Integrando la gestión de los sentimientos y las emociones en la educación
La integración de los sentimientos y las emociones en la educación formal es una cuestion compleja, puesto que el sistema educativo desde siempre se ha centrado en la adquisición de una serie de conocimientos en función de unas competencias y una áreas curriculares bastante rígidas.
En este contexto, el control, gestión y manejo de los sentimientos y las emociones, lo que se conoce como inteligencia emocional, no ha encontrado aún la forma de desarrollarse correcta y formalmente, quedando relegado a charlas esporádicas en algunas clases según el criterio del profesor.
Sin embargo, muchos psicólogos, pedagogos, maestros y profesores consideran que una buena parte de los problemas de las personas en general, y de los adolescentes y los jóvenes en particular, está relacionado con dificultades en la gestión de los sentimientos y la emociones, es decir, de la educación emocional.
Muchas personas, tanto jóvenes como adultas, presentan serias dificultades para gestionar adecuadamente sus emociones, no tienen autocontrol y se dejan imbuir por las ideas y sentimientos negativos, entrando en un círculo de pensamientos y sentimientos negativos que se retroalimentan. Esta dificultad puede acarrear importantes perjuicios en su vida personal actual y futura, así como también en el rendimiento académico.
Pese a encontrarse relegada, una buena educación emocional ayuda a las personas a mejorar su capacidad para identificar, entender y manejar las emociones correctamente, de manera que facilite las relaciones con los demás, la consecución de metas y objetivos, el manejo del estrés y la superación de obstáculos y problemas.
Las ventajas de la educación emocional
Una buena educación emocional ayuda a las personas a adquirir las competencias básicas para desarrollarse y madurar adecuadamente, poniendo las bases para lograr un correcto equilibrio psicológico y tener muy claros una serie de objetivos:
- Conocer las propias emociones e identificar las de los demás.
- Desarrollar habilidades de autocontrol y manejo de las emociones negativas.
- Generar y aprovechar las emociones positivas.
- Crear sinergias positivas individuales y colectivas.
- Desarrollar recursos para afrontar con éxito los problemas.
La integración de la gestión emocional en el ámbito académico
Una vez conocidos les efectos positivos de la correcta gestión emocional, llega el paso más difícil: ¿cómo integrar en la vida académica la enseñanza de las competencias de carácter emocional? Básicamente, se puede hacer de dos formas: con un enfoque horizontal o transversal.
La perspectiva horizontal consistiría en la creación de una asignatura específica de inteligencia emocional, lo que sin duda entra en conflicto con la rigidez de las políticas educativas y los complicados procesos de modificación del currículo. Por otro lado, muchos expertos dudan de la verdadera eficacia de este planteamiento.
Por este motivo, lo más recomendable es la integración de la gestión emocional en él ámbito académico de una forma transversal. En este sentido, el maestro o profesor puede incluir aspectos emocionales en cualquier materia, incorporándolos mientras está explicando otros conceptos.
En el contexto actual, esta estrategia se perfila como la metodología más idónea para enseñar y aprender a potenciar la óptima gestión de las emociones propias y de los demás, puesto que permite introducir el tema de forma progresiva, sin que implique cambios importantes en la estructura ni filosofía curricular.