La soledad en los adultos mayores, también un problema de salud
El pasado enero la primera ministra británica, Theresa May, sorprendía al mundo con el anuncio de que crearía una Secretaría de Estado dedicada a abordar el problema de la soledad en su país.
En Reino Unido, según datos manejados por la BBC, la soledad afecta al 13,7% del total de la población, aunque en el grupo de mayores de 75 años ese porcentaje escala hasta más del 50%.
¿Y en España? Pues según los datos más recientes divulgados por el IMSERSO (del 2016), el 22,3% de los mayores de 65 años vive solo.
En muchos casos la soledad no es un problema, incluso representa un logro y algo de lo que la persona disfruta. Ya sabemos que se puede estar solo y no sentirse en soledad. Se puede vivir solo y tener excelentes redes de apoyo.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando un adulto mayor está aislado y se siente solo? ¿Cuándo esa soledad es una indeseada y pesada loza?
Pues sucede que la soledad, entonces, se convierte en un problema, también en un problema de salud.
Consecuencias de la soledad para la salud
En relación al impacto de la soledad en la salud en general, hasta el momento se ha encontrado que:
- Se asocia a mayor riesgo de depresión.
- La ansiedad es más frecuente en las personas que se sienten solas.
- El consumo de alcohol es también más frecuente entre las personas que están solas.
- Aumenta la inflamación crónica.
- Las personas solas tienen más riesgo de morir prematuramente.
- Aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
- Aumenta el riesgo de sufrir accidentes domésticos y de no ser atendidos adecuadamente.
- Un informe del año 2017, presentado durante la Convención Anual de la Academia Americana de Psicología, concluía que la soledad podía llegar a ser tan dañina como fumar 15 cigarrillos al día.
- La soledad y el aislamiento se han asociado a peor calidad del sueño.
¿Cómo combatir la soledad?
La soledad es un problema que demanda la implicación de todos para solucionarlo: desde la persona que se siente sola y aislada, pasando por sus vecinos y terminando por los gobiernos y el entramado social en general.
Desde el punto de vista social hay acciones que pueden ayudarnos a luchar contra la epidemia de la soledad en los mayores, entre ellas:
- Desarrollar actividades dirigidas específicamente a la población mayor, de manera que haya una oferta variada y regular durante todo el año. Por ejemplo, cursos de habilidades informáticas, de estimulación cognitiva, de activación física, etc.
- Crear servicios de monitorización y atención a los adultos mayores que viven solos y declaran tener pocas o ninguna red de apoyo.
A nivel individual es recomendable:
- Reconocer la sensación de soledad, admitir su existencia e impacto en nuestra vida.
- Pedir ayuda a las personas que tengamos más cercanas o incluso, a aquellas con las que hace años no hablamos, pero en su momento fueron cercanas a nuestra vida.
- Participar en actividades grupales como voluntariado o cursos de interés.
- Establecer como parte de la rutina diaria salir a caminar; un acto tan sencillo ya eleva la posibilidad de interacción social.
- Unirse a agrupaciones relacionadas con las aficiones personales, por ejemplo, un club de lectura o de cocina.