Tipos de dependencia y consumo dual de tabaco y cannabis
Dr. Víctor J. Villanueva Blasco
Director del Máster Universitario en Prevención en Drogodependencias y Otras Conductas Adictivas. Universidad Internacional de Valencia.
Coordinador Técnico del Proyecto ÉVICT (Evidencia Cannabis-Tabaco). Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
El tabaco y el cannabis conforman uno de los tipos de dependencia más importantes y destacables en todo el mundo. En este post hablaremos sobre ello, aunque sin olvidar que existen muchas otras adicciones.
Datos objetivos sobre los tipos de dependencia relacionados con tabaco y cannabis
En relación con los tipos de dependencia del tabaco y el cannabis, la encuesta española ESTUDES 2018-2019 (Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías, OEDT, 2019), realizada con estudiantes entre 14 y 18 años, indica que:
1. El tabaco es la segunda sustancia de mayor prevalencia de consumo y el cannabis, la tercera.
2. El 41,8% de los participantes consumieron tabaco alguna vez en la vida; el 35%, en los últimos 12 meses; el 26,7%, en los últimos 30 días; y el 9,8%, diariamente en los últimos 30 días.
3. Respecto a la edad media de inicio del primer consumo de tabaco, se sitúa en los 14,1 años y la edad media del inicio de consumo diario es de 14,7 años.
Pero los datos relativos a estos tipos de dependencia no se detienen ahí. Pasemos del terreno de la encuesta ESTUDES al de otros estudios y la evidencia científica:
1. Los adolescentes que se inician más precozmente en el consumo de tabaco tienen mayor probabilidad de consumirlo diariamente (Moss, Chen y Yi, 2014).
2. Estos mismos adolescentes tienen mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de cannabis (Agrawal et al., 2011; Strunin et al., 2017; Villanueva, Eslava, Vázquez, y González-Amado, 2019).
3. Múltiples estudios señalan que la edad de inicio de consumo de cannabis es menor para aquellos adolescentes que consumen tabaco diariamente (Eslava, Villanueva y Al-Halabí, 2019; Rial et al., 2019), y las tasas de consumo en el último mes son superiores (Eslava et al., 2019).
De hecho, los tipos de dependencia relacionados con el consumo de estas dos sustancias (tabaco y cannabis) se encuentran entrelazados (Lemyre, Poliakova y Bélanger, 2018), ya que la forma de consumo de cannabis más común en Europa y España es una mezcla con tabaco (Pirona, Noor y Burkhart, 2015), principalmente en el formato conocido como “porros”.
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Más datos relevantes sobre los tipos de dependencia relacionados con tabaco y cannabis
En los últimos años se ha observado un proceso de normalización de los tipos de dependencia cuyo raíz se encuentra en el consumo de cannabis. Esto conlleva una baja percepción de riesgo asociado a su consumo (OEDA, 2016).
Sin embargo, el uso de cannabis se asocia a:
1. Uno de los mayores tipos de dependencia a la nicotina (Rubinstein, Raita y Prochaska, 2014).
2. Mayores síntomas de dependencia al cannabis (Richter, Pugh y Ball, 2016; Schauer y Peters, 2018), probablemente explicados por el consumo dual. Esto fomenta el mantenimiento del consumo de ambas sustancias (Hindocha et al., 2016).
Por otra parte, la evidencia científica apunta a que, con la aparición de los cigarrillos electrónicos (CE), se favorece una vía alternativa de iniciación al tabaquismo (Kristjansson, Allegrante y Sigfusdottir, 2018), especialmente en menores:
1. Los adolescentes que usan el vaper sin haber consumido previamente tabaco en cigarrillo convencional tienen más probabilidades de iniciarse en el consumo de tabaco que aquellos que no lo han usado (Primack, Soneji, Stoolmiller, Fine y Sargent, 2015).
2. Entre aquellos que vapean con frecuencia, existe una probabilidad mayor de consumir tabaco seis meses después (Leventhal et al., 2016; Barrington-Trimis et al., 2016).
3. Por su parte, el uso de los CE como dispositivos en los que vapear líquidos que contienen nicotina y enriquecidos con THC también podría favorecer una doble adicción al tabaco y al cannabis (Giroud et al., 2015).
4. Kowitt et al. (2019) informan que, entre los jóvenes que consumían tabaco o usaban cigarrillos electrónicos, mostraban mayor probabilidad de consumir cannabis con cigarrillo electrónico que sus compañeros no consumidores, lo que favorece el aumento del consumo de ambas sustancias (Budney et al., 2015; Cox, 2015).
La prevención de estos tipos de dependencia
Desde un punto de vista preventivo, las familias pueden aplicar medidas de protección, tales como la hora de llegada a casa o el dinero disponible (Becoña et al., 2013; Rial et al., 2019; Varela et al., 2013). Aunque, en muchos casos, no disponen ni de los conocimientos ni de las competencias necesarias para afrontar los consumos de tabaco y cannabis de sus hijos e hijas. Por este motivo, las familias precisan de la orientación y apoyo de profesionales debidamente cualificados.
Asimismo, es necesaria la aplicación de estrategias de prevención ambiental. Entre estas, cobra especial relevancia las medidas legislativas que regulen el marketing encubierto del tabaco y productos electrónicos dispensadores de nicotina mediante distintos canales en los que la regulación actual sobre el tabaco ha dejado abierta “la puerta de atrás”, como son:
1. El cine
2. Las series televisivas
3. Los videojuegos
4. Los influencers a través de internet
4. Los think tanks, que tratan de influir en la toma de decisiones políticas (Isorna, de la Cruz y Villanueva, 2020) favorables a los intereses económicos de la industria y en contra de la salud pública.
Los profesionales de la salud son como un David contra Goliat que no desisten en su batalla contra las distintas formas de violencia tabáquica y otros tipos de dependencia que causan daños y perjuicios para la salud en adultos y, especialmente, en menores de edad.
¿Quieres ser uno de estos profesionales? Entonces visita nuestro Máster en Drogodependencias y otras Conductas Adictivas.
Día Mundial Sin Tabaco: Menores y Consumo Dual de Tabaco y Cannabis
Dr. Víctor J. Villanueva Blasco
Director del Máster Universitario en Prevención en Drogodependencias y Otras Conductas Adictivas. Universidad Internacional de Valencia.
Coordinador Técnico del Proyecto ÉVICT (Evidencia Cannabis-Tabaco). Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
En España, la encuesta ESTUDES 2018-2019 (Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías, OEDT, 2019), realizada con estudiantes entre 14 y 18 años, indica que el tabaco es la segunda sustancia de mayor prevalencia de consumo y el cannabis la tercera. El 41,8% de los participantes consumieron tabaco alguna vez en la vida, el 35% en los últimos 12 meses, el 26,7% en los últimos 30 días y el 9,8% diariamente en los últimos 30 días. Respecto a la edad media de inicio del primer consumo de tabaco, se sitúa en los 14,1 años y la edad media del inicio de consumo diario es de 14,7 años.
La evidencia científica señala que los adolescentes que se inician más precozmente en el consumo de tabaco, tienen mayor probabilidad de consumirlo diariamente (Moss, Chen y Yi, 2014), y mayor probabilidad de iniciarse en el consumo de cannabis (Agrawal et al., 2011; Strunin et al., 2017; Villanueva, Eslava, Vázquez, y González-Amado, 2019). A este respecto, múltiples estudios señalan que la edad de inicio de consumo de cannabis es menor para aquellos adolescentes que consumen tabaco diariamente (Eslava, Villanueva y Al-Halabí, 2019; Rial et al., 2019), y las tasas de consumo en el último mes son superiores (Eslava et al., 2019).
De hecho, los consumos de estas dos sustancias se encuentran entrelazados (Lemyre, Poliakova y Bélanger, 2018), ya que la forma de consumo de cánnabis más común en Europa y España es mezclándola con tabaco (Pirona, Noor y Burkhart, 2015), principalmente en el formato conocido como “porros”.
En los últimos años se ha observado un proceso de normalización del consumo de cannabis, lo cuál conlleva una baja percepción de riesgo asociado a su consumo (OEDA, 2016). Sin embargo, el uso de cannabis se asocia a una mayor dependencia a nicotina (Rubinstein, Raita y Prochaska, 2014), y mayores síntomas de dependencia al cannabis (Richter, Pugh y Ball, 2016; Schauer y Peters, 2018), probablemente explicadas por el consumo dual, fomentándose así el mantenimiento del consumo de ambas sustancias (Hindocha et al., 2016).
Por otra parte, la evidencia científica apunta a que con la aparición de los cigarrillos electrónicos (CE) se favorece una vía alternativa de iniciación al tabaquismo (Kristjansson, Allegrante y Sigfusdottir, 2018), especialmente en menores. Los adolescentes que usan el vaper sin haber consumido previamente tabaco en cigarrillo convencional tienen más probabilidades de iniciarse en el consumo de tabaco que aquellos que no lo han usado (Primack, Soneji, Stoolmiller, Fine y Sargent, 2015), y entre aquellos que vapean con frecuencia existe una probabilidad mayor de consumir tabaco seis meses después (Leventhal et al., 2016; Barrington-Trimis et al., 2016).
Por su parte, el uso de los CE como dispositivos en los que vapear líquidos que contienen nicotina y enriquecidos con THC también podría favorecer una doble adicción al tabaco y al cannabis (Giroud et al., 2015). Kowitt et al., (2019) informan que entre los jóvenes que consumían tabaco o usaban cigarrillos electrónicos, mostraban mayor probabilidad de consumir cánnabis con cigarrillo electrónico que sus compañeros no consumidores, lo que favorece el aumento del consumo de ambas sustancias (Budney et al., 2015; Cox, 2015).
Desde un punto de vista preventivo, las familias pueden aplicar medidas de protección, tales como la hora de llegada a casa o el dinero disponible (Becoña et al., 2013; Rial et al., 2019; Varela et al., 2013). Aunque en muchos casos no disponen ni de los conocimientos ni de las competencias necesarias para afrontar los consumos de tabaco y cannabis de sus hijos e hijas, por lo que las familias precisan de la orientación y apoyo de profesionales debidamente cualificados.
Asimismo, es necesaria la aplicación de estrategias de prevención ambiental. Entre estas, medidas legislativas que regulen el marketing encubierto del tabaco y productos electrónicos dispensadores de nicotina mediante distintos canales en los que la regulación actual sobre el tabaco ha dejado abierta “la puerta de atrás”, como son el cine, series televisivas, videojuegos, influencers a través de internet, o los think tanks, que tratan de influir en la toma de decisiones políticas (Isorna, de la Cruz y Villanueva, 2020) favorables a los intereses económicos de la industria y en contra de la salud pública.
Los profesionales de la salud son como un David contra Goliat, que no cejan más allá de días como hoy en su batalla contra las distintas formas de violencia tabáquica que causan daños y perjuicios para la salud en adultos y, especialmente, en menores de edad.