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Expertos VIU

Paz Velasco de la Fuente, abogada, criminóloga y docente VIU: “Actualmente en España los ciberdelitos ya suponen un 10% de todas las infracciones penales que se cometen y durante la primera semana de confinamiento crecieron un 60%”

Emilio Vivallo-Ehijo

Paz Velasco de la Fuente es abogada, criminóloga y docente de la Maestría Oficial en Intervención Interdisciplinar en Violencia de Género, en la de Criminología: Delincuencia y Victimología y en la Carrera en Criminología y Ciencias de la Seguridad de VIU. Es colaboradora habitual en diversos medios de comunicación, creadora del blog criminal-mente y autora de los libros Criminalmente y Homo Criminalis, que ha sido lanzado a finales del mes de marzo pasado por Ariel. Con motivo de su publicación nos pusimos en contacto con Paz y le realizamos una extensa entrevista sobre los temas que aborda en él. A continuación, publicamos la primera parte de la entrevista, centrada en la relación entre las nuevas tecnologías y la criminalidad.

¿Cómo han influido las TIC's y las nuevas formas de relacionarnos que de ella derivan, en la expresión de la criminalidad?

Nuestra sociedad está inmersa en la era de la información y de la comunicación, lo cual afecta al estilo de vida y a las actividades cotidianas de millones de personas en el ámbito económico, profesional, familiar, educativo y sobre todo en el ámbito personal.

Las nuevas tecnologías e internet están en constante evolución y han transformado algunos de nuestros comportamientos, como la forma de comprar productos, la de realizar transacciones económicas y bancarias, la forma de estudiar, de trabajar, nuestro tiempo de ocio y la forma de comunicarnos e interactuar con otras personas. Pero también, ha transformado la forma de delinquir, porque los delincuentes se han adaptado a este nuevo entorno delictivo, aprovechando todas las oportunidades que ofrece el espacio virtual.

El entorno online crea un efecto de desinhibición que es fundamental en esta nueva criminalidad. En primer lugar, uno de los elementos integrales de este efecto, es el anonimato de los usuarios que utilizamos Internet. En el ciberespacio se puede ocultar la identidad o bien podemos crear múltiples versiones de ésta. Y esto lo hacemos para involucrarnos en diferentes formas de interacción, tantos licitas como ilícitas. Pese a que se pueden obtener rastros digitales del delito y que ya se ha avanzado mucho en la identificación de las IP, lo que permite averiguar el lugar desde donde se actúa, o de donde se bajan o suben archivos; lo cierto es que cuesta todavía mucho poder identificar al sujeto que está detrás de la pantalla. Los cibercafés, las redes wifi abiertas o los proveedores de servicios gratuitos que no exigen que los usuarios se identifiquen, son las herramientas que muchos utilizan para mantener su anonimato en Internet.

Otro elemento que contribuye a esta desinhibición es la asincronía, ya que en el espacio virtual en el cual se llevan a cabo los diferentes comportamientos delictivos, no hace falta una interacción personal entre víctima y victimario, de hecho, tampoco hace falta que la víctima y el victimario coincidan en el tiempo. Es decir, hay una delincuencia en el campo de la de las nuevas tecnologías de internet que es asíncrona. Es decir, una víctima puede estar siendo víctima de un delito mientras está trabajando, mientras está durmiendo o simplemente mientras está disfrutando de su tiempo de ocio.

Hay millones de personas, es decir, potenciales objetivos y víctimas, que tienen relaciones personales, sociales y comerciales en Internet. Al aumentar este número de usuarios, también aumenta el número de potenciales delincuentes, de modo que, en este sentido, el ciberespacio es un espacio de riesgo con un potencial de efecto multiplicador mucho mayor que otras situaciones en nuestra historia, como puede ser el efecto imitación o ‘copy cat’.  En Internet estamos expuestos y en cierta medida nuestros comportamientos y nuestra autoprotección va a influir a la hora de terminar siendo víctimas de un ciber delincuente o no.

¿Las TIC's e Internet generan nuevas oportunidades para delinquir?

Cada vez que una persona se conecta a Internet, lo cierto es que pasa a ser un objetivo potencial, pasa a ser una víctima potencial. Las características del ciberespacio, de Internet y de las nuevas tecnologías, incrementan las oportunidades para delinquir y además es posible atacar bienes como el patrimonio, la dignidad personal, la libertad sexual, la indemnidad sexual de los menores, la privacidad, la propia imagen o la dignidad. Es decir, son muchísimos los bienes y derechos fundamentales que se pueden vulnerar a través de determinadas conductas en Internet y a través de los medios creados por estas nuevas tecnologías.  Pero ¿Por qué este espacio virtual? ¿Por qué Internet genera nuevas oportunidades para delinquir?

En primer lugar, hasta el nacimiento de Internet estábamos acostumbrados a que para que se cometiera un delito confluyeran en el espacio y en el tiempo una víctima y un victimario e interactuaran de modo personal, habiendo un contacto físico entre ellos.

Esta nueva escena virtual del crimen elimina esta exigencia, ya que se puede consumar un delito desde casa, desde el móvil, mientras estás en el tranvía o en el tren. De modo que se elimina esta sincronía ya que no hace falta que víctima y victimarios estén al mismo tiempo conectados a Internet. Además, tampoco hay una interacción personal entre ellos, o por lo menos no es necesaria.

Muchos de los delincuentes que llevan a cabo conductas ilícitas a través de Internet, perciben un menor riesgo a la hora de cometer este delito. Piensan que están más amparados bajo una falsa impunidad y esto aumenta en muchos casos la motivación para delinquir.

Además, este incremento de la ciber delincuencia, como he dicho antes, sobre todo de la ciberdelincuencia contra el patrimonio, fraudes, estafas, etcétera. Está directamente relacionado con un anonimato que cada vez es menor, pero que, combinado con los factores mencionados anteriormente, da al ciberdelincuente una sensación de seguridad que le motiva para cometer determinados delitos. Muchísimas personas que jamás llegarían a cometer un acoso o una acción criminal contra los derechos que he mencionado antes o contra el patrimonio, en la vida real, sí que encuentran la motivación para poder llevarlo a cabo en Internet. Además, hay una clara oportunidad desde el punto de vista de la victimología, y es que un potencial agresor puede atacar a diferentes personas al mismo tiempo o de modo consecutivo. En el espacio físico un ladrón va a atracar a una persona o va a atracar un banco. En internet, un ciber delincuente económico a través del phishing puede llegar a robar cientos de euros o de dólares a muchas personas a la vez. Estamos ante un efecto multiplicador importante.

Además, el carácter público de Internet hace que todo sea visible y todo sea accesible para todos. Internet es el mayor patio de juego del mundo y hay más de 4000 millones de usuarios que interactúan en la red, con lo cual hay millones de ojos que nos están observando. Muchas veces al navegar y al interactuar en internet, al subir y descargar información, no somos conscientes de los peligros a los que nos enfrentamos, algo especialmente preocupante, sobre todo, en el caso de menores y adolescentes.

¿Cuáles son en tu experiencia, las más relevantes de estas nuevas formas de criminalidad?

Actualmente en España los ciberdelitos ya suponen un 10% de todas las infracciones penales que se cometen en nuestro país y desde el comienzo de la pandemia no han parado de crecer. De hecho, al principio de la pandemia aumentaron en un 60%.

Durante la semana del 24 al 31 de marzo, periodo en el que acababa de empezar el confinamiento más extremo en España, aumentó un 25% el consumo de material de explotación sexual infantil. Es decir, hubo un tráfico durante estas semanas en el que se compartieron, se subieron y se descargaron más de 21.000 archivos de material de explotación sexual infantil.

No me gusta llamarlo pornografía infantil a pesar de que así es como aparece recogido en nuestra legislación y en los tratados internacionales. Considero que no se puede hablar de pornografía infantil cuando primero no hay una voluntariedad y segundo cuando no hay un ánimo de lucro, por eso prefiero referirme a material de explotación sexual infantil.

El más común de los ciberdelitos son aquellos que tienen relación directa con el patrimonio y por supuesto son los fraudes en Internet, las ciber estafas y todas estas conductas que conocemos y que tienen como objetivo el lucro. Estos delitos pueden suponer en la actualidad más del 80% de la ciberdelincuencia por la alta rentabilidad económica que suponen.

Para mí, la más relevante, la más importante y la que más conozco es la cibercriminalidad intrusiva o también denominada cibercrimen social. Esta genera diversas formas de victimización interpersonal online y afecta bienes personalísimos como la intimidad, el honor, la privacidad, la dignidad, la libertad, o la intimidad sexual. Estos ciberdelitos, se producen en el ámbito de las relaciones personales y por supuesto, podemos encuadrarlos todos ellos dentro de las diferentes modalidades del ciberacoso.

Todas estas modalidades tienen gravísimas consecuencias para las víctimas, además de que se vulneran, por supuesto, bienes jurídicos personales y derechos fundamentales. Este tipo de cibercriminalidad intrusiva nos demuestra como Internet, que tiene muchísimos beneficios y bondades, también se ha convertido en un espacio idóneo para las venganzas anónimas, porque es el mayor patio de juegos del mundo y ahí puedes ser quien quieras ser y cada identidad que se crea se puede usar a conveniencia, escudándose en alguien que no eres, creándote perfiles falsos, incitando a otros a que también colaboren en ese ciberacoso, etcétera.

¿Qué acciones crees que pueden ser efectivas para conseguir responder de forma efectiva a estas nuevas amenazas?

Considero que hay 4 factores que influyen a la hora de convertirse en una posible victima online. En primer lugar, con cuantos usuarios interactúa esa persona, sobre todo si la gran mayoría son desconocidos. En segundo lugar, con qué frecuencia accede cada persona a Internet. En tercer lugar, cuanto tiempo pasa conectado a la red y, por último, que es lo que esa persona sube y comparte en Internet.

En Internet nosotros somos el producto. Aunque estemos ante un espacio virtual se puede aplicar la Teoría de las Actividades Cotidianas de Cohen y Felson, teoría basada en que el cambio de las conductas de las personas puede influir en los índices de criminalidad. Para que se pueda perpetrar un delito con éxito tiene que haber un lugar donde se lleve a cabo, en este caso es un espacio virtual, y se tiene que dar en un momento concreto, es decir, necesitamos un espacio y un momento determinado y, además, deben confluir 3 elementos:

  1. Un delincuente motivado que esté dispuesto a cometer ese delito, asumiendo determinados riesgos
  2. Un objetivo deseable para ese delincuente, es decir, una víctima o bienes y derechos de esa victima
  3. Ausencia de guardián capaz, de modo que no haya ningún sujeto o elemento que evite la comisión de ese delito.

Esta teoría se creó para hablar del delito dentro de un espacio físico, cuando hay una interacción personal entre víctima y victimario, pero también podemos aplicarla al ciberespacio.

En internet nosotros mismos somos nuestros guardianes capaces. Es decir, está en nuestras manos, en cierto modo, que nos terminemos convirtiendo o no, en cibervíctimas.

En Internet compartimos situaciones cotidianas como donde estamos, como nos sentimos, que tenemos, que hacemos, subimos imágenes y videos, de modo que compartimos parte de nuestra vida privada, de nuestra intimidad. Esto supone exponernos a numerosos riesgos de los que a veces no somos conscientes y mucho menos en el caso de niños y adolescentes.

Todos nosotros somos potenciales víctimas en Internet. No estoy diciendo que la mera introducción de información en Internet sea per se peligrosa. El riesgo de victimización no solo depende de lo que compartimos y de que bienes y derechos subimos a la red, sino que lo más importante son algunas de las conductas que se puedan llevar a cabo tras haber introducido esta información. Interactuar con sujetos, sobre todo, con personas que no conocemos, agregar a desconocidos a nuestras redes sociales, cuanto tiempo pasamos en Internet, el uso de mensajería instantánea con desconocidos, el uso de webcam con desconocidos; en el caso de los menores de edad, el uso frecuente de salas de chat con personas desconocidas; son todas conductas que aumentan el riesgo de, por ejemplo, ser víctimas de un groomer u otras formas de ciberdelincuencia. Lo mismo sucede con conductas como descargar o abrir archivos de desconocidos, navegar sin antivirus, enviar información personal a personas que no conocemos, o utilizar páginas web poco fiables, por ejemplo.

Emilio Vivallo - Content Manager Departamento de Comunicación de VIU
Emilio Vivallo-Ehijo

Equipo de Comunicación de la Universidad Internacional de Valencia.