Infraestructura verde, educación y comunicación, factores indispensables para prevenir futuros desastres provocados por fenómenos atmosféricos extremos
El comprender por qué un fenómeno climático extremo como la DANA que afectó la Comunitat Valenciana y otras regiones de España, ha causado daños catastróficos, es fundamental para tomar medidas preventivas para que no vuelva a suceder. Por ello, hemos querido contar con la opinión experta de un referente en el tema de la infraestructura verde a nivel nacional, el Dr. Daniel Jato Espino. Doctor en Ingeniería Civil, Ingeniero de Obras Públicas e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, el Dr. Jato Espino es Investigador Senior y docente en el Máster Oficial en Ingeniería y Gestión Ambiental de VIU, e IP del grupo de investigación GREENIUS de la Universidad. Ha participado en más de 10 proyectos nacionales y europeos de investigación relacionados con la ingeniería ambiental financiados en convocatorias competitivas, y es autor de más de 40 artículos en revistas científicas de alto impacto y de una patente internacional en explotación.
En un artículo que has publicado en The Conversation sobre las inundaciones provocadas por la DANA en Valencia señalas que “Cambiar el discurso es esencial y tiene implicaciones a dos niveles”, en referencia a llamar desastre natural a lo sucedido ¿Nos puedes explicar a qué te refieres con esto?
Utilizar una terminología correcta para diferenciar entre desastre, peligro y vulnerabilidad es importante, en primer lugar, para que la ciudadanía gane consciencia sobre su papel en la existencia de este tipo de eventos. La magnitud de esta DANA viene favorecida por las temperaturas del mar Mediterráneo, que es muy sensible al cambio climático antropogénico. El objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 ºC respecto a niveles preindustriales pasa por una reducción de la huella de carbono que debe empezar por lo individual. En segundo lugar, ese cambio de discurso también permite comprender mejor la forma de prepararse, planificar y reaccionar ante fenómenos meteorológicos como una DANA, pudiendo tomarse medidas para que las consecuencias no sean tan catastróficas.
¿Debemos concienciarnos de que eventos climáticos como el ocurrido en Valencia serán cada vez más frecuentes?
Me temo que sí. El cambio climático está causando una aceleración del ciclo del agua, tal y como se refleja en el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), donde se habla de “alta confianza” acerca de la relación entre el calentamiento global y el incremento de la frecuencia e intensidad de eventos de precipitaciones extremos en diversas regiones, incluyendo el Mediterráneo.
Imagen de las inundaciones provocadas por la DANA en Valencia
¿Qué se puede hacer a nivel de infraestructuras y planificación urbana para evitar que estos eventos vuelvan a tener unas consecuencias tan catastróficas?
Al hilo de lo anterior, las medidas tienen que ir encaminadas a restaurar en lo posible el ciclo natural del agua. Las infraestructuras grises formadas por redes de drenaje no solo no pueden hacer frente a eventos tan extremos, sino que requieren de una ocupación espacial que limita su expansión en entornos desarrollados. Además, en el caso de redes unitarias que gestionan tanto aguas pluviales como residuales, los desbordes pueden liberar aguas contaminadas, con lo que ello implica para la salud. El espacio público debe ser repensado para que sea sensible al agua, fomentando la captación de agua de lluvia en origen mediante elementos de infraestructura verde fáciles de integrar en entornos desarrollados como pavimentos permeables o cubiertas vegetadas. Otras opciones a considerar, sin dejar la infraestructura verde, son actuaciones puntuales de mayores dimensiones en localizaciones estratégicas como parques urbanos inundables. En Alicante está el Parque La Marjal como ejemplo.
¿Y medidas no estructurales, como la concienciación y la educación que importancia tienen en este propósito de prevención?
Son las más importantes y hay que incidir en que no sólo deben ser fomentadas para la ciudadanía de a pie, sino también de cara a las administraciones y gestores de lo público. Ganar entendimiento sobre la gravedad que puede tener la falta de preparación, planificación o, directamente, la inacción ante la existencia de alertas emitidas por organismos científico-técnicos pueden llevar a la fatalidad.
Ejemplos de Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS)
¿Y la comunicación?
Es esencial también. Debe fortalecerse el desarrollo de campañas participativas para involucrar a la ciudadanía explícitamente en la toma de decisiones acerca de la gestión de inundaciones. Las opiniones locales basadas en la experiencia pueden dar una idea muy ajustada de la respuesta hidrológica real de una zona, así que debería existir comunicación entre los ciudadanos y las administraciones para que las perspectivas de los primeros se integren en las medidas propuestas por las segundas. Una vez se avecina un evento, la comunicación también es vital para activar los mecanismos de prevención y reacción. Debe existir una cadena de comunicación efectiva que vaya desde los y las científicos y científicas o técnicos y técnicas, que avisan vía los sistemas de alerta temprana (emisor) a la ciudadanía (receptor) a través de las administraciones regionales o locales (intermediario).
En el contexto específico de Valencia ¿hay algo que se pueda hacer a corto/mediano plazo para aumentar la protección futura de las zonas más afectadas ante otros eventos similares?
Hay que decir que las zonas afectadas pueden variar según la dirección que tome la inestabilidad atmosférica y la velocidad a que se desplace. Sí es cierto que algunas zonas como aquellas en que la montaña está cerca de la playa actúan como catalizadoras de las precipitaciones al hacer que el aire cálido y húmedo ascienda. La verdad es que Valencia y la Comunidad Valenciana tienen varios mecanismos orientados a la protección, como es el plan específico relacionado con la prevención de inundaciones (PATRICOVA), donde se puede encontrar cartografía de zonas inundables e informes al respecto. Además, es una región que, a través del plan PATIVEL, viene apostando por la infraestructura verde, que contribuye a gestionar el agua de lluvia como ya he comentado. La cuestión es que este tipo de planes no queden en la estantería y que se plasmen en protocolos y actuaciones a seguir en caso de nuevos eventos. Aunque la mediación de las instituciones debería existir, mi experiencia en otros casos de estudio dice que, lamentablemente, a menudo es más efectivo que las comunidades locales se asocien para elaborar sus propios planes, estableciendo puntos de encuentro seguros y protocolos de actuación acordes a las circunstancias de la zona.