La (todavía) importancia del "papel" en la música clásica: nuevas propuestas de investigación musical
Para la Música Clásica Occidental el soporte papel es uno de los pilares fundamentales de su esencia. A diferencia de otras manifestaciones musicales –música popular, música tradicional, algunas músicas modernas– donde la música no necesita obligatoriamente de soporte físico escrito, la música occidental –especialmente entre los siglos XVII y XX– tiene en las partituras y particelle uno de elementos principales. Dicho soporte es esencial para interpretar, analizar, estudiar, catalogar,... la música escrita.
Esta afirmación sirve de excusa para hablar por una parte de las nuevas tecnologías aplicadas al estudio e interpretación de música (clásica) y por otro de la importancia de las ediciones musicales a la hora de aproximarse a cualquier obra o autor.
Con los avances tecnológicos acaecidos en las últimas décadas, muchos se preguntan si la interpretación de la música clásica puede beneficiarse de alguna manera. En lo que respecta a la difusión y acceso de fuentes no hay duda. Centenares de bibliotecas han digitalizado fuentes manuscritas e impresas.[1] Hoy en día es muy fácil conseguir obras en formato digital de multitud de autores, y más aún si forma parte del canon de la música clásica occidental. Plataformas como IMSLP / Biblitoeca Musical Petrucci son un buen ejemplo. El intérprete googlea el título de alguna pieza y tiene a su disposición decenas opciones. Queda asegurarse de que es la versión correcta, imprimir y listo para ser tocada y/o cantada.
Es más, muchos intérpretes y directores ya usan para ensayar y estudiar tabletas digitales donde almacenan cientos de obras online o en local a la distancia de pocos taps.[2] Por ejemplo usar el iPad de Apple para la lectura de partituras originales que por su antigüedad no conviene manipular, o usar la fantástica aplicación StaffPad para la escritura de música en la Surface de Microsoft.
Con todo, muchas veces se hace necesario el uso de papel. Varios son los motivos. Bien sea por el tamaño y la calidad de la imagen, bien por la visibilidad y la iluminación de las salas donde se interpreta. Cuántas veces nos hemos acordado de que el papel no debería ser blanco, sobre todo cuando hay demasiada luz!
Pensando en ello me acordé del fantástico vídeo reportaje de Christopher Hogwood en las entrañas de la potente Bärenreiter. El documental muestra al musicólogo y director inglés en la sede central de la editorial en Kassel –tiene también sedes en Basilea, Londres, Nueva York y Praga–. Hogwood hace un recorrido por los distintos departamentos donde los empleados explican la importancia de cada una de sus tareas (bibliotecarios, musicólogos, jefes de ventas, impresores, directores generales,…). El recorrido se complementa con una entrevista sobre la importancia de la edición musical y el papel de las editoriales.
[Bärenreiter Urtext (English version)]
Para la musicología, la edición siempre ha sido un pilar central de la disciplina. Las ediciones urtext –ediciones impresas que intentan reflejar la intención original del autor lo más exactamente posible– siguen siendo hoy en día un terreno abonado para la investigación. La multitud de formatos que podemos encontrar de un material musical previa a una edición final, aporta mucha información acerca de las voluntades del autor (bosquejos, borradores, partituras autógrafas, pruebas de imprenta, correcciones de las ediciones definitivas,...). Todo este material es muy valioso para la investigación musical. Vemos pues que desde la preparación de una edición de pieza pequeña hasta planear la edición de las obras completas de un gran compositor, el papel de la musicología resulta imprescindible.
Pero, aparte del estudio de fuentes para su edición y publicación, ¿se puede hacer algún otro tipo de investigación musical a partir de estos materiales? Christopher Hogwood nos ofrece una respuesta afirmativa y una propuesta muy sugerente. Plantea que hay dos formas de interpretar: se puede tocar, por ejemplo un obra de Brahms, con una edición urtext, siguiendo las indicaciones propuestas por el editor, o bien se podría ir más allá, de la siguiente manera: entender la interpretación como una forma de revelar el proceso de composición.
Este procedimiento consistiría en reconstruir el proceso de composición a través de la interpretación de fuentes musicales en sentido inverso, viendo qué ha ido modificando el compositor –y el editor– a medida que la obra musical iba tomando forma: cómo se han eliminado matices, cómo se ha cambiado la paginación y formato, cómo se han corregido errores de imprenta o cómo se prefiere el timbre y sonoridad de un instrumento a otro,…
Esta combinación de trabajo de investigación musicológico e interpretativo puede ser un gran aliciente y, espero, generar nuevas ideas y proyectos para muchos de los alumnos del programa de Máster Universitario en Interpretación e Investigación Musical.
Dr. Ferran Escrivà-Llorca, profesor colaborador de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) en el Máster Universitario en Interpretación e Investigación Musical. Profesor de la asignatura “Historiografía de la Música”.
[1] Desde hace unos meses la British Library y la Biblioteca Nacional de Madrid permiten fotografiar fuentes con tus propios medios.
[2] Golpear ligeramente la pantalla del dispositivo electrónico.