mujer con tecnoestrés
Ciencias de la Salud

Tecnoestrés: una ansiedad creciente en la era digital

La sensación de incertidumbre que vivimos algunos es mucho más común de lo que pensamos. A medida que la inteligencia artificial avanza y se integra en distintos sectores, muchas personas experimentan un creciente estrés tecnológico, también conocido como tecnoestrés, una forma de ansiedad relacionada con la automatización y la transformación digital.

El temor al reemplazo laboral, la sobrecarga de información y la sensación de no poder seguir el ritmo del cambio generan un estado de alerta constante en la sociedad.

¿Qué es el tecnoestrés?

El tecnoestrés, lo que viene siendo conocido como estrés tecnológico, es un tipo de estrés específico causado por el uso excesivo o inadaptado de las tecnologías digitales (como smartphones, redes sociales, IA o herramientas laborales digitales). Surge cuando la relación con la tecnología genera ansiedad, agobio o sensación de desbordamiento.

El impacto cognitivo de la IA: Ansiedad y estrés tecnológico

Varios estudios muestran que la inteligencia artificial y la robótica ya sustituyen tareas repetitivas en sectores como la manufactura, el servicio al cliente y la contabilidad. Llegando hoy en día a implementarse en actividades más creativas como el arte o el periodismo. Los trabajos automáticos que antes realizaba un ser humano ahora pueden ser ejecutados por una máquina en menos tiempo.

Esta automatización dispara el mecanismo de supervivencia del cerebro, generando tecnoestrés y manifestándose en forma de:

  • Ansiedad por la incertidumbre laboral.
  • Estrés crónico debido a la activación constante de la respuesta "lucha o huida".
  • Dificultad para tomar decisiones racionales bajo presión.

A nivel neurológico, la sensación de amenaza activa el sistema de alerta conocido como "lucha o huida", lo que puede derivar en estrés prolongado y afectar nuestra habilidad para tomar decisiones con claridad.

¿Puede realmente la IA reemplazar el trabajo humano?

En este caso no se trata de una preocupación infundada: se estima que, para 2030, entre el 14 % y el 30 % de los empleos actuales podrían verse afectados por la automatización, lo que obligará a una gran parte de la población a redefinir sus habilidades y adaptarse a nuevas dinámicas laborales.

Es un hecho conocido que el cerebro humano no está diseñado para asimilar y adaptarse a cambios tan rápidos. A lo largo de la historia, las revoluciones tecnológicas han ocurrido de manera gradual, brindando a las sociedades el tiempo necesario para adaptarse. Sin embargo, el ritmo vertiginoso con el que avanza la Inteligencia Artificial hoy provoca una sobrecarga cognitiva, dejando a muchos con la impresión de no estar al día o de quedarse atrás.

Efectos del uso de la IA sobre el pensamiento reflexivo

Más allá del desplazamiento laboral, otro efecto preocupante de la Inteligencia Artificial es la disminución del pensamiento profundo y reflexivo en la sociedad. Expertos como el escritor estadounidense Nicholas Carr argumentan que la automatización del conocimiento y la inmediatez de la información digital están reduciendo nuestra capacidad para procesar ideas complejas.

El riesgo de la dependencia tecnológica

En lugar de dedicar tiempo a la reflexión, cada vez dependemos más de respuestas instantáneas generadas por algoritmos. Lo que limita el desarrollo de habilidades críticas como:

  • La capacidad de análisis contextual.
  • La creatividad y resolución de problemas complejos.
  • El pensamiento profundo.

Podríamos decir que la inteligencia artificial está trascendiendo su rol inicial de automatizar labores rutinarias para influir incluso en capacidades cognitivas que históricamente nos han definido como humanos. Nuestras habilidades para el análisis profundo, la reflexión autónoma y el procesamiento complejo de información parecen estar cediendo terreno frente a la dependencia tecnológica, particularmente en espacios donde antes primaba el ejercicio intelectual, como los entornos académicos y profesionales.

Las herramientas de IA como ChatGPT, entre otras, o los asistentes virtuales son ya participantes activos del aprendizaje y las labores diarias. Algunos expertos ya temen por experimentar una superficialización del conocimiento, en la que el aprendizaje profundo sea reemplazado por un consumo pasivo de información.

Más allá de la incertidumbre sobre el futuro laboral, el verdadero desafío radica en la transformación del rol humano en la producción y procesamiento del conocimiento. A medida que delegamos procesos cognitivos a las máquinas, surge una pregunta fundamental: ¿qué papel nos queda?

La solución no está en resistirse ante los avances tecnológicos, sino en cultivar aquellas capacidades que nos distinguen: la creatividad disruptiva, la ética contextualizada y ese juicio crítico que emerge de la experiencia humana. Se trata de construir una simbiosis donde complementemos -no suplantemos- nuestra esencia racional.

Cómo combatir el tecnoestrés: 4 estrategias clave

Ante los retos que representa el uso de la IA en nuestra sociedad, existen estrategias para adaptarse de manera saludable a este cambio y evitar caer en el estrés tecnológico:

  1. Aprendizaje continuo y desarrollo de nuevas competencias (reskiling). En vez de verlo como una amenaza, enfócate en las áreas que la inteligencia artificial no puede replicar como la creatividad, la inteligencia emocional y el pensamiento crítico.
  2. Desconexión digital y gestión del tiempo. Limita la exposición a noticias y avances sobre IA para ayudar a reducir la ansiedad. Establece horarios sin tecnología para tener un momento de desconexión y procesar mejor la información.
  3. Resiliencia y adaptación al cambio. El miedo a lo desconocido es una reacción humana natural, pero una mentalidad de crecimiento convierte la crisis en oportunidad.
  4. Equilibrio entre IA e interacción humana. Evita el aislamiento digital y la dependencia de recurrir a la IA. Es esencial combinar herramientas tecnológicas con relaciones sociales significativas.

A pesar de que la inteligencia artificial puede generar tecnoestrés en muchos de nosotros, representa una puerta hacia el crecimiento personal y colectivo, en el desarrollo de nuevas habilidades y oportunidades. La ruta hacia una adaptación exitosa implica tres pilares fundamentales: una aproximación intencional al cambio tecnológico, el establecimiento de límites saludables en nuestro consumo digital, y el reconocimiento oportuno cuando necesitemos apoyo especializado para tratar el estrés agudo. Estas estrategias son claves para afrontar la incierta era de la inteligencia artificial.

Con la creciente preocupación y estrés tecnológico causado por el impacto que está teniendo el uso de la IA en nuestras vidas la necesidad de contar con profesionales especializados aumenta. Formarse con el Máster en Psicología General Sanitaria te convertirá en el profesional capacitado para afrontar el impacto psicológico de la revolución digital.