El liderazgo situacional, un líder para cada momento
El liderazgo sólo tiene sentido aplicado a un equipo de trabajo. El liderazgo situacional trata de afrontar una evolución inevitable: el distinto grado de desarrollo de los equipos a lo largo del tiempo. Ejerce, por tanto, un comportamiento adaptado a las necesidades de los miembros del equipo en cada momento. La flexibilidad y adaptación son elementos muy valiosos en la dirección. Un liderazgo eficaz es una de las claves del éxito de la empresa. La teoría del liderazgo situacional sostiene que no existe un tipo de liderazgo único que se pueda considerar el mejor. El argumento implica que la eficacia de un liderazgo se basa en factores situacionales dentro del grupo. Por lo tanto, la conducta más adecuada del líder depende de la madurez de los miembros del equipo: de la evolución de sus competencias, su experiencia o su motivación para desempeñar las tareas y asumir responsabilidades.
Teoría del liderazgo situacional
El modelo surge a través de los trabajos de Paul Hersey y Ken Blanchard. El punto de partida establece que el rendimiento de los grupos de trabajo depende de un equilibrio entre el modo de interactuar del líder con sus subordinados y las condiciones en las que se puede ejercer influencia y control en cada situación concreta. Consideran determinante en esta ecuación las dos variables que afectan al grupo: sus habilidades y su disposición para las tareas. Fases del proceso Se pueden considerar seis fases en la aplicación del liderazgo situacional.
- Identificar las funciones y actividades, existentes o necesarias, para desarrollar el trabajo con la mayor eficiencia.
- Establecer las habilidades o conocimientos necesarios para desarrollar cada tarea.
- Evaluar el nivel de competencia de cada integrante del equipo.
- Evaluar el nivel de motivación y confianza de cada integrante del equipo.
- Determinar cuál es el nivel de desarrollo o madurez de cada integrante del equipo en relación a su puesto (adecuación de sus habilidades/conocimientos y motivación a los requerimientos de ese puesto).
- Aplicar el estilo de liderazgo adecuado para cada colaborador.
Tipos de liderazgo situacional para cada situación
El liderazgo situacional debe afrontar estos dos tipos de comportamiento, en función del desarrollo del equipo:
- Comportamiento directivo: definiendo las funciones y tareas de cada uno, indicando cómo y cuando se deben hacer y controlando los resultados.
- Comportamiento de apoyo: centrado en el desarrollo del grupo y apoyando la participación, la cohesión y la motivación.
Cada fase de desarrollo implica un nivel de comportamiento que, en mayor o menor medida, da lugar a cuatro tipos de liderazgo situacional: Nivel de desarrollo 1 Liderazgo de control. Implica un nivel alto de comportamiento directivo y bajo de apoyo. En él, se determinan las metas estableciendo tareas realistas y asequibles, ya que los miembros del grupo aún no tienen un nivel de competencia adecuado, no tienen suficientes conocimientos o experiencia. En este sentido, el líder debe planear cómo se pueden adquirir y fomentar las habilidades necesarias para la realización de las tareas. Nivel de desarrollo 2 Liderazgo de supervisión. Niveles altos de comportamiento directivo y de apoyo. El líder sigue ayudando a incrementar las capacidades, al tiempo que redefine las metas. Mantiene el ánimo de grupo para establecer relaciones de participación y cohesión. Los miembros del equipo tienen aún niveles bajos de competencia y su motivación varía como consecuencia de las dificultades, por ello, es fundamental el apoyo del líder. Nivel de desarrollo 3: Liderazgo de asesoramiento: El nivel de comportamiento de apoyo sigue alto pero baja el directivo. Se va cediendo el control sobre las decisiones y se fomenta la participación y la responsabilidad entre los miembros. Los niveles de competencia y rendimiento van en ascenso. Los integrantes del grupo han conseguido una mayor adaptación a las situaciones y una adecuada integración. Nivel de desarrollo 4: Liderazgo de delegación. Nivel directivo y de apoyo bajo. Se promueve el funcionamiento autónomo del grupo. El rendimiento es alto como consecuencia del dominio de las habilidades y conocimientos necesarios para el trabajo. La experiencia y confianza eleva los sentimientos de competencia y orgullo de pertenencia al grupo. En resumen, a un nivel de desarrollo bajo le corresponde un estilo directivo alto. Con el tiempo, el estilo se va inclinando hacia la persuasión y la motivación. El punto final es promover un trabajo más participativo y autónomo, delegando funciones. Este liderazgo requiere un líder muy hábil para identificar cada momento y cada situación, sin que sus cambios de comportamiento sean mal interpretados.