Nuevas técnicas para prevenir el estrés infantil
El estrés infantil es un problema cada vez más habitual. La presión de profesores y padres, problemas en casa como la separación de los padres u otros conflictos familiares, y también las situaciones de acoso escolar o bullying provocan ansiedad, depresión, nerviosismo y estrés en muchos escolares, algunos de ellos de solo 8 o 9 años de edad o incluso menos.
Cómo combatir el estrés infantil
Es muy improbable que un niño de corta edad sepa reconocer y aún menos comunicar una situación de estrés. Por este motivo, en primer lugar los padres en casa, pero también los profesores en el aula deben estar muy atentos a los síntomas de alarma como ansiedad o nerviosismo grave e injustificado, fobia escolar, absentismo frecuente y, sobre todo, factores psicosomáticos como dolor de estómago o de cabeza, o bien náuseas y vómitos que se hacen cada vez más habituales.
Todas estas circunstancias, una vez descartado un problema físico, deben hacer pensar a padres y maestros en un problema de ansiedad y estrés en el niño. Por lo que hay que poner todos los medios para detectar las causas, mediante la comunicación con el afectado y sus compañeros más próximos.
Concentración y auto control
La concentración y el auto control son dos actitudes básicas a la hora de mantener a raya el estrés. El problema es que, hasta ahora, a los niños se les solía exigir estas actitudes pero sin explicarles cómo conseguirlas. Con el objeto de superar este déficit cada vez son más habituales las sesiones de yoga, de relajación basadas en la respiración, musicoterapia o mindfulness.
En relación al mindfulness, una práctica aún poco conocida en España, conviene remarcar que es una disciplina de relajación basada en la observación reflexiva de uno mismo y el entorno. El mindfulness no tiene como propósito generar cambios de manera rápida y directa sino que persigue una modificación de la conducta producida como efecto natural de tener mayor conciencia de los sentimientos y pensamientos. El mindfulness no se basa únicamente en la meditación, sino que es un método que provoca que las personas se conozcan mejor y se sitúen más cerca de su verdadero yo y de su situación concreta en el entorno. También sirve para ponerse en lugar de los demás, es decir, mantener una actitud más empática, lo que puede ser de gran ayuda en la resolución de los conflictos, riñas y fricciones tan habituales entre niños y adolescentes.
En el contexto escolar, tanto el mindfulness como el resto de prácticas pueden ayudar a conseguir un entorno más tranquilo y sosegado donde reine la paz y la empatía, al tiempo que se genera mayor confianza en los chicos y chicas para creer en sí mismos y animarles a denunciar situaciones injustas contra ellos o sus compañeros, como el acaso físico o psicológico propio del bullying, un fenómeno por desgracia muy habitual en las escuelas.