 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a agua potable, lo cual vulnera sus derechos y pone en riesgo su salud, podemos entender la magnitud del problema y la realidad de la crisis mundial de la que nos habla la ONU.
Pero cuando hablamos de acceso al agua hay que tener en cuenta la necesidad de que dicha agua cumpla con unos estándares de calidad mínimos para garantizar la salud de las personas. En la actualidad, según la OMS, 4000 millones de personas no tienen acceso a instalaciones de saneamiento gestionadas de forma segura, lo que pone en peligro su salud y la de los ecosistemas de su alrededor.
Si pensamos en el futuro, se espera que la escasez de agua vaya en aumento derivado de los efectos del cambio climático, ya que el aumento de la temperatura tanto de la atmósfera como de los mares y océanos, afecta directamente al ciclo del agua, alterando los patrones de lluvia y, por tanto, generando un agravamiento de la sequía en muchas zonas del mundo. Un claro ejemplo es el comunicado que ha dado Bruselas hace unos días, en el que alerta de que Europa se encamina a una sequía grave este verano debido a un invierno seco y cálido.
Si hablamos de las previsiones en cuanto al saneamiento del agua contaminada, bien es cierto que se está avanzando e intentando mejorar la situación, pero es necesario tratar el problema de raíz y reducir el volumen de aguas residuales que se vierten en ríos y mares sin tratamiento alguno, lo cual mejoraría la situación del saneamiento de agua de una forma rápida y eficaz. Actualmente el 80% del agua residual derivada de la actividad humana se vierte directamente al medio sin depurar.
Países afectados por la sequía durante 2020-2022 - Fuente: Estudio Drought in numbers de CNULD
¿Qué soluciones existen a día de hoy para solucionar esta crisis? ¿Cuáles se podrían implementar o se han sugerido, pero no implementado?
Los líderes mundiales se han marcado una meta muy ambiciosa para 2030, por no decir una utopía, la consecución del ODS 6, que busca garantizar que todo el mundo tenga acceso a agua limpia y saneamiento, lo que supone una gran inversión de recursos. Se estima, según la OMS, que el coste para sanear las poblaciones desatendidas en el mundo es de 28.400 millones de dólares al año entre 2015 y 2030; por tanto, es la sociedad civil quién debe exigir a los gobiernos alcanzar dicho objetivo mediante la inversión de capital.
Como vemos, tenemos la solución para mejorar la crisis del agua, que no erradicarla. El desarrollo tecnológico y una correcta gestión e inversión económica, permitirían dar acceso al agua limpia a poblaciones rurales, e instalar plantas de tratamiento para reutilizar el agua.
Por otra parte, también es necesario concienciar a la sociedad sobre la gravedad del problema, e introducir medidas concretas que obliguen a las personas y al sector agrícola e industrial, principalmente de países industrializados, a reducir el gasto de agua y la contaminación de la misma, de forma que consigamos reducir el problema desde el origen.
En este sentido ¿Son las plantas desalinizadoras una solución factible para las zonas con escases de agua?
Si me preguntan a mí por plantas desalinizadoras, les diré que no son la solución, pero yo no tengo la verdad absoluta. Como científica marina y doctora en contaminación marina, veo con malos ojos el impacto negativo que generan los residuos producidos por las desaladoras cuando llegan al mar y los océanos. Con la desalinización damos respuesta a un problema agravando otro como es la destrucción de los ecosistemas acuáticos y un elevado gasto de energía.
Creo que, en un futuro, con ayuda del desarrollo tecnológico y la mejora del tratamiento del residuo generado, las desaladoras podrían ser una solución, pero actualmente no lo son.
¿Cómo afecta y cómo se prevé que afectará el cambio climático la disponibilidad de recursos hídricos a nivel global?
El cambio climático ha ocurrido desde la formación de La Tierra, y ello nos ha llevado a épocas más frías y más cálidas. Actualmente, el problema radica en un calentamiento global forzado por la actividad humana, que está generando que el cambio climático sea más rápido y extremo. Este aumento repentino de las temperaturas, no solo genera deshielo de los polos o aumento de la temperatura del océano, si no también un cambio en la dinámica atmosférica, lo que afecta directamente al ciclo del agua y por tanto a los patrones de lluvia, lo que se puede ver en el aumento de sequias en ciertas partes del mundo y lluvias torrenciales e inundaciones en otras. Este cambio en la dinámica del ciclo del agua nos lleva a tener un problema en cuanto al abastecimiento de agua cada vez mayor.
Terminar con el cambio climático es algo que sabemos que no podemos hacer del día a la mañana, se toman políticas para frenar la escalada del aumento de temperaturas, pero sabemos que van a seguir al alza. Si a ello sumamos una mala gestión de los recursos hídricos, un aumento de la población, que no solo necesita agua para uso doméstico, sino también para producción de bienes de consumo, podemos ver que el gasto de agua crece de forma exponencial con el paso de los años, lo que hace necesario la reducción del consumo de agua principalmente en la industria y agricultura, aumento de las estaciones de tratamiento de aguas , reducción de los vertidos contaminados, en resumen, una correcta gestión de los recursos hídricos.
Al hilo de esto ¿Es necesario un cambio de paradigma, a todos los niveles, respecto a nuestra percepción y uso del agua?
Por supuesto; pensamos que el agua, por el mero hecho de abrir el grifo y verla correr, es un bien infinito, pero dicha percepción debe cambiar. No solo hay que cerrar el gripo al lavarse los dientes o enjabonarse las manos. El agua la utilizamos en casi todas las tareas diarias, ya sea directa o indirectamente. Es necesario que la sociedad sea consciente del gasto de agua que supone su tipo de vida, y enseñarles herramientas para reducir dicho gasto. Como siempre defiendo, la educación es una de las principales herramientas que tenemos para garantizar la conservación del medio ambiente, y por ello educar a la sociedad en base a unos principios de sostenibilidad y de respeto por los ecosistemas terrestres y marinos, nos ayudará a poder dar respuesta a las problemáticas actuales y futuras relacionadas con el medio ambiente.