Expertos VIU | Guillermo Busutil presenta su nuevo libro ‘Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura’
Guillermo Busutil es un enamorado de la palabra escrita, un apasionado de la riqueza del lenguaje y las posibilidades que ofrece al forjarla sobre la hoja en blanco. Periodista, escritor y docente del Máster en Creación Literaria de VIU, Busutil ha convertido su pasión en una carrera brillante, a lo largo de la cual ha publicado numerosos libros en diversos géneros. Títulos como La cultura, querido Robinson; Noticias del frente; Vidas Prometidas; Moleskine; Nada sabe tan bien como la boca del verano; Drugstore; Marrón Glacé; Individuos S.A; o Confesiones de un criminal: Los laberintos invisibles; entre otros, componen su magnífico corpus literario. Los reconocimientos tampoco le han sido esquivos y colecciona premios tan notables como el Premio Andalucía de la Crítica, el Premio de Periodismo Nacional Francisco Valdés, el Premio Unicaja de artículos periodísticos, el Premio de periodismo Jerez Perchet, la Medalla de Honor de Periodismo de la Asociación de la Prensa de Málaga y la Medalla de Oro de la Cultura del Ateneo de Málaga. En junio de 2021 recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural, un reconocimiento y celebración mayúsculo de su magnífica trayectoria.
Actualmente acaba de presentar su libro más reciente ‘Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura’, un objeto literario construido en torno al aforismo que funciona como una carta de amor al lenguaje y que la crítica ha calificado como ‘Una deliciosa pequeña gran obra’ señalando que ‘Es un homenaje a la lectura, a la literatura. Una apuesta quizá hoy más necesaria que nunca’ y que en ella ‘Guillermo Busutil muestra su rendido amor al universo libresco derrochando creatividad e ingenio’. Para conocer de primera mano su motivación para escribir este nuevo libro y sus ideas sobre la lectura y la escritura en el contexto actual, le realizamos la siguiente entrevista.
¿Qué tipo de libro es “Papiroflexia. Sobre el libro y la lectura”? ¿Cómo lo describirías?
Es un libro construido como un objeto estético que es un joyero de piezas bruñidas para sentir, para pensar, para saborear y para compartir. Cada aforismo, cada greguería, cada verso, es un cromo delicado que busca emocionar a las lectoras y lectores a través de la idea y su musicalidad y sugerirles que completen lo que propone ese instante de pensamiento, la piel de la imagen, lo que conllevan en su fondo. Es un libro bonito para jugar con la imaginación, para regalar como una caja de bombones poéticos.
¿Qué te motivó a escribirlo? ¿Cuál fue tu inspiración?
Mi compromiso con la lectura como combate contra la violencia del ruido, contra el ensimismamiento en las pantallas y contra el deterioro del vocabulario y la capacidad sensorial de la palabra frente al poder y la banalización del lenguaje. Ha sido también un reto con un género, el del aforismo, que a pesar de tener protagonismo dentro de mi narrativa y de mi faceta de articulista, me invitaba a explorarlo de forma autónoma y sujeta a sus reglas, a sus variantes y posibilidades expresivas. Ese objetivo me condujo a explorar todo el ámbito del libro y de la lectura que entronca con la escritura, con mis autores predilectos, con el amor por las palabras.
El libro y los hábitos de lectura han cambiado bastante en las últimas dos décadas, especialmente con la irrupción omnipresente de lo digital ¿Cómo valoras estos cambios? ¿Crees que las nuevas generaciones tienen el mismo interés por la lectura que las generaciones anteriores?
Lo digital no le ha ganado la batalla al papel, y se desarrolla más en relación a la prensa diaria, a los trabajos de investigación, aunque poco a poco prosigue su expansión frente al papel. Ahora con el incremento del precio del papel y la crisis puede que tenga un impulso. Pero los hábitos lectores han cambiado poco. La mujer es la lectora comprometida por antonomasia frente al lector masculino más perezoso y menos activo en clubs de lectura, en bibliotecas, en militancia lectora. Los adolescentes continúan siendo la desconexión de la lectura y la asignatura pendiente, y también la calidad de lo que leemos debe subir de nivel. Está bien leer para evadirse, lo mismo que se ve cine para evadirse, pero la lectura debe fomentar la maduración de las emociones, un mejor conocimiento del mundo, del ser humano, de lo que concierne al dolor, a la felicidad, a la identidad de lo que somos. Y en ese propósito se debería también enseñar a amar la lectura, las palabras. A tener el mismo interés que se tenía en otras épocas donde un libro era un cómplice de soledades, un compañero de juegos, una brújula del mundo y de la vida. A las nuevas generaciones que sí que leen les hace falta más fiebre de leer, más adentrarse en la lectura como un placer cotidiano.
En la misma línea ¿Qué papel consideras que tiene la literatura en nuestras sociedades actuales? ¿Compite por nuestra atención y escaso tiempo libre con otras formas más inmediatas de ‘entretenimiento’ o cumple una función diferente a éstas?
Fundamental. Es un diccionario de emociones, un mapa con el que avanzar entre la niebla de lo real, de las preguntas en torno a las emociones y las ideas. La literatura alimenta tu imaginación, te propone otros ángulos desde los que mirar e interpretar el mundo y las cosas, te ayuda a derribar los molinos del miedo, de los tabúes, de las post verdades. La atención se desenfoca, se extravía, cuando no se tiene el respaldo de la lectura como conocimiento y entonces es más fácil sucumbir a la hipnosis del espejismo de las imágenes, o a la anestesia mental del mero entretenimiento como soma.
¿Qué consejos le darías a alguien que quiera dedicarse a escribir, ya sea literatura o periodismo?
Leer, leer, leer. Escribir, escribir, corregir, romper, pulir. Escuchar a las palabras, no dejarse llevar por los clichés, por los lugares comunes, por los tópicos, por el error de creer que sin lecturas y sin la humildad imprescindible para enfrentarse a la derrota de los propios textos se escribe bien.