Usos de los sistemas de salud mental: cuáles son las prioridades
Tal como indican diversos autores, los índices de prevalencia de ciertas enfermedades mentales, como la ansiedad y la depresión, se encuentran en constante crecimiento. Esta situación se traduce en que muchas veces las personas que presentan estas características clínicas acuden a los centros de atención primaria y no reciben la atención que necesitan (Haro et al., 2013; Mitchell et al., 2009).
Debido a esto, una solución de compromiso que comúnmente se lleva a cabo es aumentar los tiempos de espera de estos pacientes para recibir asistencia, ya que el personal calificado disponible para cubrir dicha demanda no es suficiente. Esto tiene un alto costo de salud: los pacientes no reciben el tratamiento adecuado cuando lo necesitan sino meses más tarde, cuando, en ocasiones, la sintomatología que presentan es más severa (Cuijpers, Beekman, Reynolds, 2012). Por esta razón diversos autores plantean la necesidad de realizar una mejor inversión en la prevención y el tratamiento de estos trastornos (Bentley, Gallagher, Carl, Barlow, 2014), mediante la implementación de nuevos los métodos de asistencia, y así reducir los tiempos de espera. A pesar de disponer de un gran abanico de tratamientos psicológicos basados en la evidencia (TPBE) existen multiples motivos por los que las personas no reciben el tratamiento que necesitan: por razones de accesibilidad para acudir al centro clínico especializado, por errores en el diagnóstico, o por desconocimiento de los procedimientos específicos para reducir los síntomas del paciente. Es decir, estos TPBE tienen una limitación importante: los servicios de salud mental que los ofrecen, en términos de accesibilidad y calidad, son generalmente poco eficientes (Kazdin, Blasé, 2011). Por ejemplo, menos del 50% de las personas con depresión son tratadas por un profesional de la salud o un médico general y sólo un cuarto recibe un tratamiento adecuado, principalmente debido a los altos costos, gran cantidad de demandas de los mismos, el tiempo requerido para su aplicación, o por la falta de profesionales capacitados (Andrews, Issakidis, Sanderson, Corry, Lapsley, 2004; Titov, 2011). Por lo tanto, la psicoterapia individual, el modelo dominante en la prestación de servicios, no es probable que satisfaga estas necesidades (Kazdin, Rabbitt, 2013).
Es posible avanzar hacia una mejora de los servicios de atención clínica en términos de coste/ beneficio. Muchos autores proponen la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), especialmente con el uso de Internet para apoyar la implementación de las intervenciones, como un poderoso vehículo para la efectiva ejecución y diseminación de los TPBE y una alternativa muy prometedora a las actuales estrategias de tratamiento (Andersson, 2016; Botella et al., 2012; Buntrock, Ebert, Lehr, Smit, Riper, Berking, Cuijpers, 2016; Cuijpers, Donker, Johansson, Mohr, van Straten, Andersson, 2011; Titov, 2011).
Referencias Bibliográficas:
Andersson, G. (2016). Internet-delivered psychological treatments. Annu Rev Clin Psychol., 12(1), 157-179.
Andrews, G., Issakidis, C., Sanderson, K., Corry, J., Lapsley, H. (2004). Utilising survey data to inform public policy: comparison of the cost-effectiveness of treatment of ten mental disorders. Br J Psychiatry Suppl, 184(6), 526-533.
Bentley, K., Gallagher, M., Carl, J., Barlow, D. (2014). Development and validation of the Overall Depression Severity and Impairment Scale. Psychol Assess., 26(3), 815-830.
Botella, C., Mira, A., Garcia-Palacios, A., Quero, S., Navarro, M.V., Riera López del Amo, A., Molinari, G., Castilla, D., Moragrega, I., Soler, C., Alcañiz, M. y Baños, R.M. (2012). Similing is Fun: A coping with stress and emotion regulation program. Annual review of cybertherapy and telemedicine, 181, 123-127.
Buntrock, C., Ebert, D.D, Lehr, D., Smit, F., Riper, H., Berking, M. Cuijpers, P. (2016). Effect of a Web-Based Guided Self-help Intervention for Prevention of Major Depression in Adults With Subthreshold Depression A Randomized Clinical Trial. JAMA, 315(17), 1854-1863.
Cuijpers, P., Beekman, A., Reynolds, C. (2012). Preventing depression: a global priority. JAMA, 307(10), 1033.
Cuijpers, P., Donker, T., Johansson, R., Mohr, D., van Straten, A., Andersson, G. (2011). Self-guided psychological treatment for depressive symptoms: a meta-analysis. PLoS One., 6(6), e21274.
Haro J, Ayuso-Mateos J, Bitter I, et al. (2013). ROAMER: roadmap for mental health research in Europe. Int J Methods Psychiatr Res., 23(S1), 1-14.
Kazdin, A, Blasé, S. (2011). Rebooting psychotherapy research and practice to reduce the burden of mental illness. Perspect Psychol Sci., 6(1), 21-37.
Kazdin, A., Rabbitt, S. (2013). Novel models for delivering mental health services and reducing the burdens of mental illness. Clin Psychol Sci., 1(2), 170-191.
Mitchell A, Vaze A, Rao S. (2009). Clinical diagnosis of depression in primary care: a meta-analysis. Lancet, 374(9690), 609-619.
Titov, N. (2011). Internet-delivered psychotherapy for depression in adults. Curr Opin Psychiatry., 24(1), 18-23.