¿Qué es la compasión?
Con frecuencia, observamos a nuestro alrededor personas que sufren, que están atravesando momentos difíciles o afrontando alguna adversidad. La Psicología durante años se ha centrado en estudiar el sufrimiento humano. Sin embargo, a veces el sufrimiento también conlleva respuestas positivas de amor, de comprensión y ayuda. Es lo que se conoce como compasión. ¿Qué es la compasión? ¿Qué impulsa a algunas personas a sacar su lado más solidario ante la tragedia? ¿Qué hace que nos sintamos conmovidos ante el sufrimiento de otras personas? En los últimos años, la Psicología ha tratado de ampliar su mirada para incorporar también en el estudio científico los factores que promueven la compasión.
La compasión es un proceso que surge en respuesta al sufrimiento o malestar. Comienza con el reconocimiento del sufrimiento para luego dar paso a pensamientos de empatía y sentimientos de calidez y amor por quien sufre. Esto a su vez motiva el deseo de aliviar el sufrimiento del otro o de uno mismo. La compasión tal y como se entiende desde la psicoterapia, es distinta a la lástima, pues no pretende caer en la indulgencia excesiva, sino más bien se basa en el deseo de ser útil para aliviar el sufrimiento de otra persona. También es distinta al estrés que sentimos cuando observamos el sufrimiento de los demás. Se trata de una respuesta basada en el amor y la comprensión cálida del ser que sufre, al tiempo que se procura una respuesta de compromiso para aliviar ese sufrimiento.
El cultivo de la compasión involucra entrenar a nuestra propia mente, desarrollando habilidades específicas relacionadas con la forma como nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos, así como eligiendo intencionalmente pensamientos y acciones compasivas. Los seres humanos tenemos una capacidad natural para la compasión. Sin embargo, el estrés del día a día, la presión social y las experiencias de vida pueden dificultarnos la expresión completa de esta capacidad y a pesar de eso cada uno de nosotros puede elegir nutrir y extender la compasión, igual que una planta es cuidadosamente cultivada a partir de una semilla.
¿Qué cualidades tienen las personas compasivas? Son muchas las cualidades de las personas compasivas. Algunas de ellas tienen que ver con la sabiduría, que deriva de las experiencias personales y de haber conseguido cierta conciencia de la naturaleza de las cosas y de las dificultades de la vida. También requiere fortalezas, como el valor y coraje para afrontar la situación difícil. Además, las personas compasivas muestran confianza en las virtudes del ser humano y empatía para entender cómo se sienten los demás ante las dificultades. La compasión se nutre de sentimientos cálidos de afecto, aceptando a la persona tal y como es, sin juicio ni crítica. Y finalmente la compasión requiere de responsabilidad, pues no se trata sólo de ser amable sino de tener el verdadero deseo de ser útil.
Estas actitudes pueden entrenarse a través de prácticas de meditación, como la meditación basada en el amor bondadoso. Esta forma de meditación es una técnica utilizada para incrementar la habilidad de cuidado de uno mismo y de los otros. Mientras que la meditación consciente implica enfocar la atención en el momento presente con mente abierta, la meditación basada en el amor implica dirigir la atención hacia los sentimientos de calidez y ternura desde un corazón abierto. En este tipo de prácticas se pide extender estos sentimientos cálidos hacia sí mismo y hacia un círculo cada vez más amplio de personas.
La práctica habitual de este tipo de meditación tiene múltiples beneficios para nuestra salud física y psicológica. Uno de los hallazgos más significativos en esta área son los estudios de Barbara Fredrickson sobre el impacto de la práctica de amor bondadoso sobre el tono vagal. Un buen tono vagal está relacionado con buenos indicadores de salud física, como una mejor regulación de los sistemas internos que nos mantienen sanos, una mejor respuesta cardiovascular e inmunológica. Desde la neurociencia se pensaba que el tono vagal era bastante estable, igual que nuestra estatura en la edad adulta. Los datos de Fredrickson muestran que el tono vagal, es plástico y susceptible al entrenamiento. Nuestro tono vagal se puede mejorar con la práctica habitual de este tipo de meditación, basado en la generación de sentimientos cálidos de amor y afecto hacia los demás o hacia uno mismo.
Las prácticas basadas en compasión o en el amor son un excelente complemento a las prácticas de atención plena. Tal y como señala el maestro Matthieu Ricard, una mente en calma no es garantía del comportamiento ético, por lo que es necesario que una motivación amable y compasiva también estén presente en la práctica de la atención plena.