Todas las claves del aprendizaje en adultos
El aprendizaje en adultos sigue siendo una materia digna de estudio. Así lo confirma el estudio GRALE 5 (informe mundial sobre aprendizaje y educación en adultos) publicado por la UNESCO en 2022. Un 60 % de los países de la UNESCO comentaban que ni los discapacitados, ni los presos, ni los inmigrantes participaban en programas de formación. Un 24 % de países confirmaban la exclusión de los adultos de poblaciones rurales. Finalmente, un 24 % de los adultos de los 159 países encuestados decidió no estudiar.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2022 el 50 % de los españoles entre 18 y 69 años se matriculó en algún tipo de propuesta formativa. Sin embargo, el 54,6 % aprendió algo de manera informal. Este último dato confirma que la didáctica, la estrategia que se siga para aprender y los métodos pedagógicos exigen una revisión profunda para que ofrezcan mejores resultados.
La didáctica del aprendizaje en adultos
Es importante destacar que cualquier tipo de acción didáctica debe basarse en los siguientes principios fundamentales:
- Transmitir de forma clara la información que el alumno no conoce.
- Potenciar que cada estudiante domine los conceptos más básicos relacionados con el tema del curso.
- Facilitar la correcta comprensión de los aspectos teóricos.
- Conseguir que el adulto desarrolle habilidades y estrategias de pensamiento más eficaces.
Además, hay seis principios fundamentales, propuestos por Adrián Garcigevich, que ayudan a convertir los objetivos anteriores en realidad.
1. La necesidad de aprender
El autor comenta cómo la pandemia provocó que los adultos se comunicasen utilizando nuevos métodos. Semejante situación provocó que las personas quisieran aprender más a través de cursos formativos de diversas disciplinas.
2. El concepto de cada persona
Cada día de vida también lo es de experiencia. El objetivo final no es otro que el de desarrollar nuevas capacidades a medida que vivimos. Aprender es una actividad inherente al ser humano, que quiere seguir evolucionando.
3. La experiencia
El adulto completa su aprendizaje gracias a experiencias previas que ha tenido en el trabajo, con su familia o en su entorno más directo. Desarrollar un itinerario de aprendizaje teniendo en cuenta estos aspectos siempre es positivo.
4. Las ganas de aprender
Cualquier persona adulta que se matricula en un curso lo suele hacer por voluntad propia. Así, su atención, su dedicación y su adaptación al proceso de aprendizaje van a ser más sencillas y ofrecerán mejores resultados.
5. Los objetivos de la formación
Todos los procesos formativos han de tener un objetivo concreto. Lo más adecuado es que esté relacionado con la resolución de algún tipo de problema. La meta es que cada alumno pueda hacerle frente a sus preocupaciones.
6. ¿Qué ha provocado que el adulto quiera aprender?
Conociendo la motivación, es más fácil trazar las líneas generales del curso y conseguir que estas dirijan al alumno a su meta personal. Respetar los motivos de cada participante es un perfecto punto de partida para certificar que el aprendizaje se adapta a las expectativas personales de los estudiantes.
Estrategias de aprendizaje en adultos
Trazar las estrategias más adecuadas es la consecuencia directa de valorar algunos factores que podrían alterar los resultados:
- El tiempo que ha pasado desde que el estudiante terminó una acción formativa.
- Los recursos, las habilidades y las estrategias de las que dispone el estudiante.
- Los hábitos de estudio que tiene el adulto.
- La búsqueda de una aplicación útil y práctica de la formación.
- Las condiciones personales del estudiante derivadas de sus obligaciones y actividades que quizá tenga que compaginar con su formación.
¿Cómo se puede enseñar a aprender? Hay algunos factores que ayudan a crear estrategias eficaces que ofrecen resultados más satisfactorios.
Establecer los objetivos
Cada formación tiene un objetivo concreto, pero este debería adaptarse al de los estudiantes. Es recomendable enfocar cada curso a una aplicación específica o a la mejora de sus condiciones laborales, por citar dos ejemplos.
Potenciar la actividad mental
Es posible que el estudiante no esté en edad laboral y solo quiera ampliar sus conocimientos. En este caso, sería recomendable potenciar la actividad mental y valorar los intereses y los motivos que llevan a cada alumno a estudiar.
El uso de métodos interactivos
El aprendizaje en grupo se puede fomentar gracias al empleo de métodos didácticos como los vídeos, los concursos o las simulaciones. Otras opciones son el juego de roles, los concursos o la lluvia de ideas. Una clase es la excusa perfecta para que el docente conozca mejor a sus alumnos y descubra cómo enfocar mejor el curso.
Trabajar la autoestima
Aprobar un curso puede convertirse en un proceso complicado dependiendo de cada persona. Por ello, habría que medir la cantidad de información nueva que se facilita. Poco a poco resulta más sencillo crear un ambiente de entendimiento y de confianza. Motivar y estimular a cada estudiante, así como valorar el esfuerzo realizado, es una de las claves del éxito.
La conexión emocional
Si una persona adulta encuentra algún tipo de conexión emocional con el tema del curso le será más fácil motivarse para seguir aprendiendo. Es el profesor quien debe encargarse de conseguir esta implicación detectando cuáles son las virtudes y los defectos de cada alumno. Proponer encuestas, actividades siempre resulta de ayuda.
Demostrar cuál es la utilidad de todo lo aprendido
Todo tipo de aprendizaje tiene un aspecto práctico y útil. Demostrarlo en cada parte del curso es sinónimo de generar más interés por seguir aprendiendo. Ir poco a poco ayuda a alcanzar las distintas metas propuestas con mayor facilidad y contribuye a que cada estudiante se sienta más a gusto durante las clases.
La filosofía YOLO
Pérez de Tudela, docente de adultos, considera adecuado aplicar este método didáctico. Sus siglas en inglés aluden a «you only live once» (solo se vive una vez). Los puntos más importantes de esta metodología son:
- La valoración de la experiencia vital de cada persona participante en el curso.
- Aceptar los riesgos. La propuesta ayuda a que el estudiante no sea un mero oyente. El profesor debe animarles a participar, a conocer nuevas maneras de aprender y convertir los retos en pruebas superadas.
- La autonomía a la hora de aprender. Cada persona debe ser consciente de que es quien se encargará de controlar su aprendizaje y de tomar las decisiones más adecuadas para su proceso educativo.
- La utilidad de lo aprendido. La aplicación práctica de cada concepto es el denominador común de cada curso.
Tras haber aclarado cuáles son las características del aprendizaje en adultos y las diferencias entre andragogía y pedagogía, debemos recalcar la importancia de estudiar un máster específico que facilite que los estudiantes aprendan más y mejor. Es importante disponer de los recursos más adecuados para diseñar una metodología didáctica que permita conseguir las metas propuestas. Asimismo, hay que orientar el aprendizaje a lo práctico y a lo referencial. No en vano, la adquisición de nuevos conocimientos y su retención duradera son aspectos que determinan el aprendizaje en personas adultas. Un buen ejemplo es el uso de propuestas que ayuden al estudiante a identificar lo aprendido con su experiencia vital. Del esfuerzo conjunto del profesor y de su alumnado se podrá deducir si el curso ha sido, o no, exitoso para todas las partes implicadas.