Los distintos tipos de trastorno del espectro autista (TEA): características y formas de intervención en el aula
Actualmente, el autismo no se considera un diagnóstico único sino un conjunto de trastornos que tienen en común un cierto grado de alteración en tres áreas: déficit de interacción social, problemas de comunicación y un repertorio anormalmente restringido de comportamientos e intereses.
Los distintos tipos o grados del autismo
Se diferencian 5 grandes tipos de autismo, por lo que las personas que lo padecen pueden situarse en cualquier punto del espectro:
- Autismo.
- Síndrome de Rett.
- Síndrome de Asperger.
- Trastorno desintegrado infantil o síndrome de Heller.
- Trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
Autismo
Es un trastorno que habitualmente comienza durante los 3 primeros años de vida, siendo los padres los primeros que comienzan a identificar en su hijo comportamientos diferentes a los niños de su edad. Algunos de estos síntomas extraños son: nula o muy escasa comunicación verbal, el niño es muy poco sociable y solitario, o bien no muestra interés en identificar objetos o llamar la atención de los padres.
Síndrome de Rett
La característica diferencial de este tipo de autismo es que se presenta casi con exclusividad en niñas y tiene carácter regresivo. Las personas afectadas comienzan a sufrir un proceso degenerativo y progresivo del sistema nervioso que se manifiesta en forma de alteraciones en la comunicación, la cognición y la motricidad (tanto fina como gruesa) alrededor de los 2 años. Estas niñas tienen un desarrollo psicomotor normal, al menos en apariencia, hasta entonces. De cualquier modo, diversos estudios demuestran que, incluso en el periodo asintómático, se produce una reducción del tono muscular (hipotonia).
Síndrome de Asperger
El Asperger es el tipo de autismo más difícil y, en ocasiones, tardío de diagnosticar, porque las personas afectadas no tienen ningún tipo de discapacidad intelectual ni rasgo físico que las identifique. El déficit se encuentra en el campo de las habilidades sociales y el comportamiento, siendo lo suficientemente importante como para comprometer seriamente su desarrollo e integración social y laboral.
Problemas de interacción social, falta de empatía, poca coordinación psicomotriz, no entender las ironías ni el doble sentido del lenguaje, y la obsesión con ciertos temas, son algunas de las características más habituales en el Asperger.
Trastorno desintegrado infantil o síndrome de Heller
Suele aparecer sobre los 2 años, aunque en ocasiones no se hace evidente hasta pasados los 10. Coincide con los otros tipos de autismo en afectar a las mismas áreas (lenguaje, función social y motricidad), pero se diferencia en su carácter regresivo y repentino, hasta el punto de que en ocasiones el mismo niño se da cuenta del problema, mostrando su preocupación a los padres.
Trastorno generalizado del desarrollo no especificado
Es una etiqueta diagnóstica que se utiliza en aquellos casos en que los síntomas clínicos son demasiado heterogéneos como para ser incluidos en alguno de los otros tipos. También se presentan trastornos de reciprocidad social, problemas severos de comunicación y la existencia de intereses y actividades peculiares, restringidas y estereotipadas.
Indicadores para la detección precoz del autismo
Aunque suelen ser los propios padres los que detectan problemas en el neurodesarrollo de sus hijos entre los 18 y los 24 meses, existen una serie de circunstancias que retrasan el diagnóstico en un porcentaje significativo de casos:
- Incidencia relativamente baja de los TEA.
- Desconocimiento de las manifestaciones clínicas.
- Dificultad de los padres para detectar los síntomas sutiles en algunos tipos de autismo, como el Asperger.
- Un desarrollo sensorial y motor adecuado en ciertos casos.
Síntomas más comunes
Algunos niños con TEA presentan una serie de síntomas muy claros y visibles y por ello son detectados por los padres en los primeros meses de vida. Pero, a veces, son los profesores de la guardería los que ponen en alerta a los padres al observar un desarrollo inadecuado de sus habilidades básicas o de relación con los otros niños.
Estos son los principales ejemplos:
- Retraso o ausencia del habla.
- No presta atención a las otras personas.
- Falta de respuesta a las expresiones faciales o sentimientos de los demás.
- Falta de juego simbólico y ausencia de imaginación.
- Falta de interés por los niños de su edad.
- Incapaz de compartir placer.
- Alteración cualitativa en la comunicación no verbal.
- No señalar objetos para dirigir la atención de otra persona.
- Falta de utilización social de la mirada.
- Falta de iniciativa en actividades o juego social.
- Falta de reacción a estímulos sonoros.
La importancia del profesor en la detección del autismo del alto rendimiento
Los niños afectados por síndrome de Asperger o autismo de alto rendimiento son los más difíciles de detectar, ya que muchas veces no manifiestan de forma clara su problema hasta que no se les expone a un mayor grado de demanda social, lo que no suele ocurrir hasta el inicio de la educación primaria.
Por este motivo, en estos casos específicos es cuando se hace más importante, y a veces imprescindible, la participación del profesor en la detección de síntomas que hagan sospechar de un posible caso de autismo.
Estos serían los principales síntomas de alarma:
- Desarrollo deficiente del lenguaje: mutismo, entonación rara o inapropiada, vocabulario inusual para la edad del niño, limitaciones en la expresión, etc.
- Tendencia a hablar espontáneamente solo sobre temas de su interés.
- Dificultad para unirse al juego de otros niños.
- Conductas agresivas.
- Falta de cumplimiento de las normas de la clase: no obedecer a los profesores, mínima cooperación en las actividades de clase, no seguir las normas culturales, etc.
- Reacción negativa ante los estímulos.
- Relación anormal con los adultos: puede ser demasiado intensa o casi inexistente.
- Reacciones extremas ante la invasión de su espacio personal.
- Graves dificultades de adaptación a los cambios.
- Déficit en las habilidades motoras o sociales.
No todos los niños presentan todos los síntomas descritos como clásicos. Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es excluyente del diagnóstico de TEA
La intervención en el aula
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el autismo no tiene cura, por lo tanto, acompañará al niño durante todo su periplo vital. Lo que sí tiene es tratamiento, que de realizarse adecuadamente pueden contribuir eficazmente a su desarrollo y bienestar.
El grado de mejoría e integración social de un alumno con autismo no depende exclusivamente de la educación que reciba, puesto que influyen otros muchos factores como: tipo de autismo, grado de afectación y entorno familiar y social. Sin embargo, está demostrado que una educación de calidad, donde se utilicen métodos y terapias adecuadas y estimulantes, y siempre que sea posible en el aula ordinaria, es fundamental en el desarrollo de estos niños.
La intervención educativa de un niño autista debe realizarse siempre bajo la supervisión y apoyo de personal especializado o con formación específica. Es muy importante que tenga un enfoque que abarque las siguientes dimensiones básicas:
- Identidad y auto reconocimiento.
- Capacidades de relación social.
- Autocontrol.
- Competencias de anticipación.
- Procesos de utilización adecuada de conductas aprendidas.
Para lograr estos procesos y competencias, el maestro y los especialistas deben utilizar principalmente: terapias psicomotoras, aprendizaje por imitación y topo tipo de juegos donde prime la experimentación y la implicación de todos los sentidos.
La educación de los niños con TEA los niños diagnosticados de TEA se encuentran dentro del grupo de alumnos con NEE, por lo tanto, precisan de una metodología adaptada y, en algunos casos, refuerzo escolar y adaptación del currículo.
El objetivo principal de la intervención educativa en un niño con este problema es la mejora de su conocimiento social y de sus habilidades comunicativas. Otra meta importante es lograr que tenga un mayor control de sus comportamiento y una conducta los más adaptada posible al entorno.
El principal reto de la educación a un niño diagnosticado de TEA es que no solo hay que enseñarle el concepto o la habilidad para realizar una determinada tarea, sino que también hay que entrenarle en su uso de manera adecuada, funcional, espontánea y normalizada.
La adaptación curricular
Existen diversas modalidades de escolarización para estos niños: centro específico, aula de educación especial en un centro ordinario, e integración en el aula regular.
En este último caso, es necesario realizar una adaptación curricular individualizada teniendo en cuenta las habilidades y capacidad potencial del niño y no solo su conducta.
En ocasiones, en la realización de los tests o pruebas necesarias para realizar la adaptación se presentan dificultades como la falta de colaboración del niño o de entendimiento de las pruebas.
Metodología
Las agendas visuales basadas en pictogramas donde se programan las tareas a realizar son muy eficaces en la educación de este tipo de escolares. Al igual que los puzzles, el juego simbólico, los juegos con pelotas y los recursos innovadores basados en Internet y determinados videojuegos.
Un aspecto muy importante tiene que ver con el espacio y ambiente en el que tenga lugar la educación con estos alumnos: todo ha de estar muy bien estructurado y organizado, evitando los cambios bruscos, ya que estas personas son muy sensibles a cualquier modificación, por pequeña que sea.
Un niño que recibe un adecuado tratamiento para el TEA llegará a ser un adulto lo más funcional posible, de ahí la importancia de todos los profesionales que intervienen en la fase educativa de estas personas. ¿Te gustaría ser tú una de ellas? Puedes llegar a serlo con nuestro máster en Psicología en la Infancia y la Adolescencia.