Desarrollo de videojuegos: 10 pasos para empezar tu proyecto
Desde que el ocio electrónico diera sus primeros pasos en las máquinas arcade a principios de los ochenta, el desarrollo de videojuegos ha estado en manos de un reducido número de distribuidoras durante tres décadas. Con la explosión de Internet a finales de la década pasada, el sector ha sucumbido ante los torbellinos indie y móvil. La afición se ha propagado, las estadísticas crecen año a año y la caída de barreras técnicas han elevado al videojuego al nivel de artes clásicas como la literatura o el cine. La divulgación de la industria del videojuego ha hecho florecer nuevas empresas y creado puestos de trabajo en las ya establecidas.
Descarga nuestra guía gratuita: Formación en tecnología: Conoce las disciplinas que seguirán demandando profesionales tras la cuarta revolución industrial
Consejos para el desarrollo de videojuegos
Si estás pensando en adentrarte en el mundo de los bits, aquí te traemos diez consejos para que empieces con buen pie:
- Habla como Shakespeare: no hay sector más globalizado que el de los videojuegos. Todo lo que concierne al sector está en inglés. Asegúrate de dominar el idioma tanto o más que las hard skills.
- Entiende a tu jugador: uno de los puntos más críticos en el desarrollo de videojuegos es la elección del público objetivo o target. A no ser que pienses crear videojuegos para tu propio uso y disfrute, es necesario tener en cuenta quién crees que puede querer jugarlos y, aun así, decenas de títulos –miles, si entramos en el ámbito móvil— en la misma línea competirán por captar la atención de ese público. Para desarrollos poco ambiciosos es muy recomendable centrarse en un nicho muy específico y ofrecer una obra “de autor”.
- Pon orden al caos: con decenas de personas trabajando cada una por su cuenta, es fácil que un proyecto acabe manga por hombro. Mantén tu código ordenado, flexible y bien comentado para que cualquiera que tenga que trabajar con él pueda entenderlo de un vistazo. Incluso sin ser programador, el orden es bastante riguroso: es importante ser coherente en la nomenclatura de archivos, hacer limpieza de versiones obsoletas y coordinarse bien con todo el equipo para que todos cuenten con los avances que hayan realizado los demás.
- Empieza por abajo: pese a que a todos nos inspiran las superproducciones, está fuera de nuestro alcance conseguir un resultado similar desde el principio. Por ello puede ser buena idea empezar con un sencillo juego para móvil cuyo desarrollo no se vaya por las ramas y sea fácil de publicar en una tienda. Aunque ten siempre en cuenta que los grandes distribuidores opacarán tu humilde creación sin mover un dedo.
- Lee la prensa: seguramente te sepas de memoria los títulos que colmarán las estanterías en los próximos meses, pero para meterte de pleno en el mundillo hace falta tener una visión mucho más profunda de la industria: saber quién mueve los hilos, qué tendencias están por llegar, qué estudios caen y por qué es clave para entender el círculo del videojuego. Y si tienes ganas de más, escuchar charlas de los verdaderos profesionales del sector puede aportarte más que cien tráileres. En la GDC tienes conferencias sobre cualquier ámbito de los videojuegos.
- Atrévete con ideas locas: las mayores innovaciones suelen surgir de ideas disparatadas por las que nadie habría puesto un duro. Cuando uno se juega el pan de cada día no puede permitirse el lujo de probar con una idea nunca antes vista, así que se suele replicar lo que triunfa en el mercado. Es antes de entrar al mercado laboral cuando se es más libre de ataduras y se puede decidir con quién trabajar, ¡así que pon a prueba cualquier locura que se te ocurra sin pensar en el riesgo!
- Únete a la comunidad: aunque el mundo del videojuego es un pañuelo, absolutamente todos sus miembros son usuarios 2.0. Cuando un desarrollador está contento con su trabajo, lo más gratificante es compartir el proceso con el mundo. Los foros y comunidades son un hervidero de contenido, tutoriales, respuestas y veteranos con ganas de ayudar a los menos experimentados. Incluso cada pieza de software, por poco extendida que sea, tiene su subespacio para resolver las dudas de los noveles.
- Comparte y compite: la competición es otro aspecto muy a tener en cuenta. A los desarrolladores les encanta participar en las llamadas jams, donde se reúnen con otros miembros del gremio para sacar un proyecto en un tiempo limitado. Otras, como la Ludum Dare, son online y dan total libertad para subir lo que sea que hayas creado para que otros lo jueguen y te den feedback. Sin embargo, lejos de lo que pueda parecer, en estos ambientes se respira cooperación en cada rincón. Si crees no poder contribuir en absoluto al desarrollo de un videojuego por falta de experiencia: te equivocas. En estas espontáneas reuniones los productos se modelan según las habilidades del equipo que los crea. Sin directrices ni límites, es el escenario perfecto para dar rienda suelta a la creatividad y aprender de personas con las mismas ilusiones.
- Juega: juega y juega mucho, pero no te quedes en la superficie. Prueba todo lo que caiga en tus manos. Empápate de cuantas más experiencias mejor. Desgrana sus conceptos, sus diseños y su ejecución. Al desarrollar un videojuego, cuanto más hayas jugado, mayor será tu bagaje en el medio y más referencias tendrás para crear un buen producto. A propósito, no subestimes los juegos de mesa, pues sus mecánicas son más transparentes y son aplicables a los videojuegos mucho más de lo que pueda parecer a simple vista. Además, durante la pausa del almuerzo, las tertulias entre desarrolladores giran alrededor de tres temas básicos: el juego que están haciendo, el que les gustaría hacer y aquél al que están jugando. ¡Vete preparado!
- Empieza a formarte: pocos años atrás encontrar un buen profesional podía resultar una pesadilla para las empresas del sector. Afortunadamente, a día de hoy tienes a tu disposición programas oficiales en diseño y desarrollo de videojuegos que te proporcionarán las habilidades prácticas y con los que podrás avalar tus conocimientos ante las empresas para las que quieras trabajar. ¡Incluso puede que te sientas con fuerzas para fundar tu propio estudio!