Los niveles de audición: oír, escuchar, percibir. ¿Cómo diferenciarlos?
Probablemente alguna vez alguien te ha dicho “me oyes pero no me escuchas” o “me ves pero no me miras”. Son expresiones muy coloquiales pero que desde la sabiduría de lo cotidiano nos están diciendo que nuestros sentidos tienen diferentes niveles de apreciación.
En la educación musical uno de los que sentó precedente fue el compositor Aaron Copland que en su libro Cómo escuchar la música[1] se atrevió a tratar la audición no solo desde un punto de vista objetivo, es decir a través del análisis de los parámetros musicales, sino también teniendo en cuenta elementos más subjetivos como son las sensaciones, las emociones, los sentimientos y los gustos que cada ser humano tiene. Con una enorme intuición y conocimiento (y sin la cantidad y variedad de estudios científicos y pseudocientíficos que ahora podemos leer sobre los efectos de la música en nuestro cerebro, en nuestra vida, en nuestra alma y casi en el más allá) Copland propuso que los oyentes se hicieran dos preguntas: ¿oigo todo lo que está pasando? ¿soy sensible a todo ello? Y determinó que a partir de las respuestas podíamos darnos cuenta de la existencia de tres planos en la escucha: 1. Plano sensual; 2. Plano expresivo y 3. Plano puramente musical.
En mi experiencia como docente con alumnos de entre 12 y 18 años pude comprobar que el vocabulario de Copland provocaba tantas sonrisillas, nerviosismos y cuchicheos que se perdía un tiempo precioso en tranquilizar y silenciar al grupo cuya revolución hormonal equivocaba sensual con sexual y puramente musical con solfeo. Por este motivo decidí combinar el lenguaje coloquial con esa idea de tres planos de escucha y comencé a aplicar en todas las clases de música lo que denominé tres niveles de audición: 1. Oír 2. Escuchar y 3. Percibir. Desde entonces son ya 21 años los que llevo aplicando estos términos en todos los niveles educativos en los que he participado (primaria, secundaria, grado medio, superior, universitario) así como en cursos y conferencias para especialistas y aficionados a la música. He trabajado con casi 1.400 alumnos y así como otras actividades del entrenamiento auditivo generaban y generan ciertas dudas, controversias e incomodidades, la de niveles de audición obtiene siempre un porcentaje altísimo de consenso en cuanto a su utilidad y eficacia.
Para explicar cómo diferenciar en qué nivel de audición nos podemos encontrar ante una obra voy a poner un ejemplo muy actual: el tema principal de la banda sonora de Juego de Tronos. Si conoces la pieza no la escuches y pasa directamente a las preguntas. Si no sabes de qué se trata escucha un par de veces solo hasta el minuto 2.20
Ahora lee las preguntas y trata de responderlas:
- ¿Me gusta o no me gusta? 2. ¿Se me ha hecho corto o largo? 3. ¿Me apetece volver a escucharlo? 4. ¿Te provoca algún estado de ánimo? 5. ¿Te transmite alguna emoción? 6. ¿Te recuerda a alguna otra música que conozcas? ¿Cuál? ¿En qué se parece y en qué se diferencia? 7. ¿Qué instrumentos suenan? 8. ¿En qué tonalidad está escrita? 9. ¿Qué compás tiene?
El número de respuestas determina el nivel o plano de audición en el que te encuentras ante esta pieza. Es algo que no es fijo y va cambiando con diferentes canciones, obras, en diferentes momentos del día.
En este caso si tienes respuesta para las tres primeras preguntas es porque has oído la música. Pero si además tienes respuesta para todas o algunas de las preguntas 4 a 6 es porque te has detenido a escuchar. Cuanto más elaborada sea la respuesta más consciente ha sido tu escucha. No obstante, se ha de tener en cuenta que tratar de explicar con palabras lo que te transmite la música no es fácil aunque con la práctica se mejora mucho. Si, por último, has intentado responder a las preguntas 7 a 9 has pasado a un plano más profundo que es el que denominamos percibir. Para este último nivel es necesario tener algunos conocimientos sobre música pero no hace falta ser músico profesional. Si no mira cómo lo explica aquí Jaime Altozano (a partir del minuto 3) y ponte a prueba:
La propuesta de cómo educar los diferentes niveles de audición es muy simple: a partir de música que ya conocemos debemos realizarnos estas preguntas y tratar de buscar respuesta para aquellas que no sabemos y que nunca nos habíamos planteado. Es más fácil, útil y eficaz profundizar y practicar a partir de algo que no nos resulta desconocido e ir caminando hacia lo nuevo para buscar las similitudes y diferencias. Un ejemplo divertido e interesante de esta idea puede ser este:
Saber explicar si la música te provoca un determinado estado de ánimo o una emoción así como diferenciar si una tonalidad es mayor o menor, si un compás es binario o ternario o si lo que suena es un violonchelo y no una viola no es difícil cuando se hace un mínimo entrenamiento auditivo. Tal y como podéis leer en el siguiente artículo, en el que se hace referencia al trabajo realizado con 183 estudiantes sin conocimientos musicales, hay parámetros y elementos que nos ayudan a pasar del plano de escucha al plano de percepción o apreciación y así obtener una audición más integral. Además… ¡nunca es tarde! los sentidos se educan a lo largo de toda nuestra vida y el oído no deja de ser un sentido más.
https://issuu.com/sofiamartinezvillar/docs/porquenosgustamusica
* Sofía Martínez Villar es Doctora en Historia, teoría y crítica de las artes. Igualmente es profesora en el Máster Universitario en Interpretación e Investigación musical de la Universidad Internacional de Valencia.
[1] COPLAND, a. Cómo escuchar la Música. Madrid: Fondo de Cultura Económica. 2005