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Ciencias de la Salud

Dismorfia muscular: El riesgo oculto del culto al cuerpo

La dismorfia muscular es una alteración psicológica que afecta, principalmente, a personas de entre 15 y 35 años. Todo comienza cuando quien la padece organiza su jornada diaria en torno a ir al gimnasio para pasar cada vez más tiempo entrenando. Posteriormente, aparecen síntomas asociados como el distanciamiento social, seguir una dieta estricta y, en definitiva, renunciar a cualquier acción que suponga no cumplir con un plan muy definido de entrenamiento. El problema se agrava cuando se pierde la noción de la realidad y la vigorexia sigue presente, aunque no se le preste atención a los daños que ha provocado. Resulta complicado estipular una cifra concreta de personas que la sufren en España, pero consideramos esencial aclarar los términos referentes a una alteración psicológica que puede convertirse en una dolencia física que termine de forma definitiva, y grave, con la salud de quien la experimente en primera persona.

¿Qué es la dismorfia muscular y a quién afecta?

También conocida como complejo de Adonis, esta patología consiste en una obsesiva preocupación por el tamaño y la forma de los propios músculos. Las personas con este síndrome, cuando se miran al espejo, siguen viéndose sin la musculación que les gustaría tener, aunque en realidad son enormes y musculosas. Así, su percepción se ve alterada y consideran que son personas poco atractivas e insignificantes. Semejante insatisfacción con el cuerpo les anima a aumentar su masa muscular mediante un entrenamiento con pesas excesivo. A esta decisión se le suman otras como:

  • La ingesta de esteroides anabólicos androgénicos.
  • Seguir una dieta muy restrictiva.
  • Tener un comportamiento purgativo.

A medida que la persona vigoréxica gana masa muscular, su percepción errónea no se corrige. La alteración afecta a personas a partir de los 19 años y a deportistas de todo tipo. Se estima que en España entre un 6 y un 10 % de los que acuden al gimnasio la padecen, pero el diagnóstico no es tarea fácil al no ser considerada la vigorexia, por parte de los afectados, como una enfermedad mental.

Causas de la dismorfia muscular

Son diversas y están relacionadas con distintos aspectos que terminan por provocar la vigorexia. Nos referimos a:

  • Una mala calidad de vida.
  • Trastornos del estado de ánimo y ansiedad.
  • Haber sufrido acoso escolar.
  • El riesgo de presentar una sintomatología obsesivo-compulsiva.
  • Alteraciones como el psicoticismo, la baja autoestima, el neuroticismo y el perfeccionismo.
  • Los sentimientos de soledad.
  • El deterioro del funcionamiento social y ocupacional (derivados de un comportamiento de evitación debido a los defectos percibidos).

Diagnóstico de la dismorfia muscular

Según la investigación de Muñoz Marín, Marín Uribe y Miranda Medina, entre las pruebas e instrumentos más eficaces para diagnosticar la dismorfia muscular se encuentran:

  • La MASS o escala de satisfacción muscular.
  • La prueba del complejo de Adonis.
  • El MDI o inventario dismórfico muscular.
  • El MDDI o inventario de dismorfia muscular.

No debe obviarse que el complejo de Adonis es un subtipo de trastorno dismórfico corporal (DSM-V) y, por lo tanto, pertenece al espectro de los trastornos obsesivo-compulsivos. Sin embargo, podría clasificarse como un trastorno de la conducta alimentaria dado que su núcleo central es una alimentación desordenada orientada a la ganancia de masa muscular. Además, los hombres con vigorexia presentan déficits neurocognitivos similares a los observados en personas con anorexia nerviosa e informan de niveles comparables de restricción dietética, preocupación por la forma y preocupación por el peso.

Síntomas de la dismorfia muscular

Si bien las pruebas arriba indicadas son muy eficaces, resulta imprescindible que tanto la persona como su entorno les presten atención a los siguientes síntomas físicos y mentales:

  • Posibles alteraciones metabólicas derivadas de un exceso de consumo de hidratos de carbono y/o proteínas.
  • La atrofia muscular debido a un riego sanguíneo irregular.
  • Cefaleas y mareos.
  • Taquicardias frecuentes.
  • Ataques con convulsiones.
  • Ansiedad o estrés cuando no se entrena o se cumple con la dieta.

Al mismo tiempo, la actitud de la persona cambia sensiblemente. Es habitual comprobar cómo quien padece vigorexia presenta los siguientes cambios en su comportamiento:

  • Cambios de humor provocados por los esteroides.
  • Comentar su insatisfacción con su cuerpo e indicar que tiene baja autoestima.
  • Mirarse al espejo en varias ocasiones.
  • Pesarse en distintos momentos del día.
  • Realizar comparaciones con el físico de otra persona.
  • No sentirse cómodo al tener que enfrentarse a una situación en la que debe mostrar su cuerpo.

El especialista deberá valorar los síntomas físicos a través de un análisis de sangre y un chequeo médico, pero sin olvidar la importancia del enfoque psicológico. Recordamos que la sintomatología tiene múltiples puntos en común con la habitual en los trastornos alimentarios. En el caso de las actitudes y de los comportamientos patológicos de la alimentación motivados por el deseo de lograr más músculos, la consecuencia directa de la vigorexia es el aumento del nivel de angustia e incapacidad (tal y como ocurre, por ejemplo, en los pacientes con anorexia).

Diferencia entre querer ganar masa muscular y la dismorfia muscular

El deseo de ganar más masa muscular describe la motivación individual para llegar a ser más musculoso, mientras que la dismorfia muscular es un trastorno psicológico que representa la búsqueda patológica de la musculatura y la delgadez y se caracteriza por la obsesión de que el cuerpo no sea lo suficientemente delgado y musculado, la depresión clínica, social y ocupacional y la alimentación desordenada orientada a la muscularidad.

Las personas pueden presentar un alto deseo de ganar masa muscular y no desarrollar vigorexia necesariamente, no estar angustiadas por una insuficiencia corporal percibida. De hecho, quienes padecen complejo de Adonis se diferencian de quienes levantan peso normal en su patología sintomática y comorbilidad psiquiátrica, ya que presentan mayor prevalencia de actitudes y creencias alimentarias desordenadas y correlatos neuropsicológicos distintos.

Tratamientos para la dismorfia muscular

Sin duda, la formación en psicología general sanitaria es un magnífico complemento para diagnosticar y tratar a un paciente. No en vano, la estrategia más eficaz es la que cuenta con disciplinas como la psicoterapia, la fisioterapia, la reumatología y la nutrición.

El complejo de Adonis se puede superar con terapias del método cognitivo-conductual. La meta no es otra que conseguir que el paciente aumente su autoestima y desarrolle hábitos más saludables. Sin embargo, no es conveniente olvidar que:

  • El tratamiento de una persona con vigorexia busca evitar que el problema se cronifique.
  • Desde el punto de vista físico, es el reumatólogo quien debe analizar los posibles daños y proponer tratamientos para subsanarlos. La fisioterapia es de gran ayuda.
  • Al mismo tiempo, la eliminación progresiva de los hábitos adquiridos debe ir de la mano de la recuperación de la vida social y de evitar que ir al gimnasio sea la única actividad interesante para esa persona.
  • El especialista en nutrición deberá corregir la dieta para convertirla en una más completa y saludable.

En definitiva, se trata de reprogramar la forma de pensar del vigoréxico. Por un lado, hay que hacerle entender que ir al gimnasio es algo positivo, pero siempre que el entrenamiento se adapte a sus necesidades físicas. Por otro, el psicólogo es quien debe encargarse de ir seleccionando las terapias personalizadas que mejor encajen con la personalidad de su paciente. El procedimiento implica altas dosis de paciencia y de esfuerzo por todas las partes implicadas, pero es posible obtener resultados positivos tras varias semanas de tratamiento.

A medida que la nueva dieta vaya equilibrando el metabolismo y la musculación, se añadirán terapias complementarias que reduzcan las molestias derivadas por el daño muscular. Se trata de un cambio en el patrón psicológico que ha de realizarse teniendo en cuenta todas las características ya comentadas. En ocasiones, cuando el paciente se enfrenta a las posibles consecuencias de sus actos (enfermedades cardiovasculares y anomalías metabólicas entre otras) es cuando comienza la constatación de que está poniendo en riesgo su vida. Solo el trabajo en común del reumatólogo, el médico de cabecera, el endocrinólogo y el psicólogo puede ayudar a transformar a una persona con complejo de Adonis en una más saludable. Cada caso es distinto y esta circunstancia exige el análisis detallado de sus causas y su desarrollo.

Por lo tanto, se trata, tanto en primera persona como si convivimos con alguien susceptible de ser vigoréxico, de tener en cuenta los detonantes de la dismorfia muscular. Observar el comportamiento, comprobar el daño físico y, especialmente, percibir los cambios en la actitud son fundamentales para detectar que es necesaria la intervención médica. La terapia psicológica es de gran ayuda para averiguar cuáles son los motivos que han provocado el cambio en la forma de pensar del paciente y también cómo se percibe ante el espejo. Tras descubrirse los orígenes de la anomalía, es aconsejable diseñar un tratamiento personalizado que permita a la persona afectada dejar atrás una etapa para comenzar otra más saludable. Todo sea por conseguir que su forma de verse cambie poco a poco y por lograr que su estado de salud no se complique debido a su ilusión mental por lucir más musculatura y por acercarse a un concepto de belleza propio que dista mucho de una imagen personal que, normalmente, envía un mensaje que confirma la existencia de un grave problema.