Metodología Lean: de la implementación al sistema ajustado

La metodología Lean ayuda a las organizaciones o individuos que se embarcan en el proceso de ajuste a ofrecer un valor superior como resultado de su actividad. Lo consiguen mediante la eliminación del desperdicio y, en el primero de los casos, también gracias a habilitar un entorno de liderazgo compartido donde su equipo se involucra en la toma de decisiones.

En resumen, la metodología Lean es una forma de optimizar las personas, los recursos, el esfuerzo y la energía disponibles. En el caso de su aplicación a los negocios, el resultado de todo ello sería la creación de valor para el cliente.

Según Womack y Jones, hay cinco principios Lean clave: valor, flujo de valor, flujo, atracción y perfección. Aunque, en la práctica, en la mayoría de los casos podrían resumirse en dos: la mejora continua y el respeto por las personas.

¿Cómo se implementa la metodología Lean?

La implementación Lean gira en torno a la idea central de maximizar el valor para el cliente y minimizar el desperdicio. El resultado es que se consiguen más y mejores resultados con una menor inversión en tiempo y recursos. Alcanzar esta meta es posible por medio de flujos de valor completos que fluyen horizontalmente a través de tecnologías, activos y departamentos hacia los clientes.

Como puede imaginarse, no todas las organizaciones están igual de preparadas para implementar la metodología Lean. Existen algunos requisitos que aumentan las probabilidades de éxito, como los siguientes:

1. Identificar el flujo de valor, el conjunto de todas las acciones específicas necesarias para llevar un producto específico a través de las tres tareas de gestión críticas de cualquier negocio: la tarea de resolución de problemas, la tarea de gestión de la información y la tarea de transformación física.

2. Mapear los procesos que aportan ese valor. Luego de sentar las bases de un proceso Lean, identificando el valor del trabajo del equipo y subrayando la importancia de minimizar el desperdicio, hay que diseñar un mapa que represente el flujo de valor y todos los procesos, personas y recursos que intervienen.

3. Empezar el cambio poco a poco, siempre con el apoyo de la cultura que deberá integrar los principios que inspiran la metodología Lean.

4. Buscar la mejora continua. A través de la monitorización, el ajuste y la vuelta al seguimiento en un ciclo constante que trata de impulsar a la organización hacia la excelencia.

5. Estandarizar. Cuando algo funciona ya puede emplearse como ejemplo, normalizarse y exportarse a otras áreas, a otros procesos.

Podría decirse que existen cinco etapas en la implementación de la metodología Lean, que en realidad representan un conjunto de tres modelos diferentes: conversión, flujo y valor. Para producir mejoras y cambios visibles es necesario recorrerlas todas, desde el diagnóstico y la implementación de cambios, al control y la estandarización.

¿Cuáles son las características clave de un sistema Lean?

Cada organización ajustada es única, pero hay algunas cualidades fundamentales que tienden a tener en común todas las empresas que aplican la metodología Lean. El foco en el valor, la colaboración, el compromiso con la mejora continua, la alineación de todas las partes, la proactividad y la humildad son algunos de los rasgos que nos permiten saber si lo es o no lo es.

Otra forma de comprobar si una empresa es Lean o no es tratando de descubrir si se beneficia de las principales ventajas de este tipo de sistemas: inventario reducido, alta calidad y liderazgo participativo.

Aunque aplicar la metodología Lean es fuente de ventaja competitiva y podría parecer que siempre es un buen enfoque de gestión, existen algunas excepciones. Hay circunstancias en las que no conviene usar Lean, por ejemplo, cuando un proyecto es demasiado complejo o en los casos en que el cliente no quiere participar en el proceso de realización del proyecto.

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