El poder de las creencias''
No podemos cambiar lo que nos ocurre en la vida, pero sí nuestra percepción y vivencia sobre ello. Así, por ejemplo, una situación de desempleo puede interpretarse de formas muy distintas: hay personas que la pueden vivir como una desgracia, incluso con depresión, otras aceptarla sin más, y otras vivirla con entusiasmo y optimismo, como una oportunidad para reorientar la carrera profesional y mejorar su vida laboral.
Nuestra percepción de la realidad viene determinada por nuestras creencias, las cuales pueden definirse como “los juicios y evaluaciones sobre nosotros mismos, los demás y sobre el mundo que nos rodea” (Robert Dilts). Las creencias se van formando a lo largo de nuestras experiencias vitales y a través de nuestra interacción familiar, social, educativa y laboral. A su vez, nuestras creencias influyen en gran medida en cómo interpretamos y reaccionamos ante las experiencias vitales.
Albert Ellis (1913-2007), psicoterapeuta fundador de la terapia racional emotiva conductual, subrayó que entre el hecho que acontece y la emoción experimentada media la real o irreal apreciación mental del mismo, siendo las propias creencias las que pueden crear ansiedad, tristeza o miedo o, por el contrario, alegría, entusiasmo y felicidad. Y la manera cómo nos sintamos va a influir en nuestra conducta, facilitando una conducta activa dirigida a afrontar la situación o una conducta pasiva de no hacer nada y esperar a que la situación acabe o cambie con el tiempo. Desde este punto de vista, las creencias hacen referencia al firme convencimiento de nuestro poder y valía personal para conseguir objetivos. Como dice la cita…
…“Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón”
(Henry Ford)
Tal y como sentenciara el fundador de la compañía Ford, las creencias suelen tener un efecto autocumplidor, dirigiendo nuestro comportamiento en la dirección esperada. De esta manera, si alguien cree que puede conseguir lo que se propone, se pondrá en acción, mientras que si está convencido de que no es posible lograrlo, lo más probable es que no haga nada. Este efecto autocumplidor se puso de manifiesto en un famoso experimento llevado a cabo en 1968 por los prestigiosos psicólogos Rosenthal y Jacobson. En este clásico experimento, se pasó un test de inteligencia a los alumnos de una escuela. Tras elegir a un grupo de alumnos al azar, a los profesores se les informó falsamente que se había comprobado que dicho grupo tenía un elevado cociente intelectual. Al finalizar el curso se volvió a repetir el test de inteligencia, comprobándose que aquellos alumnos sobre los que los profesores tenían mayores expectativas obtuvieron un mejor rendimiento académico y unas puntuaciones superiores a las de los demás alumnos de capacidades intelectuales similares. En entrevistas con los profesores, éstos habían descrito a estos alumnos como más capaces, más curiosos, con mayores oportunidades de alcanzar éxito en la vida, más adaptados y más afectuosos. Cuando describieron al resto de niños, las consideraciones fueron menos favorables que las que podrían esperarse según los resultados reales obtenidos en los tests. En conclusión, las creencias y expectativas que tuvieron sobre los alumnos influyeron en el desempeño real de los mismos. Este fenómeno, denominado “Efecto Pigmalión”, demuestra la importancia de nuestras creencias en la determinación de nuestra conducta (y en la de los demás), dirigiéndola en la dirección que esperamos.
En conclusión, las creencias tienen un gran poder para generar diferentes posibilidades, para impulsar o bloquear a las personas en la consecución de sus objetivos y metas. Así pues, revisa tus creencias, pues como cuenta Jorge Bucay…
“Había una vez...'una vez'
que a fuerza de ser contada
se repitió tantas veces...
que se volvió realidad".
Te invito a ver este breve vídeo que muestra el Efecto Pigmalión:
Enlaces relacionados:
- Ellis, A. (2002). Usted puede ser feliz. Ed. Paidós
- Dilts, R. (1996). Las creencias. Ed. Urano
- Bucay, J. (2012). Cuentos para pensar. Ed. RBA
Dra. Segunda Sánchez Lorente, Directora de TFM en las áreas de Psicobiología de la Felicidad y Coaching en el Máster de Psicología General Sanitaria