Concepto y utilidad de las buenas prácticas en la enseñanza
En un contexto generalista, «el concepto de buenas prácticas hace referencia a todas aquellas experiencias que se guían por principios, objetivos y procedimientos apropiados o por pautas aconsejables que se adecuan a una normativa determinada o a una serie de parámetros consensuados». Otro punto de referencia de las pautas es que cuenten con una experiencia anterior de resultados positivos, demostrando su eficacia y utilidad en un determinado contexto.
Asímismo, la buenas prácticas pueden referirse también a las formas más óptimas de ejecución de un proceso o actividad, pudiendo servir de modelo para otros profesionales u organizaciones. Una de las ventajas de las buenas prácticas es que permiten aprender de las experiencias y aprendizajes de otros, aplicándolos y adaptándolos a contextos similares y así conseguir una repetición de buenos resultados.
En general las buenas prácticas se utilizan no solamente para conseguir unos buenos resultados en la gestión y puesta en marcha de circuitos y procedimientos, sin también en la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de las personas y en la superación de sus problemáticas.
Diversas instituciones han desarrollado programas de identificación, selección y en ciertos casos hasta distinción con premios de buenas prácticas en contextos muy diferentes: inclusión social, perspectiva de género, trabajo con jóvenes, urbanismo social, superación de conflictos y, por supuesto, también en el entorno de la educación.
Criterios comunes de las buenas prácticas en enseñanza
- Responden a necesidades específicas y claramente identificadas.
- Se basan en evidencias.
- Suelen tener un punto de innovación en su diseño y aplicación.
- Se fundamentan en principios y valores básicos.
- Responden a perspectivas muy claras del problema que pretenden encarar.
- Permiten la retroalimentación y reorientación de las acciones.
- Sistematizan tanto procesos como resultados.
- Propician la repetición de experiencias positivas.
Las buenas practicas en educación
La adaptación del concepto general de buenas prácticas la contexto educativa implica promover un contacto más intenso entre estudiantes y profesores, desarrollar la reciprocidad y las cooperación entre los propios alumnos, fomentar el aprendizaje activo o respetar los diversos talentos y formas de aprender, entre otras cuestiones.
Las buenas prácticas educativas pueden aplicarse también en la organización escolar de un centro, de forma que permita analizar y mejorar los distintos elementos que incorporan su cadena organizativa. También se pueden considerar buenas prácticas en el ámbito de la docencia del profesorado, y de esta forma analizar el conjunto de aptitudes y actitudes que debe tener un maestro al impartir docencia en un los distintos niveles.
Otra dimensión interesante son las buenas prácticas en la orientación, tutoría y relaciones con los alumnos y sus padres, un aspecto fundamental para promover el buen ambiente y la convivencia escolar, así como facilitar la resolución de conflictos y los casos de acoso escolar o bullying.
Buenas prácticas en el uso de TICs para la enseñanza
Capítulo aparte merecen el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), puesto que hoy en día ocupan una posición absolutamente central en la vida cotidiana de los adolescentes. Estas tecnologías son su seña de identidad, lo que implica que uno de los retos más importantes de los profesionales de la educación sea, sin lugar a dudas, el estudio de la relación que los menores establecen con las TICs.
Entre las funciones educativas de las TICs destacan su capacidad para facilitar la comunicación interpersonal y el trabajo colaborativo entre los alumnos, tanto en el aula como fuera de ella, y la manifestación de las aptitudes creativas del alumnado. Son también un medio ideal de acceso a información de actualidad, cultural, social y a potentes e interesantes materiales didácticos preparados para su utilización en el aula.
En relación a los valores educativos de las TICs, estas son de gran utilidad para el profesorado para promover una convivencia basada en valores y un formación social, científica y técnica adaptada a las nuevas realidades. Por ello, las TIC son fundamentales como herramienta docente puesto que permiten abrir la mene de los alumnos y alumnas a conocimientos e informaciones de todo tipo, potencian el espíritu crítico y fomentan el trabajo colaborativo.
En su libro Introducción a la Tecnología Educativa, Manuel Area Monteira plantea un decálogo de buenas prácticas para el uso de TICs:
- Lo relevante debe ser siempre lo educativo, no lo tecnológico.
- Un profesor o profesora debe de ser consciente de que las TICs no tienen efectos mágicos sobre el aprendizaje ni generan automáticamente innovación educativa.
- Es el método o estrategia didáctica junto con las actividades planificadas las que promueven un tipo u otro de aprendizaje.
- Se deben utilizar las TIC de forma que el alumnado aprenda “haciendo cosas” con la tecnología.
- Las TIC deben utilizarse tanto como recursos de apoyo para el aprendizaje académico de las distintas materias curriculares, como para la adquisición y desarrollo de competencias específicas en la tecnología digital e información.
- Las TIC pueden ser utilizadas tanto como herramientas para la búsqueda, consulta y elaboración de información como para relacionarse y comunicarse con otras personas.
- Las TIC deben ser utilizadas tanto para el trabajo individual de cada alumno como para el desarrollo de procesos de aprendizaje colaborativo entre grupos de alumnos tanto presencial como virtualmente.
- Cuando se planifica una lección, unidad didáctica, proyecto o actividad con TIC debe hacerse explícito no sólo el objetivo y contenido de aprendizaje curricular, sino también el tipo de competencia o habilidad tecnológica/informacional que se promueve en el alumnado.
- Debe evitarse la improvisación. Es muy importante tener planificados el tiempo, las tareas o actividades, los agrupamientos de los estudiantes, el proceso de trabajo.
- Usar las TIC no debe considerarse ni planificarse como una acción ajena o paralela al proceso de enseñanza habitual.