Algunas ideas sobre Prácticas Restaurativas
Para comenzar a hablar sobre Prácticas Restaurativas, tendríamos que remitirnos antes a su origen, la Justicia Restaurativa. Frente a la tradicional Justicia Retributiva, en la que, ante la comisión de un delito, se juzga al responsable del mismo y si se le encuentra culpable se le aplica un castigo, la Justicia Restaurativa, como bien explica Zehr (1990), se corresponde con una forma de ver la justicia penal que enfatiza la reparación del daño ocasionado a la gente y el restablecimiento de las relaciones en lugar de solamente castigar a los infractores.
Definiríamos así las Prácticas Restaurativas como propuestas de actuación encaminadas a fortalecer a la comunidad, prevenir la aparición de conflictos e intervenir sobre ellos, de tal manera que la persona que ofende asuma, de manera responsable, el hecho y el ofendido pueda ser escuchado y sentirse reparado.
Uno de los principales objetivos de las Prácticas Restaurativas es reforzar los vínculos afectivos entre los miembros de la comunidad mediante la prevención y gestión apropiada de los conflictos, dejando de lado el modelo punitivo, recurso usado tradicionalmente en la comunidad educativa.
La gestión de la convivencia con ayuda de las Prácticas Restaurativas supone concebir el conflicto como una oportunidad para el aprendizaje, la asunción de responsabilidades y la necesaria reparación de daños a las víctimas. Según Zehr (1990), el enfoque requiere de un cambio de lente y del abandono de parámetros de gestión de la convivencia, o, mejor dicho, de parámetros de control de la convivencia primitivos y obsoletos, y de la necesaria humanización de las relaciones, donde como ya hemos dicho, el otro (el educando) no es alguien a quien controlar sino alguien con quien nos relacionamos.
¿Qué implican las prácticas restaurativas?
Según la Associació de Justícia i Pràctiques Restauratives de Balears, las Prácticas Restaurativas conforman un abanico de propuestas que van desde unas más informales a otras más formales: la escucha, las expresiones afectivas, las conversaciones restaurativas, las pequeñas reuniones informales, los círculos restaurativos y las reuniones formales.
Si representáramos las Prácticas Restaurativas dentro de un triángulo equilátero y entendiéramos, como anteriormente hemos citado, que tienen la doble función de prevención (fortalecer la comunidad) e intervención (reparar el mal provocado), podríamos ver que en la base amplia que lo sustenta se encontraría un trabajo sistemático de cohesión de grupo que evitaría la gran mayoría de los conflictos. Subiendo algo más hacia arriba, encontraríamos situaciones que requerirían de alguna actuación especial, y ya en el vértice superior del triángulo, hallaríamos un porcentaje aún menor que adicionalmente requeriría de actuaciones especializadas para gestionar los conflictos.
Prácticas restaurativas en los centros escolares
Teniendo en cuenta que los centros educativos son un reflejo de la sociedad real, y que además constituyen un poderoso elemento de cohesión social, desde ellos habría que favorecer tanto la prevención y gestión de los conflictos como la mejora de la convivencia. Así, la implementación de las prácticas restaurativas sería una herramienta clave de ayuda al respecto. Lógicamente, este proceso requeriría una inversión de tiempo y de formación, así como el imprescindible consenso y coordinación de todo el profesorado.
¿Cómo llevarlas a la práctica?
Aquí mencionaremos las propuestas más informales por las que iniciar las Prácticas Restaurativas en los centros educativos.
-Los círculos de diálogo, como herramienta base de cohesión de grupo, mediante los cuales todos tienen la oportunidad de expresarse y escuchar. Se parte de una disposición en círculo del grupo, creando una situación de igualdad y respeto, de intervención voluntaria, confidencialidad y seguridad, y siguiendo unas normas básicas de funcionamiento (Costello, Wachtel y Wachtel, 2011). El papel del profesor será el de facilitador de este diálogo. Se suele utilizar un pequeño objeto que puede irse pasando de una persona a otra posibilitando así los turnos de intervención, aprendiendo de este modo a mantenerse atento y a respetar la espera.
Hay círculos de diálogo de diferentes tipos dependiendo del objetivo de trabajo. Por ejemplo, para conocernos a nosotros mismos (el facilitador lanza preguntas relacionadas con nuestros retos, nuestros sentimientos, nuestra autoconciencia…); para trabajar la comunicación, la colaboración, la convivencia, aprendizaje y evaluación… (el facilitador propone preguntas relativas a cada uno de estos campos). A medida que se incrementa el nivel de comodidad, confianza y expectativa, los círculos se presentan como una herramienta excelente para responder a problemas más serios de comportamiento que pueden surgir dentro del aula (Costello, Wachtel y Wachtel, 2010).
–Las estrategias de escucha activa, ya que es la actividad básica de relación con el otro. También forman parte de la base del triángulo mencionado anteriormente. El grado de calidad de la escucha facilitará o dificultará el entendimiento y las posibilidades de colaboración mutua, y determinará las opciones a la hora de afrontar los conflictos cuando éstos aparezcan.
-Las expresiones afectivas. Las Prácticas Restaurativas suponen incidir en las relaciones “juicio-persona” y “observación-hecho”. Más que juzgar a una persona por un hecho se busca observar el hecho en sí y sus consecuencias, tanto para los ofendidos como para los ofensores. Se trabaja el uso del lenguaje, sustituyendo mensajes culpabilizadores hacia el tú por mensajes que se expresan desde el yo y que explican cómo nos sentimos, concretan qué nos molesta y pedimos cambios. Podemos utilizar las expresiones afectivas para dar respuesta inmediata a situaciones difíciles, por ejemplo, y también para felicitar.
-Las conversaciones restaurativas. Frente al clásico interrogatorio, en las conversaciones restaurativas se formulan preguntas que nos permiten no juzgar, no culpabilizar y estimular la participación y la responsabilidad. Por ejemplo: ¿qué ha pasado?, ¿cómo te has sentido?, ¿cómo crees que se siente la otra persona? ¿qué puedes hacer tú?, etc.
Reseña de las Prácticas Restaurativas en Baleares
En Baleares existe un número creciente de centros que contemplan las Prácticas Restaurativas como modelo de gestión de la convivencia en la comunidad educativa. A raíz del programa Comenius Regio (2011-13) financiado con fondos europeos, en la barriada palmesana de Son Gotleu (colegios e institutos de la zona, policía local, etc.) se inició un proyecto de prácticas restaurativas para la convivencia, con la colaboración y asesoramiento de instituciones educativas y sociales de la ciudad inglesa de Hull, donde lleva a cabo esta metodología (Pomar y Vecina, 2013).
La Associació de Justícia i Pràctiques Restauratives de Balears se crea en Palma en el año 2013 para promover la aplicación y la formación en las prácticas restaurativas en diversos ámbitos de la comunidad (centros, organizaciones sociales, etc.).