Claves para el aprendizaje y desarrollo de la personalidad
El desarrollo de la personalidad está íntimamente relacionado con la educación emocional, la cual puede definirse con un proceso educativo, continuo y permanente, y muchas veces de carácter transversal, cuyo objetivo es potenciar el desarrollo de las competencias emocionales de las personas.
La inteligencia emocional se mueve en dos esferas básicas: la gestión y conocimiento de nuestras propias emociones y sentimientos y los de los demás, desarrollando procesos empáticos. Una buena inteligencia emocional no se reduce únicamente al conocimiento propio y profundo de uno mismo y del resto, sino que la cuestión clave radica en aprovechar estos sentimientos como ayuda y catalizador en la consecución de nuestros objetivos, tanto personales como profesionales.
Cómo afianzar la personalidad desde el aula ordinaria
La personalidad puede definirse como un conjunto de características o patrones que configuran la psicología de una persona, incluyendo un amplio espectro de factores como: pensamientos, sentimientos, actitudes, hábitos y tipos de conductas de cada individuo.
Por lo tanto, la personalidad es el resultado de una suma de patrones conductuales que vienen determinados por factores muy diversos: cognoscitivos (de inteligencia), carácter o sector conativo, de temperamento y también somáticos. Pero además de todo esto existe otro importante factor de influencia configurado por el contexto familiar y social: influencia de los padres, nivel socieconómico en el que se encuentra inmerso el individuo y, por supuesto, la escuela y el sistema educativo en general.
Desde el momento de nacer, cada persona ya tiene marcados algunos rasgos de su propia personalidad, la cual se irá estructurando con el paso del tiempo, teniendo una gran influencia las interacciones del individuo con el resto de personas y con su integración con los grupos y estructuras sociales.
Acciones desde la escuela
La preocupación desde los estamentos educativos por desarrollar la inteligencia emocional y la personalidad de los alumnos es cada vez mayor, como demuestra el hecho de la puesta en marcha de másters y asignaturas específicas sobre esta cuestión. Por lo tanto, desde el aula se puede hacer un trabajo con los alumnos en base a las siguientes directrices:
- Introducción en el currículo de aprendizajes de inteligencia emocional y desarrollo de la personalidad, tanto de forma específica (asignaturas concretas) como transversal (introduciendo el tema en otras asignaturas).
- Poner en marcha actividades de todo tipo (juegos, debates, ejercicios) que desde los primeros cursos de educación infantil ayuden a los alumnos a adquirir un mayor conocimiento de sus propias emociones y a identificar las de los demás.
- Desarrollar habilidades de regulación de las propias emociones.
- Prevención de los efectos perniciosos de los pensamientos negativos.
El principal problema de una persona que no se siente con personalidad es que aún no se ha identificado a sí misma. Dicho de un modo más claro: no ha logrado conocerse en profundidad. Por este motivo, la educación emocional supone una innovación educativa imprescindible hoy en día para dar satisfacción a una serie de necesidades personales y sociales que no están suficientemente atendidas a través de los contenidos de las materias académicas ordinarias.
Si logramos unas generaciones de alumnos con fuerte de personalidad, estaremos creando ciudadanos capaces de enfrentarse con éxito a los retos y problemas, tanto individuales y sociales, con un mayor sentido de la justicia e impregnados de valores democráticos.