Expertos VIU | Emilio Servera Martínez: Cambio climático ¿qué es? ¿qué podemos hacer para frenarlo? y ¿cuánto tiempo nos queda para hacerlo?
Emilio Servera Martínez es docente de VIU en el Máster Universitario en Economía Circular y Desarrollo Sostenible. Es doctorando en Ingeniería del Agua y Medioambiental por la Universitat Politècnica de València, Master of Science in Natural Resource Management por la Cranfield University, e Ingeniero Agrónomo, intensificación: Recursos Naturales y Medio Ambiente por la UPV. Cuenta con una amplia trayectoria profesional en el campo medioambiental, ejerciendo actualmente como técnico en I+D+i en Las Naves. A su faceta docente y profesional, suma una activa labor de investigación en temas relacionados con el cambio climático, publicando diversos artículos, capítulos de libros y comunicaciones sobre el tema y participando en varios proyectos con fondos europeos.
Con ocasión del Día Internacional contra el Cambio Climático, que se celebra el 24 de octubre, le pedimos que nos explicara algunos conceptos sobre el tema, y también, que nos recomendara algunas acciones efectivas que podemos adoptar, tanto a nivel individual como colectivo, para contribuir a mitigarlo. Porque tal como indica Servera, uno de los primeros pasos para detener el cambio climático es hablar sobre él.
Aunque a estas alturas el término está muy popularizado ¿Nos puedes explicar, a grandes rasgos, en qué consiste exactamente el proceso y qué lo provoca?
La actividad humana está cambiando el sistema climático de nuestro planeta, principalmente al incrementar de manera muy significativa la presencia de ciertos gases en la atmósfera (los denominados “gases de efecto invernadero”, como el dióxido de carbono o el metano). Esos cambios han hecho que el planeta Tierra retenga cada vez más energía de la que le llega del sol en forma de radiación y, por lo tanto, que la temperatura media del planeta se vaya incrementando poco a poco. Ese aumento en la temperatura afecta al resto de variables que definen el sistema climático, como por ejemplo la precipitación y, como consecuencia, a todos los elementos del planeta (vivos o no) que se ven influenciados por el clima. Es importante destacar que los cambios no sólo alteran los valores promedio de esas variables climáticas, sino que también se incrementa la frecuencia e intensidad con la que ocurren fenómenos extremos, como puedan ser las olas de calor, las lluvias torrenciales o las inundaciones.
¿Cuáles son los principales efectos del cambio climático en la actualidad y cuáles son los que se esperan en un futuro inmediato?
El nivel de calentamiento actual se estima aproximadamente en 1°C sobre las temperaturas medias que hubo entre 1850 y 1900, que son las que se toman habitualmente como referencia. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha publicado en 2021 un informe en el que se explican en detalle todos los cambios sin precedentes que se observan ya en el sistema climático, como puedan ser el retroceso de glaciares a nivel global, o la acidificación en los océanos y cambios en su salinidad. También se observan ya cambios en esos fenómenos extremos que mencionaba anteriormente. Por ejemplo, olas de calor que antes ocurrían una vez cada 10 años, ahora ocurren cuatro veces en ese mismo periodo de tiempo, y además son más intensas.
En el futuro, los cambios que veremos dependerán principalmente de cuantos gases de efecto invernadero se sigan emitiendo. A más emisiones de gases de efecto invernadero, mayor subida de temperaturas, más cambios en otras variables climáticas, y más efectos derivados de esos cambios en el sistema climático. Es muy importante tener en cuenta que esos efectos no aparecen de manera lineal, sino que existen una serie de umbrales clave, coincidentes con los objetivos acordados internacionalmente (intentar limitar el calentamiento global a 2°C o, preferiblemente, a 1.5°C), a partir de los cuales los impactos del cambio climático y las incertidumbres asociadas crecerían de manera desproporcionada. Medio grado de temperatura parece una diferencia pequeña, pero en un informe especial publicado por el IPCC en 2018 se muestra como un mundo con 2°C de calentamiento no sería simplemente un mundo un poco más caliente que uno que se haya calentado 1,5°C, sino que los efectos provocados por ese medio grado de subida adicional de temperaturas serían tan grandes que esencialmente estaríamos viviendo en un mundo diferente.
Las conclusiones del informe del IPCC de 2021 señalan de forma inequívoca que la situación climática actual es producto de la actividad humana, que ya se han producido cambios irreversibles y que si no se toman medidas drásticas de forma inmediata nos espera un futuro muy complicado ¿Por qué no se consigue avanzar de forma más rápida y efectiva en medidas supranacionales como el Acuerdo de París, por ejemplo?
Los seres humanos estamos preparados para reaccionar a momentos de peligro inminente, pero nos resulta mucho más difícil actuar ante fenómenos que se producen de una manera mucho más lenta, y en ocasiones menos visible. A nivel de sociedad, hay además muchos intereses económicos y políticos que obstaculizan el proceso. No estamos hablando de un problema como el del agujero de la capa de ozono, que básicamente se podía solucionar sustituyendo unos gases muy concretos en determinados procesos industriales. Generamos gases de efecto invernadero prácticamente a través de todas las actividades que realizamos como sociedad, así que la descarbonización, que es como se denomina al proceso de desligar nuestras economías de la generación de gases de efecto invernadero, será muy compleja.
A pesar de esas dificultades, el proceso de descarbonización deberá ser urgente. La ciencia es clara al respecto: para tener alguna opción de evitar los peores impactos del cambio climático, nuestras emisiones netas deberán ser nulas no más tarde de 2050. Eso quiere decir que a mitad de siglo deberemos emitir únicamente la misma cantidad de gases de efecto invernadero que puedan ser retirados de la atmósfera por procesos naturales o tecnológicos. Como esos procesos de retirada tienen límites claros, necesitamos reducir muchísimo nuestras emisiones para poder igualarlas a las absorciones, y eso requiere cambiar drásticamente nuestra sociedad. Hay muchos sectores donde la transición hacia la economía circular, p.ej., puede contribuir a alcanzar esa descarbonización. Pero también hay industrias, como la petrolera, que deberán desaparecer, porque su actividad es sencillamente incompatible con todos los objetivos de desarrollo sostenible a los que nos hemos comprometido internacionalmente. Desgraciadamente, esas empresas anteponen sus intereses individuales a los colectivos, así que llevan décadas siguiendo una estrategia organizada y premeditada para dificultar y ralentizar la acción por el clima, para así poder seguir obteniendo beneficios económicos a costa de nuestro presente y futuro.
¿Qué alcance real tienen las acciones individuales contra el cambio climático, cómo por ejemplo el decálogo que propone las Naciones Unidas? ¿Son suficientes, por si solas, para detener el proceso que estamos viviendo?
No hay ninguna solución, individual ni colectiva, que sea suficiente por si sola para detener el proceso del cambio climático, pero creo que es muy importante que eso no lo veamos como una limitación sino como una multiplicidad de oportunidades. Como dicen desde el IPCC, cada fracción de grado de calentamiento cuenta, y por tanto cada acción (y cada elección) cuentan.
Partiendo de esa base, hay acciones individuales que pueden acabar teniendo un impacto enorme, como son por ejemplo todas las relacionadas con comunicación, formación, educación y sensibilización, ya que son acciones que desde lo individual permiten acabar influyendo a nivel colectivo. Hay quien dice que lo más importante que se puede hacer frente al cambio climático es hablar de él, y por eso creo que son clave iniciativas como publicar esta entrevista, por ejemplo, o como decidirse a estudiar un posgrado en economía circular o desarrollo sostenible. Una ciudadanía más informada y más formada es una ciudadanía que va a comenzar a integrar toda esa información y todos esos objetivos de mitigación y adaptación en su toma de decisiones, tanto a nivel laboral como personal. Eso supondrá que comiencen a demandar a otros agentes que adopten también medidas significativas al respecto, ya sea para comprar sus productos o votarles en unas elecciones.
¿Qué medidas, tanto desde las esfera pública, política y económico/industrial, cómo de la individual, habría que implementar de forma inmediata para frenar el proceso de cambio climático?
Además de la comunicación, formación, educación y sensibilización, que he mencionado ya anteriormente, y que son claves para reforzar todo el resto de acciones, el trabajo frente al cambio climático se suele organizar en dos líneas principales: la mitigación y la adaptación. La mitigación consiste en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o en potenciar su absorción, por ejemplo, por la vegetación. Por otra parte, por adaptación entendemos el proceso de ajuste a los cambios en el clima y a sus efectos. Ambas líneas de trabajo son necesarias y complementarias, ya que el nivel de calentamiento actual ya requiere que nos adaptemos a él, pero a su vez existen límites en cuanto a la capacidad de adaptación que tienen determinadas partes de nuestra sociedad, especialmente si el clima sigue cambiando y acabamos sobrepasando esos umbrales críticos de calentamiento de los que hablábamos antes. Me gusta mucho como resume esta relación Bill McKibben, un autor y activista norteamericano, cuando dice que “tenemos que adaptarnos a lo que no podamos prevenir, y prevenir aquello a lo que no podamos adaptarnos”.
De forma inmediata, como sociedad, creo que deberíamos eliminar todos los incentivos que siguen existiendo al uso de combustibles fósiles. Supone tirar piedras sobre nuestro propio tejado, ya que acabarán produciéndose costes mucho mayores para la sociedad, ya sea en mitigación, en adaptación, o directamente debido a los daños provocados por el cambio climático. Es importantísimo, en esa misma línea, que todos los esfuerzos de recuperación post-pandemia vayan dirigidos a esa transición justa y necesaria, evitando incentivar proyectos o sectores que no sean compatibles con la rápida descarbonización de nuestra sociedad.
Para finalizar, tres ejemplos de acciones concretas y a nivel individual, que son muy fáciles y rápidas de poner en práctica, y que pueden tener un gran impacto relativo en nuestra vida diaria. En primer lugar, contratar la electricidad con una comercializadora de energías renovables. Es mucho más rápido y fácil que cambiar de compañía de teléfonos, pero mucha gente no sabe que existe esa opción que nos permite consumir energía “limpia” en el hogar. En segundo lugar, y teniendo en cuenta que los sistemas alimentarios son responsables de una tercera parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, debemos apoyar una transición a sistemas alimentarios más sostenibles, por ejemplo, priorizando todo lo que podamos la compra de alimentos de temporada y producidos de manera local. En tercer lugar, insistiré de nuevo en que es vital hablar con cuanta más gente mejor de todas esas acciones que vayamos tomando, y de todo lo que vayamos aprendiendo en el proceso, para que cada vez seamos más personas demandando y activando esos cambios que nos permitirán poder mirar al futuro con esperanza.