Expertos VIU | Beatriz Valles-González. Envejecimiento normal y lenguaje, problemas y prevención
Con frecuencia solemos asociar el envejecimiento con deterioro cognitivo y físico, lo que nos lleva a suponer que, inevitablemente, todo adulto mayor presenta limitaciones o trastornos en prácticamente todas sus capacidades, especialmente en algunas como el lenguaje. Sin embargo, gracias a los avances en disciplinas como la Logopedia, la Neurolingüística o la Neuropsicología, entre otras, sabemos que la calidad de la comunicación en el adulto mayor debe estudiarse teniendo en cuenta números factores. Para comprender mejor cuales son estos factores y que podemos hacer para conservar y mejorar las capacidades lingüísticas y de comunicación en las personas mayores, le pedimos a la Dra. Beatriz Valles-González, doctora en Educación, Logopeda y directora del Grado en Logopedia de VIU.
¿Cómo puede definirse el envejecimiento?
Envejecer es sinónimo de transformación en los niveles de funcionamiento, estas variaciones obedecen a factores de carácter biológico, y provocan una serie de cambios en la estructura física (músculos, huesos) y alteraciones en la función de diversos sistemas: cardiovascular, respiratorio, endocrino, auditivo y visual. Ahora bien, es necesario aclarar que, a pesar de que algunos de estos cambios limitan el funcionamiento general, la actividad del adulto mayor y su calidad de vida responden a variables no sólo ligadas con lo orgánico, sino también con eso que llamamos estilo de vida. Por esta razón, las creencias y los valores (positivos o negativos) arraigados en diferentes culturas, marcan el cómo se envejece y el cómo se trata al adulto mayor. Por eso es muy importante considerar que, la manera en cómo se asuma el envejecer, es un factor que puede impactar de forma negativa en lo cognitivo y en lo emocional, entre otros aspectos, al adulto mayor.
“Es muy importante considerar que, la manera en cómo se asuma el envejecer, es un factor que puede impactar de forma negativa en lo cognitivo y en lo emocional, entre otros aspectos, al adulto mayor.”
¿Hay cambios en el lenguaje que pueden considerarse normales al envejecer?
Algunas investigaciones nos muestran que a medida que envejecemos algunas funciones lingüísticas cambian. Así, y como parte del proceso de envejecimiento normal, se produce un deterioro de la memoria operativa, lo que limita el desempeño en el sistema atencional y de control, especialmente en los procesos de inhibición que hacen posible la selección, planificación y control de los mensajes que elaboramos. Todas estas variables afectan los procesos lingüísticos como el acceso al léxico, la comprensión y producción de oraciones complejas de forma oral o escrita. Por ejemplo, podemos observar una respuesta más lenta en tareas de comprensión y producción del discurso oral, lo que obliga a la persona mayor a prestar más cuidado cuando conversa o cuando lee.
La mayoría de adultos mayores que presentan un envejecimiento sano pueden exhibir una adecuada ejecución comunicativa (Petersen, 2004). Pero es necesario tener en cuenta que las deficiencias sensoriales (especialmente las auditivas), que suelen ser frecuentes en esta etapa, generan limitaciones en las funciones lingüísticas y comunicativas.
Pero las personas mayores a menudo no recuerdan una palabra cuando están conversando, ¿Verdad?
Se pueden presentar dificultades para encontrar la palabra adecuada o en recordar un nombre. Por esto, los episodios de palabra en la “punta de la lengua” se hacen más frecuentes. Pero a pesar de no dar con el nombre, el objetivo de la conversación se alcanza en la mayoría de las veces, ya que quien los presenta sólo necesita más tiempo para encontrar la palabra. Por ello, estos episodios pueden considerarse como normales dependiendo de la frecuencia y del tipo de palabra con la que se presente el episodio. Es importante tener en cuenta que esta situación puede darse incluso en hablantes muy jóvenes en situaciones de fatiga o estrés.
“Existen señales que deben tenerse en cuenta, como la apatía, el aislamiento y los cambios en rutinas de actividades que antes se disfrutaban.”
¿Cuáles serían las señales que deben preocuparnos o indicarnos que algo no va bien?
La presencia de dificultades persistentes para el recuerdo de información reciente y en la elaboración del discurso coherentemente estructurado, así como fallos muy frecuentes en la atención y concentración, que obligan a preguntar lo mismo o a repetir información. Otra señal de alarma puede ser la ralentización en la velocidad para procesar los datos, por ejemplo, la necesidad del interlocutor de la persona mayor de tener que repetir o esperar mucho por una respuesta. Evidentemente que, ante estos cambios o síntomas, la evaluación neuropsicológica es necesaria.
Otro aspecto a considerar, como ya dijimos antes, son las limitaciones en la capacidad de oír. De hecho, investigaciones recientes, relacionan las pérdidas auditivas con deterioro cognitivo, posiblemente porque a menudo al no oír bien tendemos a evitar las situaciones donde no podemos seguir una conversación. Existen señales que deben tenerse en cuenta, como la apatía, el aislamiento y los cambios en rutinas de actividades que antes se disfrutaban. En ocasiones este tipo de conductas se relacionan con la presencia de pérdidas auditivas, lo que ocasiona una reducción en la posibilidad de recibir estimulación integral y en seguir siendo socialmente activos.
Las alteraciones en la masticación y deglución es otro factor a tener en cuenta. Las dificultades para masticar pueden estar producidas por la pérdida de piezas dentales, por una inadecuada adaptación protésica o con una mala higiene oral, por todo esto, atender nuestra salud oral es una prioridad para promover una adecuada dieta y una adecuada masticación. En cuanto a la deglución, en algunas personas se puede presentar dificultades para tragar de forma eficiente o segura. La presencia de tos o de dolor es señal de una posible disfagia y es razón suficiente para solicitar una evaluación con el logopeda y así recibir la adecuada atención para evitar complicaciones como la neumonía.
¿Qué debemos hacer para mantener nuestra función lingüística?
Podemos mantener nuestra función lingüística al seguir un estilo de vida saludable que beneficie nuestro cerebro. Por lo que se recomienda hacer ejercicio físico de forma regular, leer diariamente, tener una dieta adecuada a los requerimientos individuales, realizar actividades sociales placenteras, conocer cosas nuevas, explorar nuevos campos, en resumen, disfrutar la vida.
Uno de los retos actuales es poder educar al adulto mayor sobre su autocuidado, solo así podrá ser proactivo y autogestionar la búsqueda de posibles soluciones en caso de factores de riesgo. Este es una tarea compleja pero muy necesaria en el momento actual. Evidentemente es necesario que a nivel sanitario el adulto cuente con servicios integrales, donde se pueda realizar:
- Exploración neuropsicológica y logopédica completa (con examen audiológico incluido) cuando se presenten alguna de las señales de alerta ya descritas.
- Evaluación continua especialmente en casos de riesgo establecido, por ejemplo, en adultos con enfermedades cardiovasculares o con enfermedades degenerativas como el Parkinson.
- Desarrollar programas educativos para estimular el empoderamiento del adulto para la autogestión de un estilo de vida saludable y activo.
- Fortalecimiento del tejido socio-sanitario para garantizar una atención integral del adulto mayor en todas sus dimensiones (física, emocional, social, cognitiva y comunicativa)
- Para concluir es necesario destacar que un estilo de vida sedentario, la ausencia de controles médicos integrales y la presencia de pérdidas auditivas, son hoy día factores ligados a un envejecimiento con trastornos tales como el deterioro cognitivo o los problemas en el lenguaje en el adulto mayor.