Las claves de una comunicación oral efectiva
El lenguaje oral es el medio de comunicación más antiguo de la historia de la humanidad. El ser humano se ha comunicado de manera oral desde el inicio de los tiempos. Es algo muy intrínseco en el hombre, pero si no se entrena esta habilidad el mensaje no llega al interlocutor como deseamos.
En la antigua Grecia los sofistas eran unos auténticos maestros de la oratoria. Eran capaces de convencer a quién fuera simplemente con el buen uso de la palabra. Eran los maestros en exponer los pensamientos de manera convincente. Y es esta, sin duda, una de las claves fundamentales de la comunicación oral efectiva.
Convencer a la gente, a nuestros clientes o colegas de trabajo, mediante el uso adecuado y ordenado de las palabras. Ser en definitiva, unos expertos en el dominio del lenguaje. Pero, ¿sólo basta con ordenar las palabras para ser convincente? La respuesta es no. El lenguaje va más allá de los vocablos que salgan de nuestra boca.
Hay otros elementos no verbales que inciden directamente en la efectividad de la recepción del mensaje por parte de nuestro interlocutor. Los mensajes pueden ser comunicados mediante distintos medios. Podemos escribir una carta, recitar un poema en voz alta o hacer una señal para que el taxi o el autobús se pare para poder subirnos en él. El lenguaje gestual es parte del lenguaje no verbal, de gran importancia para llevar a cabo una buena comunicación oral.
El Dr. Sebastià Serrano es sin duda uno de los mayores expertos que tenemos en nuestro país en comunicación no verbal. Él no sólo defiende que es importante lo qué decimos sino que tan o más importante lo es el cómo lo decimos. La entonación que le damos al discurso, los silencios que hacemos, los gestos que imprimimos, etc. Habla de utilizar todos los sentidos posibles para captar la atención, incluido el tacto y el olfato.
Aunque parezca una obviedad, el olfato es uno de los sentidos que nos filtran mejor a las personas. Un olor agradable nos predispone a una, valga la redundancia, mejor recepción. Además, el tacto también transmite proximidad y acercamiento a nuestro interlocutor.
No es casualidad que todas las reuniones de negocios empiecen y acaben con un apretón de manos. Es un elemento fundamental de la comunicación no verbal para confirmar hechos.
El secreto de una buena comunicación oral
Lo más importante de una comunicación entre dos individuos o entre uno y muchos es que el mensaje llegue al interlocutor. Por lo tanto, además de cuidar las palabras que utilizamos, es muy importante lograr que dichas palabras lleguen al receptor.
¿Y cómo conseguimos saber si nuestro interlocutor nos está siguiendo? Pues escuchándolo. Oyendo atentamente las interpelaciones que nos haga y atendiendo a la respuesta que nos dé mientras nosotros le estamos emitiendo el mensaje.
La cara es el espejo del alma y esta nos da mucha información de cómo está recibiendo el público nuestras palabras. Si tenemos la habilidad de fijarnos en esta información, seremos capaces de enderezar discursos que no van por el camino deseado.
Saber escuchar es lo más difícil en comunicación. Cuando recibimos efectivamente las ideas de nuestro interlocutor, captamos los hilos que nos lanza este, de gran importancia para acercarnos a sus necesidades y poderle darle respuesta. Podríamos decir de esta manera que las orejas son la parte del cuerpo más importante del buen orador. A través de estas activamos el sentido del oído. Si uno de los interlocutores no escucha al otro, la comunicación se rompe. Y es que la comunicación que sólo emite y no recibe está muerta.
Si aplicamos todos estos consejos, el éxito de nuestras comunicaciones no tardará en dar sus frutos. Cómo cualquier empresa importante en nuestra vida, la comunicación oral deberá ser abordada desde los cinco sentidos, sin menospreciar ninguno. La vista, el oído, el olfato, el tacto e incluso el gusto (si queremos divulgar un plato culinario, por ejemplo) deberán jugar un papel fundamental en la transmisión del mensaje. Cinco sentidos unidos para la consecución de un objetivo común.